La apoteósica ovación en pie con que el público que llenó el Corral de Comedias despidió a todos los intervinientes en el estreno mundial de La Calderona indica el pleno grado de satisfacción que produjo en el respetable la interpretación de Natalia Calderón y Pablo Paz y el acertado acompañamiento musical de DJ Hardy Jay, bajo la dirección de David Ottone, de la compañía Yllana.
La citada ovación fue provocada por una obra rompedora y atrevida, que osó -con gran brillantez- trasladar una trama del siglo XVII al XXI, nada menos que en el Corral de Comedias de Almagro, sancta santorum de las tablas del teatro clásico, con preminencia nada menos que para el rap y hip hop como vehículo oral de transmisión; quizás un sacrilegio para algunos -confío en que no muchos-, un bendito atrevimiento para nosotros.
La obra reproduce las vivencias de María Inés Calderón, un personaje real que se atrevió a ir más allá del papel secundario adjudicado de oficio a la mujer en España hace cuatrocientos años, pisando con éxito los escenarios de la época como actriz y, además, utilizando sus encantos femeninos para conquistar las voluntades de los mandatarios de la época, incluido el rey de turno, Felipe IV. Sin embargo, su esplendor, pasajero se tornó desdicha cuando acertó a dar un hijo barón bastardo al monarca, recluyéndola, ocultándola en un convento hasta que su hijo, a la postre don Juan de Austria, restituye su figura.
Cabe destacar el dinamismo y la versatilidad tanto de Pablo Paz, soberbio, como de Natalia Calderón, si bien esta estuvo -utilizando terminología rapera- un escalón por debajo de su compañero de reparto en cuanto a flow, lo que viene a ser algo así como soltura.
No faltaron los guiños divertidos; de hecho sobrevolaron el escenario continuamente, a pesar de la seriedad de la situación representada. No obstante, este tono general jocoso no eclipsó el fondo temático de la obra, la legítima aspiración de las mujeres a ser tratadas y consideradas como iguales, algo que no se daba en el siglo XVII ni tres siglos más tarde, aunque, en respuesta a una de las intervenciones de Pablo Paz, la situación, por fortuna, ha cambiado para el llamado -¿por qué?- sexo débil en el siglo XXI. Aunque todavía quede camino por andar.
La Calderona: fucking great play.