MADRID, 8 Mar. (OTR/PRESS)
El presidente Donald Trump se enfrenta desde el martes al enfado de China y al de México. Con Pekín, la polémica viene determinada por el anuncio de la construcción del escudo antimisiles antes las provocaciones desde Corea del Norte, que Pekín cree que compromete su seguridad. Con México, el enfado viene respaldado ante la posibilidad, defendida por el secretario de Seguridad John Kelly, de “separar” a los niños de sus madres en la frontera, como método para disuadir la inmigración ilegal.
La actitud bélica que persigue Corea del Norte desde hace tiempo amenaza la estabilidad en la región y ha conseguido enfrentar a China con Estados Unidos y Corea del Sur. Además, los norcoreanos han aumentado la tensión asegurando que los lanzamientos de misiles balísticos en el Mar de Japón son un ejercicio de ensayo para atacar las bases estadounidenses que tiene en territorio nipón.
“Estos tiros son la demostración de que Corea del Norte está preparada para borrar del mapa las fuerzas enemigas mediante un despiadado ataque nuclear”, amenazaba el régimen de Kim Jong Un a través de la agencia oficial de noticias norcoreana.
Sin embargo, la respuesta desde EEUU ha despertado la ira de China. El anuncio del despliegue de un escudo antimisiles en suelo surcoreano no ha gustado nada a Pekín, que ya anuncia sanciones al Gobierno de Seúl y advierte a Estados Unidos de las consecuencias de un choque frontal con el régimen de Pyongyang.
Pekin considera que el sistema de defensa THAAD, que Washington y Seúl acordaban el martes comenzar a construir, va a comprometer su propio sistema defensivo. Sin embargo, las amenazas de Corea del Norte suponen un serio aviso, tanto para Washington como para Tokio. Corea del Sur ha dejado ya de ser el principal objetivo del régimen. De hecho, los misiles norcoreanos podrían alcanzar las bases que EEUU posee en el país nipón.
No obstante, la escalaba de provocaciones de Corea del Norte ha sido criticada y calificada de seria amenaza desde China, Estados Unidos, Corea del Sur y Tokio, además de recibir la condena del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
China quiere que se reduzca la tensión en la zona y el ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, ha pedido una vía de “doble suspensión” en la península de
Corea con el objetivo de poder alcanzar la ansiada desnuclearización de la zona y mantener la estabilidad.
Wang ha señalado el miércoles que “como primer paso”, Pyongyang debe “suspender sus actividades nucleares y de lanzamiento de misiles” a cambio de la “suspensión de los ejercicios militares a gran escala que llevan conjuntamente Estados Unidos y Corea del Sur”.
“Esto ayudaría a las partes a poner fin al dilema de seguridad y a regresar a la mesa de negociaciones”, ha añadido, según declaraciones recogidas por la agencia china de noticias, Xinhua.
“Debemos seguir un enfoque de doble vía para la desnuclearización de la península por un lado y para el establecimiento de un mecanismo de paz por el otro”, ha explicado.
El lunes, las autoridades de Japón y Corea del Sur aseguraron que Corea del Norte había disparado un total de cuatro misiles balísticos.
El portavoz del Gobierno de Japón, Yoshihide Suga, detalló que tres de los cuatro proyectiles han impactado en la Zona Económica Exclusiva del país en el mar de Japón, según ha informado la agencia japonesa de noticias Kiodo.
Poco después, el primer ministro nipón, Shinzo Abe, afirmó que el cuarto proyectil también había caído en aguas japonesas, agregando que los misiles recorrieron unos mil kilómetros antes de caer al mar.
El viernes, Pyongyang amenazó con realizar más lanzamientos en respuesta a los dos meses de maniobras militares conjuntas entre Estados Unidos y Corea del Sur, conocidas como 'Foal Eagle'.
El diario oficial 'Rodong Sinmun' indicó en un editorial que “nuevos tipos de armas estratégicas emergerán” si Seúl y Washington continúan con sus maniobras conjuntas.
MÉXICO Y LA ONU, PREOCUPADAS POR LA DETERIORADA SITUACIÓN DE LOS MIGRANTES EN EEUU
Además de los problemas a los que se enfrenta Trump con Corea del Norte y el consecuente enfado desde Pekín por sus medidas, otro de los países con los que las relaciones se vuelven cada vez más tensas es con su vecino mexicano.
De hecho, el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) de México, Luis Raúl González Pérez, y el alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Raad al Hussein, han mostrado este martes su
preocupación por la situación “en creciente deterioro” de los migrantes mexicanos en Estados Unidos.
Entre otros aspectos, ambos han abordado la situación de los mexicanos emigrados a Estados Unidos, en un momento en el que el presidente, Donald Trump, ha comenzado a legislar para poner fin a la migración ilegal y frenar la entrada de extranjeros en el país.
Por su parte, el ministro de Exteriores de México, Luis Videgaray, ha expresado la “gran preocupación” de su Gobierno por la posibilidad planteada por el secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos, John Kelly, de separar a las familias que crucen ilegalmente la frontera entre los dos países.
Kelly admitió que la Administración de Donald Trump estudia separar a los hijos de sus padres, apelando a que “estarán bien cuidados” mientras se examina el estatus migratorio de sus progenitores. “Para mí es más importante intentar mantener alejada a la gente de esta terrible red”, explicó a CNN.
“Es algo que se ha dado a conocer como una posibilidad y hemos hecho saber de inmediato al Departamento de Seguridad Interior nuestra gran preocupación por que esto ocurra”, ha apuntado Videgaray, tras reunirse en el Senado con la Junta de Coordinación Política.
El jefe de la diplomacia mexicana ha subrayado que la separación familiar representaría un “daño irreversible” para muchas personas, si bien ha reconocido que Washington no ha realizado ningún anuncio definitivo en relación a esta cuestión.
El Gobierno de México está analizando ya las consecuencias que puede tener para sus ciudadanos las medidas migratorias impulsadas por la Administración Trump, que también aspira a construir un muro en la frontera entre los dos países.
Desde el 20 de enero, fecha de investidura de Trump, los consulados mexicanos en Estados Unidos han visto incrementadas hasta en un 400 por ciento las consultas. Videgaray ha anunciado un refuerzo de estas oficinas –medio centenar en todo Estados Unidos–, con especial foco en la asistencia jurídica.