Mariano Rajoy cuando conformó su gobierno quiso asumir, personalmente, las responsabilidades económicas con dos ministros, uno de Hacienda y otro de Economía, directamente a sus órdenes. Y la verdad es que no parece que la economía vaya nada bien en nuestro país. Obsesionado por el déficit se va destruyendo todo aquello que conforma el estado de bienestar con el pretexto de la herencia recibida y de la necesidad del déficit cero.
La última decisión que supone el enésimo incumplimiento de su programa electoral y de sus afirmaciones reiteradas una y otra vez en prensa, radio y televisión que afortunadamente quedan como testigos de esas afirmaciones, ha sido el no revalorizar las pensiones de acuerdo con el IPC de este año. Un incumplimiento más que supone una pérdida del poder adquisitivo del 1,9 % para los pensionistas. En los ocho años del gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero la pérdida total de poder adquisitivo de las pensiones ha sido del 1,2%. Es decir en un año ha logrado destruir más la capacidad adquisitiva de los pensionistas que en ocho años anteriores de gobierno.
A pesar de ello cuando a los dirigentes del Partido Popular se les recuerda el incumplimiento de sus promesas y el retroceso que esto supone recuerdan acontecimientos anteriores como la congelación de las pensiones en 2011 (No se acuerdan del incremento del 1,7 en 2009). Decisiones malas, pero menos malas que las que ellos han sido capaces de adoptar en un año de gobierno y que no nos impiden poder criticar las actuales.
Si analizamos en profundidad el problema no está de más comprobar que en el último gobierno socialista, entre 2004 y 2011, las pensiones mínimas se han revalorizado un 50% sobre la herencia recibida del Partido Popular, de aquel presidente al que se le apareció Dios una noche y le mostró la misión que le tenía reservada. Si a los que han regularizado sus dineros ganados, no se sabe cómo, con esa amnistía fiscal, se les hubiera cobrado el impuesto razonable del 30%, por decir una cifra normal para las cantidades ingresadas, habríamos tenido para pagar la revalorización de las pensiones.
No se puede justificar una medida como esta con insultos al adversario político acusándole de no se sabe qué cosas. Las cifras están ahí para poder ser consultadas por cualquiera que quiera hacerlo. Y la realidad es tozuda y nos demuestra que ese 1% que anunciaron a principios de legislatura como un gran logro se ha convertido en un nuevo engaño, en un incumplimiento más de los muchos del programa popular. Dice el presidente del Gobierno en una entrevista a uno de sus periódicos de propaganda que la culpa no es de Bruselas, sino de la realidad. La realidad es evidente y se impone con sus datos y sus decisiones. Se ha faltado gravemente a un compromiso con una parte de la población más sensible y con menos recursos para poder oponerse a decisiones como esta. Y eso nos confirma que estamos ante gente poco fiable, ante gobernantes de los que no nos podemos creer nada de lo que prometen o dicen van a hacer.