Entre carteles del Festival Internacional de Teatro Contemporáneo de Manzanares, algún óleo y un gran cuadro que parece pintado en azulejos, unas notas de música se pierden en el pasillo. La Escuela de Música Guillermo Calero celebra los recitales del fin de curso y a unos metros un grupo ultima los ensayos para la Muestra de Teatro Escolar.
Rocío Ballesteros, Míriam Rodríguez, Manuel Sánchez-Migallón, Paco Fernández y Polo Sánchez acuden a su ‘centro de operaciones’ en las instalaciones del ‘Ciega de Manzanares’, “su casa”, “su hogar”, el lugar donde cocinan desde una obra de microteatro a una performance para el Día Internacional de la Mujer o una representación que contribuya a encumbrar su marca en el Gran Teatro. Los cinco representan el alma, el corazón y la responsabilidad de Lazarillo Teatro de Cámara y Ensayo, al frente del colectivo y de las escuelas de interpretación.
Manuel Sánchez-Migallón explica que Lazarillo TCE es “una asociación sin ánimo de lucro, dedicada a la formación y a la creación de teatro”. Pronto salen a la luz las impactantes cifras: “Lazarillo como asociación tiene 56 años y el FITC es probablemente el único festival de teatro en España de prestigio organizado por una asociación al margen de gestoras o patronatos, que ha funcionado además de manera ininterrumpida durante 43 años”.
La trayectoria de esta asociación impresiona, pero quizá, aún más, el impresionante volumen de personas que mueven sus escuelas. Hoy en día son cuatro profesores, entre ellos, Manuel, Polo, Rocío y Míriam, para seis grupos donde participan, nada más y nada menos que “150 personas desde los cuatro a los setenta años”.
Las escuelas surgieron entre los años 1996 y 1998, y confiesan que “significaron un cambio radical” para Lazarillo, que abandonó la visión de un teatro tradicionalmente ligado a una élite cultural para bajar al origen, a las masas embobadas con los efectos especiales, las actuaciones musicales multitudinarias y la pantalla digital, para fundirse en la sociedad y asimilarla como garantía de futuro.
Las escuelas son la base
La presidenta de la asociación, Rocío Ballesteros, explica que la muestra escolar y las escuelas son “la base”, donde niños, jóvenes y mayores maman su amor por el teatro, mientras que cortan entradas, reparten carteles del FITC, se maquillan para actuar en la inauguración del festival o preparan el vestuario para la muestra escolar.
Sin saber leer en muchas ocasiones, los niños absorben la esencia del teatro como “un juego”. Expresión corporal, vocalización y juegos forman parte de su aprendizaje en los primeros años, donde la música y el cine son sensacionales compañeros para garantizar la diversión a la hora de subir al escenario.
Polo Sánchez comenta que es “importante que el poso del teatro se cree poco a poco, sin forzar, que cada persona decida el papel que quiere representar”, que se respeten los tiempos de cada persona y que sea natural.
Un espacio para la risa, el llanto, y para conocer gente
Para Paco Fernández el teatro simboliza “una vía de escape” a su mundo, tan similar y a la vez tan diferente al de sus compañeros, pues destacan la variedad de personas que tienen un espacio en el escenario. “Aquí coincide gente de todo tipo, que nunca se hubiera llegado a conocer y que llega a entenderse, algo que se da en muy pocos sitios”, admite Míriam Rodríguez.
Las escuelas de teatro significaron el inicio de su paso por las tablas y han sido la garantía de renovación de esta asociación longeva dispuesta a contradecirse por la juventud de sus cabezas visibles. Míriam Rodríguez confiesa que los “mejores recuerdos” de su adolescencia están ligados a Lazarillo, esos veranos “increíbles” organizando el FITC desde que asumió la dirección y hasta “llamando una y otra vez a compañías” para cerrar la programación.
“El teatro es una de las pocas cosas que han sido capaces de emocionarme, me ha producido llanto, risa, alegría, el subidón del momento del aplauso; y eso se lo debo a Lazarillo, porque creo que amo tanto el teatro por la asociación”, expresa Míriam.
Desde los 60 en el escenario
Los nombres de los fundadores de Lazarillo a principios de los años sesenta, Roberto Muñoz, Juan Antonio Giraldo, López-Mozos, los mismos que “cubrieron un espacio para el teatro contemporáneo que no existía en toda la provincia”, salen a la palestra en el discurso de estos jóvenes comprometidos con la creación artística, que han crecido con Lazarillo y que están seguros de que la cantera seguirá su estela.
Los cincuenta y cuatro años de vida de Lazarillo “pesan”, pero “es un peso bueno”, en palabras de Manuel, “similar a esos nervios que tienes antes de actuar, que siempre están, que suponen que sueltes más adrenalina en el escenario y que luego te sientas mejor” al recibir el ‘abrazo’ del espectador.
El teatro “te cambia la vida”, “te permite conocer a gente”, “hace que creas en ti misma” y “nos hace tolerantes”, pero Polo no puede pasar por alto que, en definitiva, Lazarillo es una muestra de su “compromiso con la cultura”, y esa ha sido la garantía de los “buenos resultados”.
Para Manuel Sánchez-Migallón, que confiesa que sería imposible concebir su vida sin el escenario, el teatro es “cultura” y “transmitir” esa pasión en cada obra, en cada clase, aunque sólo cale en un mínimo porcentaje de las personas que lo escuchan y que lo sienten.
Un teatro integrado en la sociedad
En la actualidad, Lazarillo TCE puede decir con orgullo que está plenamente integrado en la sociedad manzanareña. El matrimonio entre asociación y teatro es quizá el secreto, el mismo que ha conseguido subir al escenario a cerca de trescientas personas en las últimas semanas dentro de la 35 Muestra de Teatro Escolar.
Míriam Rodríguez afirma que “Lazarillo está naturalizando el teatro”, frente a la práctica “más encorsetada”, y en parte es fruto de las escuelas, también las de los colegios. “Es muy importante que en los colegios se plantee el teatro como una actividad extraescolar, que los centros faciliten aulas para las clases, que los padres se impliquen en el vestuario, porque creas movimiento cultural”.
Lazarillo “suma”
El apoyo de la ciudadanía es innegable. Lazarillo consigue movilizar a todos a través del Festival Internacional de Teatro Contemporáneo, un evento moderno, arriesgado y que acapara las últimas tendencias en el ámbito de la interpretación, pero que lejos de llenar las butacas de los espacios culturales de Manzanares con un espectador selecto, está adaptado a todos los públicos e introduce propuestas para todos los gustos.
El FITC Lazarillo tiene microteatro, obras dirigidas al público familiar, circo, música y exposiciones; pero es que además de fidelizar al público y mover a la juventud, el año pasado consiguió incrementar en más de un 50 por ciento la financiación de empresas locales, que reciben poco a cambio y que demuestran su respaldo a este grupo de jóvenes por el que algunos no hubieran dado ‘ni un duro’ al asumir la dirección.
Así pues, Lazarillo “suma” cultura y “suma” en el tejido asociativo, ya que el hecho de que sea una de las asociaciones más antiguas de la ciudad no la hace diferente, como muestra su participación en eventos tan variopintos como las Jornadas Medievales, el Carnaval, Halloween o el Vía Crucis del Miércoles Santo.
Un teatro atemporal y reivindicativo
La escena es “compromiso”, “concienciación”, “aprendizaje”, y por eso, para Lazarillo el teatro tiene que mantener su matiz social y tiene que “reivindicar”. “Así es la cultura”, exclaman, un reflejo de la sociedad, que te pone de frente a la realidad, “donde te ves y te ofendes”. Ya leas a Lope o a Cervantes, “el teatro sigue vivo”. Ya sea ‘Fuenteovejuna’ o ‘La casa de Bernarda Alba’, conservan su trasfondo y mantienen la actualidad.
Por eso, Manuel no se rasga las vestiduras al decir que es “necesario mayor apoyo institucional a la cultura”, a todos los niveles, y en Manzanares, donde “la enorme programación cultural” que genera el infinito tejido asociativo “necesita más proyección”, y donde el FITC clama por dejar de pedir “esfuerzos” a las compañías para que se ‘ajusten’ al limitado presupuesto.
Con el FITC Lazarillo a la vista, previsto para la última semana de agosto, preguntar sobre algún avance es inevitable, y aunque el silencio se apodera de estos jóvenes, adelantan que el Premio Escena ya está cerrado, que el presupuesto será el mismo que el del año pasado, agradecen su apoyo al Ayuntamiento y a la Diputación provincial, y afirman que el formato será similar al de los últimos años, porque han dado con lo que “funciona”.