Todos los años son importantes. Todos. Sobre todo si los miramos a priori, pues las expectativas siempre suelen –y deben- ser ambiciosas, aunque a posteriori los resultados no lo sean tanto.
2017, a buen seguro, vendrá marcado por dos hechos de relevancia. El primero de ellos será, sin duda, la gestión que Simón Casas lleve a cabo durante su primer año al frente de la plaza de toros más importante del orbe taurino como es la de Las Ventas de Madrid. El francés, tras dos décadas de intentos fallidos, por fin ha resultado adjudicatario del coso madrileño, y cabe esperar que su contrastada solvencia y originalidad en la gestión de otros cosos llegue también a Las Ventas, de la mano de una potente empresa turística como es Nautalia.
También será trascendental lo que ocurra en Barcelona tras el fallo de Tribunal Constitucional en contra de la prohibición de las corridas de toros en Cataluña. El inquietante silencio respecto a la próxima organización de festejos taurinos de la familia Balañá, dueña de la plaza Monumental de Barcelona, no añade tranquilidad sino más bien lo contrario. Pero todavía hay tiempo. Aunque este pasa y no para. Tic tac tic tac.
Ciudad Real
En el plano provincial hay que hacer referencia a nuestros toreros. Luis Miguel Vázquez, en una situación nada fácil después de su única actuación en su plaza de Daimiel, en la que no pudo salir a su segundo tras resultar volteado al entrar a matar a su primero, estando resentido de las costillas; Fernando Tendero, quien logró indultar muy meritoriamente un toro de Marqués de Quintanar en Villarrubia en su único paseíllo de luces del año; Emilio Huertas, torero capaz de alternar actuaciones realmente entonadas con otras de menor inspiración; el ilusionante proyecto que supone el recién alternativado Antonio Linares; el empujón que debe dar –sí o sí- el daimieleño Carlos Aranda en su determinación por llegar a ser matador de toros; la ilusión que no cesa de Rubén Aparicio; el avance de Jonathan Anaya sin apenas oportunidades de ponerse delante de dos pitones; el funcionamiento de Escuelas taurinas como las de Miguelturra o Alcázar de San Juan, ayunas de apoyos institucionales…
También en el plano empresarial será un año trascendental. El primer año de gestión sin sobresaltos de los hermanos Lillo en Ciudad Real deberá tener su refrendo en la feria de 2017 para la que, según parece, se prepara un abono inusual y atractivo en cuanto a la conformación de carteles. Almagro, y su fecha emblemática del 25 de agosto, después de un primer paso hacia la recuperación en 2016, tendrá que demostrar que quiere seguir en ese camino ascendente (por favor, escuchen allí a un maestro de escuela retirado que puede arrimar el hombro con su amplio y desinteresado conocimiento del toreo y de su querida maestranza manchega).
En el plano ganadero también hay razones fundadas para ilusionarse. La gran temporada de 2016 protagonizada por la vacada de Toros de Mollalta, con un indulto y otra vuelta al ruedo en las dos corridas de toros lidiadas, hacen que en este 2017 haya muchos ojos puestos en el comportamiento de los pupilos de Inés López. Sin olvidarnos de otras ganaderías ciudarrealeñas, como son las de Víctor y Marín, que para este año tiene dos novilladas picadas y algunas más de erales; o la marcha ascendente de La Rinconada, centrada en la lidia de novilladas sin picadores a la espera de volver a lidiar utreros; o las reses que cría la familia Gallego en pleno Valle de Alcudia, por citar cuatro nombres.
Resultaría altamente positivo que todas estas expectativas se cumplieran a satisfacción, aunque sería demasiado pedir que todas se materializaran como nos gustaría. Pero por pedir que no quede. Feliz 2017.
