“La diversión que teníamos los jóvenes en aquel tiempo -finales de los años sesenta- era ir a la Plaza del Generalísimo de entonces, hoy Plaza Mayor, para pasear por los portales tristes y por los otros portales. Paseo para acá, paseo para allá y nada más, con los chicos por un lado y las chicas por otro”, comenta Joaquín Barón, primer presidente de Juventud Manchega (Juman), un club que fue una auténtica “revolución” en la ciudad, porque “fuimos capaces de revolucionar a la juventud y darle un sitio donde poder desarrollarse y formarse”, dando cabida a jóvenes de todo tipo, “tanto estudiantes como los que trabajaba en una zapatería o un banco. Allí se juntaron todos y además chicos y chicas en igualdad”.
El 3 de junio de 1967 se inauguró este club “pensado para toda la juventud de aquel tiempo que no tenía sitios donde ir, divertirse, aprender y estudiar”. “Un grupo de jóvenes decidimos embarcarnos en esa aventura” y lo que refleja que fue “una revolución” para la juventud de aquella época es que 50 años después, “cuando muchos ya no están” y pese a que también muchos no se han enterado, “somos capaces de reunir a más de sesenta personas que todavía siguen recordando con fervor aquellas situaciones”.
“Los principios y el engranaje para encajar este club en la sociedad de aquel tiempo fueron muy complicados porque teníamos prácticamente en contra a todos los poderes y nosotros éramos como el verso libre que se salía de las estructuras habituales y establecidas”, señala Barón, que resalta que “con un sentido de libertad, avance, progreso y sueños” surgió esta organización.
“Los principios fueron difíciles pero inmediatamente la juventud se fue enganchando, moviendo y llegamos a 500 socios en Ciudad Real capital”. Tuvieron una primera sede donde hoy por la mañana han colocado una placa en la Plaza del Generalísimo 38 de entonces, que ahora es la Plaza Mayor 22. No obstante, “a los pocos meses aquello se nos quedó pequeño, hubo que buscar otra sede que se situó en la calle Granada, luego en la calle Ciruela, y fuimos cambiando en función de cómo iba evolucionando la vida e historia del Club”, comenta Barón, que indica que las actividades de esta organización fundamentalmente tenían dos objetivos: uno cultural y otro de diversión, esparcimiento y pasarlo bien, de vivir y hacer amigos. Entre las actividades que impulsó, se encuentran conferencias, recitales de poesía, exposiciones de pintura y fotografía, representaciones escénicas ya que tuvo un grupo de teatro, y proyecciones de cine a través de un Cine Club que fue quien mantuvo vivo el legado de este club durante muchos años.
Juman vivió un período de actividad muy intenso desde que se inauguró en el 67 hasta el 75 “y después, no sabemos muy bien por qué, se produjo una hibernación del club, aunque su espíritu se mantuvo muy vivo en el Cine-Club Juman con una actividad intensísima” que llevó el nombre del club hasta el 93.
Precisamente, al responsable desde los inicios de este Cine-Club que posteriormente se llamó Municipal hasta que aparecieron los primeros indicios de la crisis, Paco Badía, fue homenajeado en el encuentro del 50 aniversario de Juman, donde recibió un libro de cine firmado por todos los presentes.
Para Badía, Juman significó en la ciudad, “en una época en la que todo era gris, una especie de ventana abierta a la esperanza y la posibilidad de vivir de diferente manera como entonces vivía la juventud a través de la cultura y la amistad”.