Desde muy pequeño Antonio Lorenzo Ruiz Serrano se sintió atraído por la idea de ayudar. Cuando su hermana pequeña padeció poliomielitis todo su afán era curarla y ahí germinó su deseo en convertirse en médico. “Nunca me plantee otra cosa”, afirma el médico de familia que en la actualidad ejerce en el Centro de Salud III de Ciudad Real y que recientemente ha sido reconocido por sus compañeros con el I Premio al Mérito Profesional del Colegio de Médicos.
Cuando le comunicaron que formaba parte de los once candidatos al reconocimiento se sorprendió. De hecho concreta que su sorpresa fue que hubiera dos médicos de Atención Primaria (su compañero José Manuel Morales y él) junto a jefes de servicio y especialistas, porque la atención hospitalaria siempre parece tener un mayor impacto. “Me parecía bueno que la Atención Primaria (AP) estuviera representada, por mí o por cualquiera”.
Su asombro fue mayúsculo cuando en el acto de entrega del premio dijeron su nombre. “Fue algo muy gratificante, sobre todo cuando volví la cabeza y vi a mi hija, que había estado escondida hasta ese momento para que no sospechara que había sido el ganador”.
El médico de familia como eje del sistema sanitario
Para Antonio Lorenzo Ruiz Serrano este premio sirve para reivindicar la figura del médico de familia. “Siempre se habla de la AP como eje del sistema sanitario, sobre todo los políticos, pero luego se les olvida y apuestan cada vez menos por ella”.
En su opinión la AP ahora mismo está dejada, en caída libre, y sobrevive por la inercia del trabajo y la vocación de los profesionales. “Nos afecta porque creemos que se tenía que haber apostado por la AP, pero sin embargo seguimos en un modelo hospitalocentrista”. En este sentido detalla que la regla 80-20: el hospital soluciona el 20% de los problemas pero tiene el 80% presupuesto y la AP al revés, y cada vez tirando a menos presupuesto.
Ante este poco interés de dar protagonismo a Primaria, Ruiz Serrano reivindica que se dote de más recursos tecnológicos a los médicos de familia. En especial reclama ecógrafos. Una técnica que ayuda a un diagnóstico más concreto y permite visualizar más claramente problemas que requerirían una atención especializada de forma muy urgente.
Él personalmente se ha formado en ecografía y ha adquirido con sus propios recursos un ecógrafo para su consulta. “Creo que el médico de familia no se puede otra vez al margen de la evolución, solo con su silla y manos. Herramientas como la ecografía sirven para mejorar calidad de lo que haces y ganar en resolutividad, quitando además mucha angustia a los pacientes”.
“Esto hace más por la dignidad de la AP que muchas otras batallas en la que nos hemos metido”, afirma Ruiz Lorenzo, quien ha fomentado grupos de docencia para que los médicos de Primaria avancen en sus conocimientos en técnicas como la ecografía.
Inversión
Reflexionando sobre la inversión en Sanidad, ve la lógica de los políticos para invertir en los hospitales. “Piensan en cuatro años y donde se solucionan los problemas de lista de espera de forma más rápida es en los hospitales, mientras que los efectos de la inversión en la AP son a más largo plazo”.
En este sentido considera que un mayor apoyo al médico de familia facilitaría que fueran más eficaces en resolver ese 80% de los problemas que les llegan a la consulta y, así, se derivaría menos al hospital.
Médico de pueblo
Antonio Lorenzo recuerda que iba para pediatra. Obtuvo plaza en el 12 de Octubre de Madrid, pero antes quiso probar como médico de familia en Porzuna. Tanto le gustó la cercanía de los pacientes, vivir en el mismo pueblo y convivir con sus problemas que durante 30 años permaneció allí. Y aún seguiría si hace cinco años hubiera tenido la seguridad de que cuando tuviera 60-63 años habría plazas de traslado disponible en Ciudad Real. Y es que la exigencia física para ser médico de familia en un pueblo es elevada y se preguntaba si con 60 años tendría capacidad para aguantarla.
“Cuando dejé Porzuna me sentí casi culpable por dejar a mi parroquia después de tanto tiempo, incluso aún muchos pacientes de mi cupo vienen a verme”, recuerda con añoranza.
En Porzuna, donde ha atendido a tres generaciones de vecinos, ha vivido la evolución de la Atención Primaria. “Trabajar en los pueblos tiene una parte muy dura, porque no hay horarios, estás 24 horas expuesto. Por ejemplo hay un accidente o una urgencia y sales de la consulta inmediatamente y sabes que cuando regresas a la consulta hay muchos pacientes esperando”. 40 pacientes y luego atención a domicilio. Llegando 5-6 tarde durante 30 años, solo comer con mi mujer fines de semana.
Recuerda que cuando comenzó a ejercer en 1983 eran en el pueblo dos médicos. Trabajaban 24 horas todos los días al año y libraban un fin de semana cada dos. “No había casa de médico y el consultorio apenas eran cuatro metros cuadrados en el Ayuntamiento”. Pasado el tiempo llegó el centro de salud y ya se trabajaba centralizado, más en equipo, con turnos de guardia, “aunque en el pueblo todavía se vivía una situación de penosidad en tecnología y apoyo: teníamos que trasladar hasta un simple cardiograma”.
El desarrollo progresivo de los centros de salud supuso un gran avance, subraya Antonio Lorenza, que apunta que en el ejercer en la ciudad, como hace ahora, no tiene nada que ver, ya que son equipos de profesionales más amplios. Ante esta diferencia opina que los médicos de pueblo tendrían que estar más incentivados, por ese plus de penosidad y el actuar en solitario muchas veces.
Antonio Lorenzo considera también muy importante el premio que ha recibido para reconocer al médico de pueblo y, reflexionando al respecto, quiere dedicárselo a su mujer, fallecida hace año y medio. “Me he acordado de la cantidad de tiempo que le he quitado a mi familia por esta pasión y ella nunca me dijo nada, ella entendía que me hacía feliz”.
Cuando la recuerda siempre piensa lo mismo: “Soy lo que soy porque tuve a una gran mujer detrás”.
Cada vez más próxima su jubilación, hasta entonces seguirá trabajando a lo que se dedica actualmente, a atender a sus pacientes, a realizar docencia con médicos residentes y estudiantes de Medicina, seguir extendiendo la formación en ecografía y, sobre todo, dignificar la labor del médico de familia.