Eusebio Angulo guarda un acta de su primer año como entrenador. El BM Pozuelo alevín perdió 42-6 con el Bolaños. Cada vez que las sirenas de la soberbia, propia o ajena, llaman con su irresistible canto, Eusebio le echa un vistazo. Es su palo mayor al que atarse. “En cadete, ese mismo equipo, estuvo a punto de ganarle la liga al Bolaños”, asegura sonriendo Angulo. No hay mucho más que decir. La historia esconde toda la filosofía de un club que no cree en los milagros, sino en el trabajo bien hecho, sin prisas, mirando siempre hacia delante, “con la cabeza en el cielo y los pies en la tierra”, como dice Eusebio, un tipo práctico que siempre se ha atrevido a soñar.
Todo empezó hace una década. O quizás antes, cuando Eusebio Angulo tuvo que dejar el balonmano. “El equipo del pueblo desapareció. Quise seguir en los Marianistas en Ciudad Real, pero por el trabajo de mis padres era imposible desplazarme”, explica, echando la vista atrás. Pudo haber sido el final, pero fue el principio. Tiempo después David Triguero era el concejal de Deportes de Pozuelo, uno de los más jóvenes de la provincia. Se empeñó en que las chicas del pueblo practicaran deporte. Llamó a Eusebio y este, todavía sin ninguna titulación a la que agarrarse, se puso manos a la obra. Diez años después, el BM Pozuelo ha sido, representando a una localidad de 3.000 habitantes, campeón de España cadete, juvenil, subcampeón juvenil y cuenta con un equipo en División de Honor Plata. Entre las dos fechas, mucho trabajo, mucho estudio, mucha gente implicada, mucho compromiso, mucho sudor…
“Cuando empiezo con un equipo, siempre les digo que yo he ganado mucho, pero también he perdido mucho. Sé cuál es el camino que conduce a cada lado. Les pregunto cuál quieren seguir. Si escogen el de la victoria, ha elegido el más doloroso”. Esa es la filosofía de un atlético convencido, de un “cholista” de antes del Cholo. “Es verdad, me identifico con esa manera de entender el deporte”, explica un Angulo que siempre coloca lo colectivo por encima de lo individual. También en lo que le corresponde a él: “La responsabilidad de lo que ocurre en Pozuelo con el balonmano no es, ni mucho menos, solo mía. Hay un equipo trabajando: entrenadores, padres, instituciones y, por supuesto, los jugadores. Su compromiso es lo que hace que todo esto no sea un sueño, sino realidad”, aclara Eusebio Angulo, ingeniero, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha, entregado a lo que hace.
Pozuelo puede presumir de dos títulos de campeón de España. Los dos, el cadete y el juvenil, de una generación mágica. “Quizás fue más complicado en Zarautz, el de juvenil de este año, porque había muchas rivales jugando en División de Honor y nos hemos enfrentado a equipos que tenían incluso mejores jugadoras que nosotros, que llegábamos con la baja importante de Paula Morales”, dice Eusebio, como ejemplo de lo que pretende, de cómo el esfuerzo y el compromiso pueden superar al físico o al talento. Zarautz fue importante, también, por otra cuestión, bastante más personal. Si hay algo que le duele a Angulo es el tiempo robado a su familia, a su mujer y a su hija. “Mi mujer siempre acaba apoyándome, pero a veces hay, como es normal, ciertas tensiones”, porque Eusebio le echa horas y horas, entrenando al equipo de División de Honor Plata y al juvenil femenino, además de sus funciones como presidente. “En Sagunto, cuando conseguimos el campeonato cadete, solo vino a la final, porque estaba embarazada. En Zarautz sí, y pudo vivir con nosotros la culminación del trabajo diario, las emociones de una semifinal en la que conseguimos pasar por penaltis, una final muy peleada. Que ella se emocionara con las chicas, hizo que yo también lo viviera con más intensidad. Pudimos compartir esa enorme alegría”, recuerda Angulo.
El BM Pozuelo es, para muchos equipos, un ejemplo. No para de recibir elogios de todas partes, incluyendo a sus rivales. Algunos lo felicitan por sus éxitos, pero otros, los que de verdad conocen al club por dentro, lo hacen por su trabajo. “Las juveniles llevaban preparándose todo el año para intentar ser campeonas. Han sacrificado muchas cosas y podrían no haberlo conseguido, porque hay que tener un poco de suerte además, pero el esfuerzo siempre habrá merecido la pena”, apunta Angulo, que desgrana, como ejemplo, la rutina de la fase final: “Las chicas se levantaban y tenían tres horas de estudio, porque van a entrar a la universidad. Después, hacían unos ejercicios para relajarse un poco. Más tarde, sesión de vídeo para analizar a las rivales, paseo y a jugar. Y así un día tras otro. Este grupo me ha enseñado muchas cosas y yo trato de devolverle. A estas niñas no se les puede fallar”.
Las juveniles se están llevando todos los elogios, pero quizás la tarea más improbable en la que está embarcado el club es el tener un equipo en División de Honor Plata Femenina. Debutó la pasada temporada y logró una permanencia holgada, llegando incluso a liderar la clasificación. En pretemporada, en el Trofeo Diputación, cayó estrepetitosamente, una vez frente a Bolaños. “Fue un momento complicado. Pensé que íbamos a sufrir mucho para mantenernos”, rememora Eusebio, “pero todo fue mejorando. Nos echaron una mano enorme algunas veteranas, como Lupe, que llegaron desde el Caserío. Con ellas y la ilusión y el trabajo de las jóvenes, apostando por la cantera, porque dejamos seis fichas para las juveniles, que es el máximo que permite la Federación, lo hemos sacado adelante. Hemos terminado octavas, lo que está muy bien. La receta ha sido muy poco dinero y muchas ganas”. Esta campaña, el Pozuelo ha conseguido el patrocinio de Soliss Seguros, que añade su nombre al del club. Un nuevo paso adelante para los calatravos.
El BM Pozuelo no es solo un equipo femenino. Desde hace siete años, también trabajan con chicos. Poco a poco, sus equipos van a apareciendo por los sectores, creciendo, como antes lo hicieron las chicas. La infraestructura del club se hace cada vez más compleja y esta temporada quieren dar un salto a ese respecto. “Un compañero, Bruno Barragán, ha preparado un dossier para distinguir cargos y responsabilidades. Queremos profesionalizarlo un poco, acotar tareas para ser más eficaces”, apunta Angulo, para quien “si hemos tenido algún problema, es que hemos crecido demasiado rápidamente. Nos faltaba infraestructura para tantos niños. Y eso queremos paliarlo. Se abre una etapa nueva, en la que integramos a toda la gente que está dispuesta a trabajar. Hay que preparar al club para que esté por encima de las personas que ocupemos los cargos”.
El club ha ido forjando alianzas a lo largo de estos años. La de Soliss es la última y la más importante, pero antes fue filial del Caserío, en una relación que terminó por disparidad de criterios, y los sénior juegan con el Almagro Donoso. “Las fusiones son buenas mientras convienen a ambos”, asegura Angulo, “pero no por regla general. Hay que analizar cada situación”.
El Pozuelo, con Angulo a la cabeza, ha llegado muy alto, pero todavía, sueña este ingeniero del balonmano, “hay recorrido. Desde que comencé he conseguido más de lo que esperaba, porque soy un inconformista, pero con los pies en el suelo. De momento, vamos a repetir la experiencia de Plata. Como soy cholista, vamos a ir a año a año, pero sin ponernos barreras. Ahora tenemos un patrocinador que suele apostar por proyectos de envergadura. Vamos a mantener al bloque de las chicas que se han proclamado campeonas de España y el objetivo va a ser de nuevo la permanencia. Queremos proseguir con la captación y la apuesta por la cantera. Ahora ponemos en marcha una nueva edición del campus con más de 100 niños, vamos a hacer talleres de captación en Torralba y Miguelturra. El año pasado hicimos uno en Carrión y sacamos una escuela benjamín. La idea es fomentar el balonmano y establecer alianzas. Tenemos cuatro equipos federados, 250 niños en la cantera”.
Lo que ocurre en Pozuelo con el balonmano no es normal, porque no es normal que un club de un pueblo de 3.000 habitantes se haya proclamado dos veces campeón de España y tenga un equipo en División de Honor Plata Femenina, que sus jugadoras, como Jimena Laguna hace muy poco, sean llamadas por la selección española. Pozuelo guarda un secreto que, paradójicamente, está al alcance de todos. Es simple: poner todo el talento de que se disponga al lado de todo el trabajo que se pueda realizar, ir dando paso a paso, ser realistas sin dejar de soñar, seguir formándose y buscar apoyos sin descanso. Esa es la receta de Eusebio Angulo, el ingeniero del balonmano provincial.