La vida profesional de un torero tiene varias fechas clave. Muchos, la mayoría, dirán que la más cargada de emoción es la de la alternativa. Sin embargo, el debut con picadores de todo torero es una ocasión que queda grabada a fuego en la memoria de los que se visten de luces y van, paso a paso, ascendiendo peldaños en esta vocación taurina.
El pasado domingo, en Velayos, un pequeño municipio de la provincia de Ávila, el novillero Emilio Huertas, de Santa Cruz de Mudela, se puso por primera vez en público y vestido de luces ante una novillada de utreros. Le acompañaron cerca de cincuenta paisanos que se desplazaron hasta Velayos en un autobís fletado para la ocasión, mientras que el paseíllo lo hizo al lado del rejoneador Rubén Sánchez (dos orejas) y del colombiano Santiago Naranjo (dos orejas y dos orejas y rabo).
Los novillos pertenecieron a la ganadería de Antonio Pérez, y ofrecieron un juego noble pero muy justo de fuerza y casta, por lo que los trasteos, salvo momentos puntuales, no tuvieron la profundidad que se hubiera deseado. Con respecto a la actuación de Emilio Huertas (dos orejas y rabo y dos orejas y rabo), ya con Luis de Pauloba a su lado como director artístico y su peón de confianza Juan Luis Ruiz esta vez vestido de calle en el callejón, podemos decir que fue la clásica de un novillero con ganas al que, en buena lógica, le quedan aristas que pulir. No puede ser de otra forma.
No obstante evidenció que posee valor, afición, y mucho amor propio, ya que no dejó pasar la ocasión de hacer quites, y dio cumplida réplica a Naranjo en cuanto tuvo ocasión. La tarde estuvo lastrada por el intenso frío reinante y un molestísimo viento que dificultó el normal uso tanto de capotes como de muletas. No obstante, se pudieron ver apuntes de lo que este torero puede llegar a desarrollar en la cara del toro, destacando varios pasajes en los que encadenó los derechazos como a él y a nosotros nos gusta, con la mano baja y llevando a los novillos muy atrás, con mando y compostura.
Aún así, por delante le aguarda un largo camino, largo y duro, durante el que en más de una ocasión tendrá que echar mano de esa afición y amor propio que ya ha demostrado ocasionalmente, y que se convertirán en su batería de energía en los próximos años. Y ojalá, con el paso de los años, podamos recordar la fría tarde del 31 de enero de 2010, día del debut con picadores de Emilio Huertas, como una fecha de relevancia en la cronología taurina de la provincia de Ciudad Real. O de España. Quién sabe.