Que Raphael es infinito, es algo que casi nadie pone en duda, tanto porque no se puede concebir la historia de la música española sin quien es acreedor del único disco de Uranio del mundo acreditado, como porque el tiempo ya jamás borrará un legado que permanece en la memoria de millones de personas del planeta, que lo pasan de padres a hijos e, incluso nietos. Y todo ello sin olvidar su versatilidad, que le hace ser capaz de interpretar cualquier canción o estilo como si él mismo los hubiera inventado.
Y así lo volvió a demostrar el ruiseñor de Linares en la noche de este viernes en Bolaños de Calatrava donde, ante el público que abarrotaba la plaza de toros y en el que se podían ver personas de 18, 30, 40 y hasta 80 años, puso de manifiesto que si él está “Loco por cantar”, su público está aún más loco por escucharle.
A las diez y media de la noche con puntualidad británica -rasgo que le caracteriza porque cuentan que, si no, se pone nervioso-, apareció sobre el escenario vestido con ese negro que luce desde hace años como nadie, mientras sonaban los primeros acordes de Infinitos bailes (compuesto por Mikel Izal) en medio de una gran ovación que hizo que el artista se viniera aún más arriba.
Adoración por Raphael
Y es que si algo quedó patente a lo largo de las más de dos horas que duró el concierto -y también antes a la vista de las largas colas que casi dos horas antes ya había a las puertas de la plaza de toros- es que el público de Raphael es incondicional y lo adora, como si el tiempo no transcurriera, como si cuando el artista pisa el escenario se detuviera el tiempo.
Siguieron a ese primer tema otros como Aunque duela (de Dani Martín), pero el primer momento de clara comunión entre artista y público llegó en el cuarto tema Mi gran noche, que puso por primera vez a bailar a un entregado público y a partir de ahí fue desgranando temas como Ella, Provocación, La noche, Despertar al amor, Yo sigo siendo aquel, No puedo arrancarte de mi -que cantó sentado en un sillón de oficinas con ruedas con el que se movió por el escenario- o Por una tontería -sólo con el piano-.
Éxtasis
Siguió con Carrusel (de Iván Ferreiro), Estuve enamorado, La quiero a morir, Adoro, Amor de mis amores, El gavilán y Volveré a nacer, si bien el éxtasis y la locura que se desató con una plaza de toros llena puesta en pie llegó en la parte final del concierto con temas como Escándalo, Estar enamorado, Yo soy aquel, En carne viva, Ámame, Qué sabe nadie y un fantástico Como yo te amo que cerró un concierto en el que, a pesar de la afonía que se dejó entrever a veces en una garganta que parecía ‘cansada de cantarle a las estrellas’, enamoró a los asistentes.
Y, como siempre ocurre con Raphael, les dejó con ganas de más porque nunca se escucha demasiadas veces una de las mejores voces que España ha dado al mundo.