GEORGE MOUSTAKI. EL METÉQUE.
“El hombre guardaba en el fondo de sus ojos el reflejo de todas las fuentes maravillosas en que había bebido” (Henry Miller), es la cita de la contraportada de uno de los discos de George Moustaki, un emigrado a Francia, un metéque. Nacido en Alejandría (Egipto), llegó a París en 1951 y se nacionalizó en 1985. Y por eso canta a su abuelo que le comprende porque son de la misma madera, de la misma sangre y por eso lleva su mismo nombre. La canción a su abuelo que no entiende ya su idioma trae al presente toda su historia pasada, sus vivencias y sus sueños. Porque Moustaki ha sido un maestro de la sencillez y del sentimiento que expresaba en esa forma singular de cantar. Giuseppe Mustacchi nació el 3 de mayo de 1934, de padres judíos griegos, educado en la escuela francesa, políglota desde pequeño. Su padre, Nessim, hablaba cinco idiomas y su madre, Sarah, seis. Empezó a trabajar vendiendo libros de poesía casa por casa en París, hasta que conoció a Georges Brassens, quien le hizo apreciar la canción y de quien tomó el nombre de Georges.
Un hombre sensible a los problemas de su tiempo, especialmente a los sentimientos de su gente. Cuando cantaba al jardín de la tierra dedicaba su canción a los niños que nacen y viven entre el acero y el asfalto y que no sabrán nunca que la tierra era un jardín. Un jardín que se llamaba la tierra y donde cabían miles de niños y que estuvo habitado por nuestros abuelos que lo habían heredado de sus abuelos.
Canciones de amor que expresan de forma esencial la relación entre las personas. Yo no sé donde comienzas tú y no sé donde acabo yo. Tienes cicatrices donde yo he sido herido. Vienes a beber en mi boca y yo como en tu hambre, tú tienes mis inquietudes y yo tengo tus sueños.
Pero canciones comprometidas con su tiempo y sus problemas, en esos himnos de luchadores. Somos dos, somos tres, somos mil y veintitrés, con el tiempo, con la lluvia con la sangre que se ha secado y el dolor que vive en nosotros que nos atraviesa y nos clava. Nuestro dolor nos guiará. Mi sensibilidad se acerca a los libertarios, a los huelguistas. No a una ideología ni a un movimiento. No tengo ni la vocación ni la misión de imponer mis ideas decía hace pocos años.
Moustaki ha muerto, pero nos ha dejado su música que sigue sonando con el sentimiento y la fuerza que siempre ha tenido la canción del emigrante griego. Es para ti amigo, mi ausente doloroso, para conjurar el olvido, es por ti por lo que canto antes de emprender mi camino negligente.
DIEGO PERIS SÁNCHEZ