Investigadores del Centro de Investigación de la Vid y el Vino de Castilla-La Mancha (IVICAM) han recuperado una singular variedad de uva en extinción, la Montonera del Casar. Se trata de una tipología blanca, localizada en cuatro puntos de las provincias de Cuenca, Guadalajara y Toledo, que acaba de ingresar en el Registro de Variedades Comerciales.
La incorporación de esta especie al catálogo del Ministerio de Agricultura es fruto de más de 15 años de estudio de las variedades antiguas de uvas vinificables por parte de científicos del IVICAM, adscrito al Instituto Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario y Forestal (IRIAF).
El objetivo, según Esteban García Romero, director de esta entidad, es ampliar el conocimiento sobre el patrimonio de variedades propias, diversificar el potencial productivo vitícola de la región e incrementar así la competitividad de su sector vitivinícola con caldos exclusivos.
En el caso de la Montonera del Casar ha sido objeto de pruebas de corte experimental durante años en la sede del IVICAM, ubicado en Tomelloso, y hace unos meses fue autorizada como idónea por la administración tras un largo proceso. Su inclusión en el registro nacional fue publicada el pasado 18 de mayo en el BOE.
Se sumará a las 56 variedades -27 tintas y 29 blancas- que hay reguladas en Castilla-La Mancha, según la última revisión recogida por el BOE del 11 de marzo.
El propio consejero de Agricultura, Francisco Martínez, celebró en sus redes sociales “el logro” de los investigadores instituto. Subrayó “la importancia de la innovación pública en el sector vitivinícola castellano-manchego”.
Apenas 700 plantas
La uva Montonera del Casar había pasado bastante inadvertida para los productores manchegos, ya que apenas había 700 cepas plantadas. Fueron localizadas, explica García, en el marco del proyecto de investigación iniciado en 2005. La finalidad era “tratar de salvar de la extinción de uvas antiguas y tradicionales que se pudieran estar perdiendo por los procesos de renovación y reestructuración del viñedo”.
La empresa no pudo ser más exitosa para el equipo de viticultura del Iriaf, pues la estimación de registrar “unas 10 o 15” de tipologías desaparecidas sin catalogar se quedó muy corta, al haber hallado una cincuentena de ellas.
Entre los años 2006 y 2007 comprobaron que la Montonera del Casar no había sido descrita en los manuales más actuales, y por tanto estaba fuera del mapa vitícola regional, además de contar con una genética propia.
La encontraron en Mandayona (Guadalajara), El Casar de Escalona, Navahermosa (Toledo) y Tarancón (Cuenca).
Se trata, según el análisis ampelográfico de los investigadores, de una uva blanca de tamaño y racimos pequeños, y una piel que adquiere tonos anaranjados cuando madura. Son cualidades y parámetros enológicos observados en la base experimental del Ivicam, recuerda García, tras someter a la Montonera del Casar a las mismas técnicas agrícolas que a otras variedades, y haber obtenido producciones “más o menos estables”.
De cara a su transformación, daría unos vinos singulares, “distintos a los que podemos encontrar en el mercado”.
Precisamente, está pendiente el trámite con la Junta de Comunidades para lograr la autorización que permita la obtención de caldos en el territorio de Castilla-La Mancha.
Previamente, en junio de 2014 iniciaron el trámite administrativo con el Ministerio de Agricultura para la inclusión de la Montonera del Casar en el registro de variedades comerciales, tras superar las fases de homogeneidad, estabilidad y distintividad.
Los estudios certificaron que “es distinta y no fruto de una mutación extraña, que su producción es estable y que sus plantas tienen características homogéneas”, explica el investigador.
Viticultores interesados
Una vez culminen todos los procesos, el propio Ivicam como centro oficial podrá proporcionar material vegetal a los viticultores interesados, “que ya los hay”, para plantar viñedos de la variedad recuperada, que solo se puede encontrar en la región.
Es una oportunidad comercial que enólogos y productores han conocido a través de las jornadas de transferencia del conocimiento.
Sus características como vino blanco en comparación con el mayoritario airén “son potencialmente más aromáticos, con una ligera tendencia a oxidación, acidez más alta y, por tanto, más frescos”.
Su singularidad, sobre todo, viene del carácter territorial que tiene, pues “no se puede encontrar en otra latitud”. Es una condición que en el mercado puede convertirse en una ventaja competitiva y puede jugar un gran papel a la hora de acercar a los clientes al gran catálogo productor de la región.
Banco de germosplasma
Respecto al resto de variedades halladas, son todas valiosas como patrimonio del banco de germosplasma que atesora el centro investigador, aunque alguna de ellas tenga características enológicas “planas” y no vayan a ser promovidas como variedad comercial. Es un ADN único, subraya García, que demuestra la importancia de las uvas en la sociedad castellano-manchega desde hace siglos.
