Está demostrado que el trabajo bajo un estado de ansiedad constante puede generar problemas de salud muy importantes. Esta peculiaridad que se nos presenta en consulta no es de ahora. El problema lleva instaurado en nuestra sociedad desde la revolución industrial, y prácticamente, nos ha perseguido hasta la actualidad.
La superproducción, el aumento de la demanda, las condiciones laborales, incluso la propia personalidad del afectado/a, influyen notablemente en el devenir y futuro pronóstico de una patología que todos conocemos.
El stress y la ansiedad. No voy a decirles como profesional que todos los factores enumerados anteriormente se pueden controlar, pero, a lo que a mí me compete, entiendo que en el factor personalidad, podríamos hacer algo. De todos es sabido también que cierto tipo de personalidades influyen enormemente en esta patología.
Tomarse las cosas de forma tremenda, magnificando los problemas, exigiéndonos más de lo que podemos, descansando poco y llevando una vida sin ningún tipo de aliciente que nos sea cumplir nuestras horas de trabajo, creo que se podría mejorar si nos damos cuenta de ello. Entiendo que es difícil, dada la forma de ser que nos acompaña durante toda nuestra vida y la educación que hemos recibido. Pero la sociedad que nos toca vivir es paradójica en su esencia y fundamentalista en las maneras.
Debemos aprender a adaptarnos a cada una de nuestras circunstancias de vida y entrenarnos en lo determinante. Darnos un baño de realidad, porque visto lo visto, con lo justo nos vale. Siempre en función de las necesidades de lo que somos y representamos, pero siempre en un tono de equilibrio, cambiando conceptos.
La necesidad nos hace siempre madurar, por lo que es muy importante, cultivarnos en ciertas áreas que tenemos prácticamente olvidadas. Dar un paseo, escuchar buena música, vsitar a los buenos amigos, ir al cine, no ver la telebasura y fomentar las relaciones interpersonales.
Nunca pidan perdón si no han producido daño y admitir los fallos, si se tienen. La familia lo más importante, pero siempre respetando la individualidad de cada uno, sin forzar las situaciones. La presión muchas veces nos la generamos nosotros mismos por el stress que llevamos al hacer las cosas demasiado deprisa, sin darnos cuenta que somos lo que somos, personas. Atentos!