Rectificar es de sabios dice la expresión popular. Porque todos nos equivocamos a veces en nuestras informaciones, en nuestras apreciaciones o en expresiones inadecuadas que tenemos. Hace unos días la Vicepresidenta del Gobierno en la comparecencia posterior al Consejo de Ministros daba unos datos sobre actuaciones de control de la administración referidas a los parados. Unos datos que probablemente le habría preparado la Ministra de Empleo y que venían a decir que cerca de 500.000 personas habían tenido algún problema administrativo en la tramitación del proceso y que unas 5.000 habían cobrado el paro indebidamente porque tenían otra fuente de percepción de ingresos.
En su comparecencia ante los medios tras el último Consejo de Ministros, Soraya Saenz de Santamaría informó de que 520.572 personas han sido descubiertas en el último año y medio como “perceptoras indebidas” de prestaciones por desempleo por un valor de 3.161 millones de euros. Desde el Ministerio de Empleo precisaban más tarde que esa cifra correspondía a perceptores de prestaciones contributivas de desempleo, el subsidio de paro y la Renta Activa de Inserción (RAI), que no tenían derecho a la prestación por incumplimiento de requisitos o falta de disponibilidad para el empleo, entre otras cosas.
La Vicepresidente confundió en tres ocasiones los datos y habló de más de 500.000 parados que habían cobrado indebidamente su prestación engañando a la administración que en una labor de control había detectado ese fraude. Y lo hizo con especial intensidad refiriéndose a ese medio millón de personas que engañaban a la administración y defraudaban a la comunidad con su comportamiento. Una afirmación grave por la persona que lo hacía y por lo que suponía de comportamiento del colectivo de parados.
Habría sido fácil por parte de la Vicepresidenta reconocer el error de su interpretación y subsanarlo pidiendo disculpas por sus manifestaciones que afectaban a un importante colectivo. Pero ese comportamiento como dice el refrán es de sabios y muchos de nuestros políticos no están en esa categoría.
Al contrario, cuando se le pregunta por ello en el Congreso de los Diputados entra en una acusación de tú más a los grupos de la oposición y sigue insistiendo en sus afirmaciones que sabe claramente que son incorrectas. Y vuelve a querer recuperar su credibilidad con el discurso de su política de reformas. Pero es demasiado evidente que se ha equivocado o si sigue insistiendo en no reconocerlo peor aún porque nos lleva a la creencia de falta de verdad en sus afirmaciones y por una mala fe en sus manifestaciones como hacen por parte de muchos miembros del actual gobierno.
Falta un poco de humildad, de sentido común y de sabiduría política. Ese orgullo que hace incapaz a la persona de reconocer sus equivocaciones no es demostración de buen hacer sino de todo lo contrario y pone en evidencia a las personas para la cual sus afirmaciones parecen como las de los antiguos papas afirmaciones infalibles. Pero en política el reconocimiento de la verdad, la rectificación a tiempo es más efectiva y nos hace más grandes porque nos reconoce como humanos y capaces de cambiar cuando ello es necesario. Eso sí son reformas necesarias.