Si en la anterior –y primera- entrega de la serie Encastes del Toro de Lidia, publicada el pasado 2 de diciembre, presentábamos este serial que pretendemos publicar en las páginas taurinas de los miércoles en LANZA, al igual que citábamos los orígenes de este emblemático encaste, hoy toca el turno de hablar de su conformación física y de su comportamiento en el ruedo, si bien no debe tomarse lo aquí escrito como norma inalterable e infalible, sino como una generalidad sujeta a excepciones.
Prototipo Albaserrada
El toro actual de Albaserrada es la mezcla de dos encastes: el de Saltillo y el de Santa Coloma. De ahí el clásico color cárdeno de sus pieles (típico de Santa Coloma), y la conformación de pitones hacia arriba (clásico de Saltillo). De hecho, Adolfo Rodríguez Montesinos, en su libro Prototipos raciales del vacuno de lidia, asegura que el toro de Albaserrada tiene cuatro quintas partes de Saltillo por una quinta parte de Santa Coloma.
Morfológicamente se trata de animales de talla media, finos de tipo y piel, de cabeza estrecha y alargada, de sienes también estrechas y morro afilado (hocico de rata). No obstante, a veces aparecen algunas reses más anchas de sienes y de hocico más amplio, que corresponden más a la influencia de la sangre Santa Coloma.
Según señala Rodríguez Montesinos en el magnífico libro citado en la anterior entrega, “Las encornaduras suelen ser finas en su base y en todo su trayecto, alcanzando un nivel de desarrollo considerable. Normalmente se dirigen hacia arriba, con distintos grados de curvatura, dando lugar a ejemplares veletos, cornivueltos y cornipasos. Estos tipos de astas son los más característicos en los “albaserradas” por afinidad con los “saltillos”, pero también aparecen ejemplares acapachados, corniapretados, cornidelanteros, e incluso gachos, evidenciando su otra rama de procedencia, la derivada de Santa Coloma.”
Comportamiento
Las generalizaciones suelen estar sujeta a inexactitudes, por supuesto, pero tampoco tiene razón de ser citar absolutamente todas las variantes pues no acabaríamos nunca. Por tanto, podemos decir que los “albaserradas” han resultado tradicionalmente agresivos y desiguales, pudiendo encontrar ejemplares nobles y con calidad, embistiendo por abajo (una constante en esta procedencia), y otros de gran viveza y agilidad, que con frecuencia no terminan el viaje y buscan las zapatillas de los toreros. En cualquier caso, se trata de toros listos, si este término se puede considerar aplicable a un animal –creo que sí-, y que exigen un esfuerzo considerable a quien se pone delante de ellos. De lo que no cabe duda es que todo lo realizado delante de estos toros tiene mérito. Ahí están los casos de Ruiz Miguel, Luis Francisco Esplá o, en menor medida, Manuel Caballero, quien dio el primer paso para convertirse en figura tras varias actuaciones de relieve ante toros de Victorino Martín.
En los últimos años, la vacada insignia de este encaste, la de Victorino Martín, no ha tenido la regularidad de años anteriores. Las razones nadie las sabe. Tan sólo, quizás, las conozcan sus criadores, el astuto Victorino Martín padre, o su brillante hijo de mismo nombre, hombre moderno que garantiza la continuidad de tan señera ganadería brava.
Tampoco han sido años de demasiados éxitos para la otra gran vacada de procedencia Albaserrada, la de Adolfo Martín, que, como la de Victorino, también ha pasado por las páginas de LANZA. No obstante, todos los años saltan varios toros que dan esperanza y que hacen pensar que esta ganadería volverá a tomar el tono conseguido hace no tantos años, con corridas excelentes lidiadas sobre todo en la plaza de toros de Madrid, aunque se nos vienen a la cabeza magníficos encierros lidiados en otros cosos menores, como por ejemplo Añover de Tajo o Consuegra no hace mucho.
La que parece que va tomando cuerpo y regularidad es la tercera ganadería “albaserrada” en discordia; la vacada de José Escolar (también protagonista de un reportaje en profundidad publicado en LANZA), con las corridas lidiadas en plazas francesas, donde este ganadero madrileño ha encontrado un hueco nada desdeñable.
En Ciudad Real no se suelen lidiar ejemplares de esta procedencia, aunque en el 2007 pudimos asistir a una corrida de Victorino Martín en Daimiel, y también aquel año, a una de Adolfo Martín en Torralba de Calatrava, ambas de juego desigual.
En próximas entregas seguiremos analizando otros encastes actuales del toro de lidia, esa magnífica raza animal, tan defendida por quienes menos la conocen.