TORRES DE REFRIGERACIÓN.
Las instalaciones industriales necesitan habitualmente gran cantidad de agua que refrigera los sistemas y que en su actuación se calientan. Para volver a enfriar ese líquido las industrias han recurrido a sistemas sencillos que logran este efecto. Numerosas plantas e muy diferentes características tienen en sus conjuntos industriales torres de destilación que se acaban convirtiendo en imágenes de las mismas por su gran impacto visual.
Diferentes sistemas logran mediante un sencillo procedimiento físico importantes reducciones de temperatura. En las torres de refrigeración húmedas el efecto se logra por la evaporación y en las de refrigeración seca por la trasmisión de calor por la trasmisión por una superficie que separa el líquido que se quiere enfriar del aire natural. Ya sea de modo natural o con la presencia de ventiladores en la parte superior o en la inferior de la torre se produce el necesario movimiento del aire en su interior. Las torres pueden tener diferente tamaño según los volúmenes que deben enfriar y la velocidad que quieren conseguir en este proceso. Torres que van desde los 100 metros a algo más de doscientos están presentes en numerosas instalaciones. Una de las formas más habituales son las de las torres hiperbólicas que logran con el estrechamiento en su zona central una velocidad en la subida del aire que desde la base escapa por la parte superior de las mismas.
En Puertollano hay torres de ventilación en Fertiberia, en Empetrol, en las antiguas instalaciones de la Sociedad Minero Metalúrgica de Peñarroya (en este caso troncocónicas) y la recientemente demolida en Sevillana de Electricidad.
Torres que en su forma geométrica mejoran el movimiento del aire en su interior. Las láminas de hormigón que configuran su construcción suelen ser de un reducido espesor y se recurre a la colocación de nervios de refuerzo exteriores o a la trama metálica de refuerzo que crea una malla de sustentación.
Referentes de imagen.
Las torres, al igual que ocurre con las chimeneas por su dimensión y su forma se convierten en referentes de las instalaciones industriales. Son imágenes que definen la instalación industrial.
La central Sevillana de Puertollano era una central térmica cuya idea nació en 1960 y su construcción como central de ciclo convencional terminó en 1972. Tras diferentes cambios de propiedad, en 2012 se plantea el cierre de la central. Y la Wilkipedia ya dice “Finalmente el 28 de noviembre de 2015, la torre de refrigeración y el conjunto de edificios aledaños fueron demolidos controladamente. En la actualidad no queda ningún vestigio de la ocupación anterior del solar salvo escombros”. Una demolición, en mi opinión innecesaria e inconveniente. La torre de refrigeración era ya una escultura, una intervención en el territorio que acompañaba el camino de la Dehesa Boyal en Puertollano. Los refuerzos de la misma, si eran necesarios, eran elementos fácilmente integrables en la imagen potente de la forma hiperbólica de la torre.
La imagen del complejo industrial con la ciudad en el fondo es toda una reclamación de la asociación de esta industria a la ciudad. Pero seguimos considerando el patrimonio industrial como algo que, en su rápida obsolescencia podemos demoler al no tener ninguna protección legal y sobre todo sin suscitar el aprecio que el patrimonio del trabajo puede y debe tener entre los ciudadanos.