En general, la malnutrición es toda alteración del crecimiento por carencias de ingesta y nutrición micro-celular, mala absorción de nutrientes o por excesos de consumo de igual manera. En determinados casos, todo ello contrasta una evidente afectación del peso, con una nula o mínima afectación del apetito o de su conducta alimentaria. Ante cualquier tipo de problema los padres nos ponemos en guardia y no aceptamos la situación que se nos presenta. Por lo que debemos fomentar que el niño experimente en la comida de forma repetitiva, lúdica, sin prisas, sin exigencias, sin autoritarismo, un placer determinado. Un aprendizaje alimentario correcto y positivo solo exige una oferta alimentaria diversa y equilibrada, y la transmisión del placer por la gran variedad de alimentos que existen, mediante la manipulación, el juego y la ingesta. Cuando el niño tiene entre sus manos objetos y los manipula puede a la vez, seguir alimentándose. Los alimentos, queridos lectores, deben ser utilizados como tales, no con otra función. Nunca utilizarlos como armas de presión o castigo, esto es lo último. Sobornar nuestros hijos con la comida crea usualmente más problemas de los que resuelve. La solución a los problemas de ingesta en nuestros hijos no se soluciona con la coerción con alimentos basura, como golosinas o snacks a todas horas. Todo ello denota la casi segura inseguridad tanto en la transmisión del correcto modelo alimenticio con el chantaje fácil e improductivo. Este sería un mal principio en el establecimiento de patologías en nuestros hijos relacionadas con su alimentación y correcta formación de la personalidad. La inseguridad se apoderará de ellos en etapas posteriores. Si observamos algún comportamiento anormal debemos tener en cuenta variables como cambios de humor, ansiedad, agresividad, mal rendimiento escolar, mucho tiempo delante del espejo, vómitos. Después favorecer el diálogo entre nosotros e intentar buscar soluciones claras. Pero para evitar todos estos problemas, el aspecto relacional e interactivo de la alimentación debe abordarse desde el nacimiento. Evitar los horarios demasiado rígidos y matemáticos, no utilizar ni el chantaje ni la amenaza como herramienta de disuasión infantil. Evitar que la comida sea un tema desagradable para os hijos sino algo muy necesario. Reconducir la ansiedad familiar que produce la génesis de estos problemas. Es cuestión de empezar.
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