Si al cabo de un tiempo de abuso del café, esa sustancia tan necesaria para la activación del día a día, es decir: más de dos o tres tazas, como consumo medio, hay días que más y observan síntomas como inquietud, nerviosismo, excitación, insomnio, diuresis, alteraciones digestivas, contracciones musculares, pensamiento acelerado, taquicardias o algún tipo de arritmia anormal, sensación de activación excesiva y agitación sensoriomotora, estamos hablando de lo mismo.
Si de estos síntomas tenemos al menos cinco de ellos, y nos causan malestar significativo o un deterioro social o laboral, u otras áreas importantes del individuo, podemos concluir que hemos pasado la barrera de la adicción a la cafeína y el trastorno es por intoxicación de la misma. Por lo tanto, el consumo de cafeína y de los preparados que la contienen varía ampliamente en cada cultura en la que nos movamos. El consumo de ésta se incrementa durante los 20-30 años y habitualmente desciende después de los 65 años.
La ingestión es mayor en hombres que en mujeres, pero con la edad, es probable que la gente presente reacciones cada vez más intensas a la cafeína, con un mayor número de quejas relacionadas en la medicina primaria relacionadas con la interferencia con el sueño o con la sensación de gran estimulación. Pero el patrón de consumo de la cafeína fluctúa durante la vida, siendo consumida por el 80-85% de la población adulta y estadísticamente al menos un porcentaje alto de la población la consume como mínimo una vez por semana.
La ingesta se inicia en el curso de la adolescencia tardía, observándose un aumento del consumo a los 40 años aproximadamente. Después se estabiliza y se convierte en el mejor de los acompañantes en la vida habitual del ser humano junto con bebidas o refrescos de cola, con cafeína. Sus efectos colaterales son diversos pero afectan fundamentalmente al estado anímico y sistema nervioso.
No obstante, las propiedades del café en dosis bajas pueden llegar a ser muy beneficiosas para la prevención de algunas enfermedades neurológicas y dicen ser un buen quemador de grasa. Pero la realidad, esto pasa con todo, dónde está la medida en la ingesta de este producto y cuál es el grado de habituación que nos haga probar una dosis más porque el efecto es igual.
En este sentido, hay personas que duermen muy bien tomando café por la noche o de manera habitual. Cada persona es un mundo, pero por regla general, la influencia en el sistema nervioso está estudiada y verdaderamente produce adicción de igual manera. El objetivo de este artículo es solo informar de los peligros que este tipo de sustancias tiene y por supuesto, todo, con moderación siempre es beneficioso, si tomamos conciencia de ello por supuesto. Poe supuesto siempre nos quedará el descafeinado que, por experiencia personal puede llegar a sentarnos algo mejor.