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19 marzo 2024
ACTUALIZADO 07:51
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El vino de los arqueólogos: cráteras y ánforas

VINUM VITA EST 1
Uno de los centros vinícolas más importantes del mundo romano fue la ciudad de Pompeya con una vasta extensión de viñedos/D. Peris
Diego Peris
El lema In vino veritas trascribe de forma singular la expresión griega: En el vino la revelación (la aleceia), la verdad como desvelamiento de algo que existe previamente. Alétheia es el concepto filosófico que se refiere a la sinceridad de los hechos y la realidad.

A partir de la colonización fenicia, comenzó a cultivarse la vid y el olivo en nuestro país y a desarrollarse la producción de los productos derivados de estos cultivos, la vid y el aceite, y junto a ello las industrias próximas, especialmente la alfarería para la fabricación de recipientes para su almacenamiento y trasporte.

Inicialmente eran las familias pudientes las que tenían acceso a estos productos reservados para ceremonias o celebraciones importantes. Según los arqueólogos, a partir del siglo IV antes de Cristo se extiende el cultivo de la vid y la producción del vino que, llega así a muchos lugares y niveles sociales. Sin embargo, había vinos como los griegos o los italianos que eran considerados de especial calidad y por tanto de precios mucho más elevados. En el Museo de Ciudad Real se presenta una interesante exposición bajo el título Vinum vita est que presenta diferentes piezas de yacimientos arqueológicos de Castilla-La Mancha y nos habla de la historia del vino en nuestra región.

La exposición comienza por la presentación de unas excelentes piezas griegas: una pátera ática de El Toril (El Salobral), una crátera cerámica ática del siglo V antes de Cristo conservada en el Museo de Albacete o una copa tipo Cástulo del yacimiento del Cerro de las Cabezas (Valdepeñas). Cerámicas de colores negros con la elegancia y el cuidado de diseño de una cultura elaborada. El griego sigue teniendo la belleza de sus objetos y su lenguaje y la palabra crátera es una de esas palabras de sonoridad llena de armonía. Una crátera (del griego κράτηρ) es una vasija grande en la que se mezclaba el vino con el agua para luego servirlo en las copas.

 

El vino de los íberos y los fenicios

Según los historiadores griegos, los íberos tomaban el vino al modo bárbaro, es decir, puro, sin mezclar con agua, al contrario que los griegos que llegaban a rebajarlo hasta un 75 %. La copa en la que se bebía era también importante y por ello los vasos griegos daban una solemnidad y categoría al consumo del vino en las fiestas y celebraciones rituales.  El vino era un alimento esencial para los guerreros que podían beberlo en los días que duraba la batalla para tener las fuerzas y energías necesarias.

Los fenicios pudieron traer nuevas técnicas y tal vez nuevas variedades que vendrían a unirse a las ya existentes. Con el tiempo éstas fueron extendiéndose por toda la península. Pero ya en época ibera el cultivo de la vid y la producción del vino estaban presentes en la Península Ibérica. Un excelente ejemplo de ello nos lo ofrecen los estudios del yacimiento del Cerro de las Cabezas de Valdepeñas. Yacimiento con diferentes ánforas para el trasporte del vino y con la constancia de la vitis vinífera en la zona. Es decir, el cultivo de la vid para la obtención del vino está documentado en este espacio en época ibera.

Las piezas de época ibérica tienen nuevos diseños y tratamientos decorativos, pero están llenos de belleza en esa sencillez de la arcilla con decoraciones de colores armónicos y de una austeridad máxima. La tinajilla del cerro de las Nieves de Pedro Muñoz es del siglo IV antes de Cristo, la crátera ibérica del opidium de Alarcos, en Ciudad Real, es una pieza de calidad singular como lo es también la pieza de cerámica del siglo IV antes de Cristo para la mezcla de líquidos.

 

El vino de los romanos. In vino veritas

Las obras de los escritores romanos como CatónColumelaHoracioPaladioPlinioVarrón y Virgilio nos hablan  del papel del vino en la cultura romana y de sus costumbres. Para los romanos el vino griego fue el más apreciado, teniendo las variedades locales precios mucho más bajos. El siglo II a. C. empezó la producción de vino romano de calidad y el desarrollo de los viñedos. Hay cosechas que se recuerdan como especialmente buenas como  la del 121 a. C. cosecha opimia, nombre que toma del cónsul de la época, Lucio Opimio. Plinio el Viejo habla de los primeros crus de Roma y en Sicilia estaba la primera finca viticultora de mamertinum. En esta época se estima que Roma consumía cerca de 1,8 millones de hectolitros de vino al año, aproximadamente medio litro diario por cada hombre, mujer y niño.

Los vinos españoles llegaban con frecuencia a Roma. El poeta Marcial describió un vino muy apreciado conocido como Ceretanum y originario de Ceret (la actual Jerez de la Frontera). ​ El comercio del vino español llegó más lejos a través del imperio romano que el vino italiano, habiéndose encontrado ánforas de España en AquitaniaBretaña, el valle del LoiraNormandíaBritania y la frontera germana. El historiador Estrabón señaló en su Geografía que los viñedos de la Bética eran famosos por su belleza. El escritor agrícola romano Columela fue un nativo de Cádiz influido por la viticultura de la región.

El lema In vino veritas trascribe de forma singular la expresión griega: En el vino la revelación (la aleceia), la verdad como desvelamiento de algo que existe previamente. Alétheia es el concepto filosófico que se refiere a la sinceridad de los hechos y la realidad. Literalmente la palabra significa aquello que no está oculto, aquello que es evidente, lo que es verdadero. También hace referencia al des-ocultamiento del ser. El vino nos ayuda a manifestarnos en la realidad que somos a descubrir la verdad de las personas dice la expresión griega.

 

Vinum vita est

Uno de los centros vinícolas más importantes del mundo romano fue la ciudad de Pompeya con una vasta extensión de viñedos, y servía como importante centro comercial con las provincias romanas extranjeras. Era la fuente principal de vino para la ciudad de Roma. Se han encontrado ánforas estampadas con los sellos de mercaderes pompeyanos por todo el imperio romano. A medida que Roma extendía su poder por el mundo aumentaba el comercio del vino aumentó. Y sus potentados disponían en sus casas de espacios para el almacenamiento de este preciado líquido como ocurre en la casa de Materno en Carranque. Recientemente se están documentando en Carranque espacios para la elaboración del vino. Los visigodos continuarán apreciando el vino y la uva como lo prueban algunos de los materiales aparecidos en las excavaciones de la Vega Baja de Toledo o el sillar visigodo de Oreto decorado con racimos de uvas.

Petronio cuenta la celebración que el liberto Trimalción, hizo en su casa. Para impresionar a sus invitados les ofreció un falerno opimiano de cien años en ánforas de cristal. Y cuando lo probaron gritó Vinum vita est para inaugurar el banquete. Este es el lema que ha escogido la exposición que ahora se presenta en el Museo de Ciudad Real.

Un recorrido que muestra una selección de piezas arqueológicas de yacimientos importantes de Castilla-La Mancha que nos ayudan a seguir la presencia del vino y sus usos sociales en este territorio en épocas remotas. Probablemente sería bueno que este rastro estuviera presente en un catálogo y en las redes sociales, en la red de redes. Cuando uno busca vino en la época ibérica o romana parece que Iberia se reducía a la Tarraconense o a la Bética con un desierto en el resto del territorio. Una buena web de la exposición y los materiales presentados sería una buena aportación a la cultura del vino en Castilla-La Mancha presente en esta excelente exposición.

 

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