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19 marzo 2024
ACTUALIZADO 07:51
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Un Segismundo de la palabra deja buen sabor de boca en el Festival de Almagro

segismundo
Los actores se emplean a fondo en el viaje entre lo onírico y lo real
Julia Yébenes / ALMAGRO
Moma Teatre ha presentado el viernes y el sábado en el Teatro Municipal 'La vida es sueño (v.v. 105-106)'

Con un montaje puramente actoral en torno a una estructura en forma de cubo, frontera entre la cárcel en la que Segismundo lleva recluido desde su nacimiento, y el mundo que ha castrado su libertad, Moma Teatre cerró este sábado con gran éxito la presentación en Almagro de su versión de una de las obras más conocidas y profundas de Calderón de la Barca.

Carles Alfaro y Eva Alarte plantean con ‘La vida es sueño (v.v. 105-106)’ la adaptación fiel y sustancial de un texto sobre la concepción de la vida como un sueño, y lo hacen a través del trabajo interpretativo y las emociones.

Para ello, los cuatro actores de la función se emplean a fondo, tanto con la métrica y la poesía de los versos originales, como en el viaje entre lo onírico y lo real. Tanto es así que consiguen algo muy difícil en los tiempos que corren como es que los personajes “se coman” con naturalidad a los intérpretes y parezcan salidos directamente de la pluma del autor.

Basilio (Vicente Fuentes), Segismundo (Alejandro Saá), Clotaldo (Enric Benavent) y Rosaura (Rebeca Valls) hablan por sí solos con la personalidad con que fueron concebidos en el papel y por eso son creíbles dentro de una historia que de por sí atrapa.

Y es que se trata de una pieza limpia y directa, basada en el teatro de la palabra, “en el mundo, todos los que viven sueñan”, con una escenografía organizada en base a un juego de luces que marcan los planos, y con una música tenue que simplemente adorna las reflexiones del verbo.

El argumento cuenta con las principales claves de la obra: en Polonia, el rey Basilio, perturbado por la muerte de su esposa al dar a luz a su primer hijo, consulta a los hados sobre la conducta que tendrá el heredero como gobernante, y los oráculos dicen que será cruel al ocupar el trono. Ante esta predicción, el monarca oculta la existencia de su hijo y lo encierra en una torre sin luz ni libertad, aunque décadas después tiene dudas y pone a prueba a “la fiera humana”.

Uno de los aspectos de este montaje es que, con tintes que recuerdan al mito de la caverna, el conflicto se cierra con la revictimización del príncipe desdichado, caracterizado con el blanco y el rojo de la traición y la ira, con la vuelta a su cárcel subterránea . “¿Es la razón una represión que nos permite vivir en sociedad? ¿Qué nos distingue de la bestia que encarna nuestras pasiones? ¿Puede un ser abandonado a su propio raciocinio, no engendrar el monstruo?”, se preguntan Alfaro (también es el director) y Alarte, ante la manipulación de la conciencia del padre sobre el hijo, que sirve a éste para justificar sus propias frustraciones.

Con todo, este tratamiento evocador y reflexivo de los dilemas intelectuales de una de las obras cumbres de Calderón, gusta al público de Almagro, como así lo ha demostrado con las dos ovaciones que la propuesta ha recibido el viernes y sábado del penúltimo fin de semana del certamen de teatro clásico.

El montaje ha viajado por varios ciclos dramáticos y seguirá en cartelera en otros certámenes, fuera y dentro de España, con el marchamo de calidad artística que ha demostrado. En el caso del Festival de Teatro Clásico de Almagro, ha dejado buen sabor de boca sobre las tablas del Teatro Municipal, un espacio ideal para acoger este proyecto escénico intimista e introspectivo.

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