La tradición según el Diccionario de la Real Academia española es: transmisión o comunicación de noticias, literatura popular, doctrinas, ritos, costumbres, etc., que se mantiene de generación en generación. Costumbre, composición literaria, doctrina, etc., que se comunica, se transmite o se mantiene de generación en generación.
Las tradiciones tienen un origen determinado definido por una cierta actividad, un acontecimiento histórico o una práctica que se ha ido consolidando a lo largo de los años. Muchas de ellas se entrelazan, tienen raíces similares y se convierten en referencias de una determinada comunidad como elementos de identificación o de unión. Sus celebraciones establecen lazos de referencia en la comunidad que las mantiene como elementos que identifican a sus miembros que se reconocen como partes de esa comunidad a través de esas celebraciones.
Como celebraciones, ritos y liturgias experimentan cambios con el paso de los años, se añaden elementos, se modifican formas de celebración y se incorporan o eliminan partes. Muchas de ellas se utilizan como justificaciones de determinadas actividades. Y por ello es bueno analizarlas a la luz de la cultura actual de los valores éticos y morales que hemos consolidado colectivamente y, en muchos casos, reconocido legalmente como reglas de nuestra actividad común. Hay numerosas celebraciones festivas que, por ejemplo, suponen un claro maltrato a los animales y que en la sensibilidad y valoración ética actual deberíamos suprimir de nuestra vida. La justificación de la tradición para seguir manteniendo su práctica no deja de ser una trampa para justificar lo éticamente reprobable.
Pero hay tradiciones que, con una valoración ética y legal positiva, representan acontecimientos que establecen lazos en la comunidad y que por ello es bueno mantener y conservar con las actualizaciones necesarias. Su valor esencial suele estar en la capacidad que tienen de establecer relaciones en la propia comunidad, en definir comportamientos que unen a la colectividad por tratarse de acontecimientos reconocidos como válidos para el conjunto. Acontecimientos de origen natural, histórico, religioso o de diferente naturaleza y en los que se entremezclan diferentes razones. Las celebraciones de las tradiciones evolucionan, e incluso las que tienen origen religioso, con el paso de los años, se convierten en actividades laicas, en celebraciones de la propia comunidad independientemente de sus orígenes. Ya en tiempos romanos se diferenciaba entre la religión y la superstición como celebración de diferentes acontecimientos que exigían la unión con la comunidad independientemente de planteamientos religiosos, políticos o de otro signo de cada uno de los participantes.
Celebraciones navideñas.
La Navidad es una de las celebraciones que tiene en su contenido una importante tradición. Un punto de partida en sus fechas en la celebración del solsticio de invierno y una importante aportación de las celebraciones cristianas que conmemoran el nacimiento de Jesús en Belén y la manifestación a todos en la Epifanía con la presencia de los magos que fueron a adorarle. Una referencia que está en la base de la creencia cristiana, asentada en diferentes documentos históricos y textos religiosos de especial importancia para la fe cristiana. Un conjunto de referentes que, como historia de las religiones, como conocimiento de la civilización occidental, al margen de las creencias personales, es fundamental en el entendimiento de la cultura occidental.
Y esas celebraciones tienen tradiciones que se han consolidado de diferente manera en las comunidades. La celebración navideña es claramente diferente en muchos países europeos. En Holanda los regalos los trae el obispo Nicolás que viene acompañado de un paje negro (Pedro) que viene de España. Hay sin embargo tradiciones culturales que se han extendido en diferentes países con valores importantes. Los belenes como actividad artística de elaboración de figuras, de recreación de espacios en un entorno artificial representan una manifestación artística con una base religiosa pero que tiene valores para todos, como recreación formalmente elaborada, con mejor o peor criterio según los casos.
Aún con la manipulación comercial interesada que cualquier acontecimiento tiene y este de las celebraciones navideñas ha llegado a extremos importantes, sigue existiendo una tradición considerada como positiva por la comunidad. La Navidad como celebración de convivencia familiar, como celebración de reunión de todos los miembros de la comunidad próxima, como momento de aprecio a los próximos, ofreciéndoles los regalos que pensamos van a acoger, como sentimiento de nuestra fraternidad, es una tradición con integrantes claramente positivos. Y la Navidad como celebración de esa llegada ingenua, pero atractiva, para los niños y para los mayores, con la llegada de los regalos que traen los reyes Magos es un momento especialmente significativo en la vida familiar.
El uso de las tradiciones como arma arrojadiza.
Y aquí surge el uso de esta realidad desde una sociedad políticamente poco sana en los momentos actuales. Las celebraciones se utilizan como motivos para tratar de presentar sus ideas políticas, aparecer como renovadores de tradiciones que, en un momento, se quieren transformar y modificar. Si se celebra la cabalgata de los reyes magos, no se puede convertir a estos en personajes de la guerra de las galaxias. Aunque curiosamente a nadie sorprende el desfile de personajes de esta serie en la propia cabalgata. La conversión de los reyes, que es lo que la tradición considera actualmente, en personajes de la magia es un torpe intento de manipulación. Y más grave aún es la torpe y malintencionada acusación desde la otra posición política por el negativo tratamiento de esta celebración.
La cabalgata de reyes tiene en diferentes ciudades tratamientos realmente curiosos. El intento de llamar la atención de los niños lleva a todo tipo de excentricidades. Se incorporan imágenes de películas, juegos, referentes de programas infantiles de todo tipo a la cabalgata como elemento de atracción infantil. Todo ello nos parece normal y admisible. Las grandes celebraciones del teatro de calle, de los montajes de circo más llamativos están presentes en estas celebraciones. Las músicas de carnaval o de charangas parecen elementos perfectamente admisibles que se suman a este conjunto en el que todo parece posible. Pero en todo esto hay elementos básicos que ha consolidado nuestra tradición. Queremos mantener la ilusión de los más pequeños a los que hemos contado la historia de unos reyes magos que traen regalos como reconocimiento del cariño de sus padres, de su comportamiento. Parece algo perfectamente posible y positivo. Y para ello sólo hacen falta tres Reyes Magos que puedan reconocerse como tales. Tanto la carroza de Madrid como los diseños de los vestidos de los magos, en mi opinión, eran realmente feos y hacían difícil su reconocimiento como parte de esta tradición que sigue teniendo elementos positivos en su reconocimiento y en la unión colectiva que consigue.
El ejercicio del conocimiento de nuestras tradiciones, de la liturgia de su celebración con sus necesarias renovaciones y actualizaciones debe ser una actividad común, participativa porque es una realidad que nos pertenece colectivamente.