La compañía catalana El Maldà abre este fin de semana las refrescantes propuestas teatrales de madrugada en el Patio de Fúcares de Almagro con su desternillante, y veloz en cuanto al cambio de personajes por parte de los actores Ricard Farré y Enric Cambray, montaje de ‘Las mujeres sabias’, de Molière.
Con la diligencia instantánea con la que Mortadelo se enfunda un traje o Clark Kent se lanza a volar como Superman, ambos intérpretes mudan de rol haciendo desfilar a ocho personajes en torno a un biombo que por un lado está empapelado con la imagen ficticia de una gran biblioteca, mientras que en el otro se descubre toda una infalible combinación de frases hechas que no dicen nada pero que rellenan un montón en cualquier tipo de diálogo dejando al interlocutor boquiabierto.
‘Pedrojete’, el más convincente de los redichos y con dotes de showman televisivo capaz de cubrir horas y horas de emisión sin contenido alguno, es el encargado de demostrar esta herramienta maestra de la banal elocuencia que hace levitar de entusiasmo a la esposa, hermana y una de las hijas de Crisalio, Armanda, mientras que la otra, Enriqueta, no tan atraída por la sabiondez que fascina a las mujeres de su familia, está decidida a esposarse con el más terrenal y cabal Clitandro, algo que aprueba su padre, pero no su madre, proclive a emparentarse con el soufflé de pedantería que la hace sentirse aparentemente sabia.
Marimandona, dominanta y con un genio que convierte en calzonazos a Crisalio, la madre de la novia despedirá por no rendir pleitesía a la gramática a la divertida, con acento payés, criada, quien, no obstante, será la que la saque de dudas sobre las verdaderas pretensiones económicas del locuaz Pedrojete.
Entre las caricaturas que realizan los actores de El Maldá de los personajes de esta comedia que critica la altivez y pedantería, no hay que perderse la de la hermana de Crisalio que con el labio torcido confiesa que no para de coleccionar amantes imaginarios.