El sábado 14 de junio se consolidaron en España, los nuevos ayuntamientos democráticos como resultado de las últimas elecciones municipales y autonómicas. La legislación actual establece un sencillo sistema para la elección del alcalde. Todos los concejales electos votan la candidatura que crean oportuna y si existe alguna que logra la mayoría absoluta esa será la persona que será la alcaldesa o el alcalde del municipio. Si no resulta ninguno elegido con mayoría absoluta, será alcaldesa o alcalde el que encabece la lista más votada. De esta manera se han elegido legítimamente los alcaldes de nuestras ciudades. Alcaldes que tienen toda la legalidad de su parte y la legitimidad que les concede la representación democrática de los resultados electorales. Y estas elecciones locales, por la proximidad, por el número de votantes y de representantes que se eligen tienen una relación muy clara entre los votantes y los elegidos. Decir lo contrario es ignorancia o mala fe o peor aún falta de respeto de las más elementales normas de nuestra democracia.
Los resultados de las últimas elecciones han hecho que en numerosos municipios se haya producido una representación de diferentes partidos con un abanico mucho más amplio que el que existía en un sistema bipartidista en numerosos lugares. Y ello ha abierto las posibilidades de acuerdos, pactos y apoyos de muy diferente signo. Cada partido valorará lo que sus decisiones significan de cara a la ciudadanía y los electores valorarán en el futuro el sentido de sus votos y cómo han sido utilizados por los partidos a los que han votado. Hay partidos que tradicionalmente han mostrado su escasa o nula capacidad para el diálogo con los demás en una actitud de prepotencia. Y sin embargo llegan tiempos en los que el diálogo, la cesión de parte de nuestras posiciones para llegar a acuerdos posibles con los demás resulta imprescindible.
Las pérdidas de votos de la derecha han tenido consecuencias desastrosas en el gobierno de las comunidades autónomas y municipios para el Partido Popular. De 206 municipios de más de 20.000 habitantes ha pasado a gobernar en sólo 89. El PSOE ha pasado de 100 a 186 municipios y en 11 municipios de más de cincuenta mil habitantes las candidaturas avaladas por Podemos van a gobernar. El discurso conservador es que ha llegado el caos a nuestro país. Pero lo que ha llegado es una nueva democracia renovada más fuerte y con la defensa de los valores reales de la comunidad. Es el tiempo para que todos hagamos ejercicios de autocrítica y veamos lo que realmente están demandando los ciudadanos. Es el tiempo de la democracia en la que todos deberíamos colaborar para hacer mejor nuestra ciudad o nuestra comunidad autónoma. Son tiempos de cambio y la respuesta está en las reivindicaciones ciudadanas y no en las demandas de los poderes económicos.