Como salidos de la película de Piratas del Caribe, el elenco del Teatro del Temple cerró este sábado sus dos representaciones sobre ‘La vida es sueño” en el 40 Festival de Teatro Clásico de Almagro.
Si bien Carlos Martín respeta el texto de Calderón de la Barca, deja que desear el dicho del verso, sobre todo por parte del protagonista, que en vez de transmitir el dramatismo de su desdichada existencia, provocó las risas del público por la impostada declamación.
La profundidad y belleza de la escritura clásica, centrada en la reflexión y denuncia del sometimiento y la manipulación psicológica, no se proyectó encima del escenario del Espacio ‘Miguel Narros’, pues en el marco de una dramaturgia diseñada a modo de jungla, tuvo un tratamiento escénico, por momentos, entre un entremés popular y un romance de jácara.
De hecho, no faltó un pequeño número de cante romancero que distorsionó con el propio argumento, incluso con la música que ambientó en directo toda la pieza, y que fue de los elementos que crearon algo de tensión dramática.
La versión no es reduccionista y recoge toda la trama calderoniana en un proyecto en el que siete actores crean, según la compañía, “un mundo casi penitenciario, donde la pertenencia o no al grupo marca la posibilidad misma de la existencia”.
Las caracterizaciones, con máscaras y vestuario paramilitar, resultan grotescas para poner el acento en la crueldad del rey polaco Basilio, que teme que su hijo, Segismundo, le arrebate el trono y gobierne con arbitrariedad. Por ello, decide encerrarlo en una torre solitaria, donde es criado embrutecido y encadenado por Clotaldo, esbirro noble del monarca.
Posteriormente, Basilio decide probar el carácter humano del príncipe llevándolo a palacio dormido y donde , ya despierto, se muestra soberbio, bruto y cruel, por lo que es restituido a la prisión, aunque, tras los enfrentamientos con Astolfo, heredero de su padre, perdona a su padre y restablece el orden “social”.
Precisamente, en este meollo argumental de profunda carga filosófica calderoniana, en la que el autor juega con la realidad objetiva y la ensoñación onírica, es donde aparecen unos gags cómicos difíciles de digerir.
El resto de intérpretes consigue algunos momentos de teatro intenso como es el caso de Rosaura, hija de Clotaldo, un personaje íntegro que lucha por su honor y que al final se casa con Astolfo, así como su criado Clarín, encargado de poner el acento irónico y fresco, propio del personaje, concebido para descargar dramatismo a la trama.
Estrella solventa de manera creíble su compromiso con la monarquía y al final se promete con el “bueno” de Segismundo, que es “admirado por todos por su buen ingenio y aclamado como rey”.
La composición musical estuvo adecuada al diseño del proyecto, con una interpretación adecuada que marcaba las pautas escénicas.
Con todo, la versión de una de las compañías estables del panorama nacional, que cerró la programación del Espacio ‘Miguel Narros’, ha sido muy seguida por el público almagreño, pues es una de las obras más representadas de este ciclo.