De las innumerables ocasiones en las que el ex diputado ciudarrealeño, Manuel Marín, habrá hablado de la Constitución de 1978, una de ellas fue en La Solana hace ocho años. A propósito de su fallecimiento, he rescatado de la hemeroteca de Lanza aquella intervención. Era diciembre de 2009, y ese mes nuestra Carta Magna cumplía 31 años desde su aprobación. La charla que protagonizó el ex presidente del Congreso iba dirigida a los alumnos del IES Modesto Navarro (Lanza, 9 de diciembre 2009).
En esa fecha ya estaba retirado de la política activa y se mostró reacio a hablar de asuntos como el Estatuto catalán que estaba encallado por entonces en el Tribunal Constitucional. “Hace dos años que decidí cerrar la puerta a opinar sobre política”, dijo. “Es como dejar el tabaco, debe ser radical, por que si aceptas el puro en una boda, al final acabas fumándote dos paquetes diarios” recogía la crónica.
De la Constitución dijo que “fue un gran hito que nos ha dado las tres décadas de mayor estabilidad y prosperidad social y económica de la historia de España” y de la Transición que “era una pelea constante por que había que conquistar derechos todos los días”. No rechazó, sin embargo, que el texto constitucional pudiera ser revisado, modificado, en sintonía con los tiempos pero “con mucha prudencia” y advirtiendo de la necesidad de lograr un gran consenso nacional. Tras poner en valor las grandezas del texto constitucional y del período de la Transición como ejemplo de lucha por las libertades, aclaró que los tiempos habían cambiado y que los problemas y las inquietudes como sociedad, eran distintos a los que vivían los ciudadanos en 1978.
Se mostró, no obstante, preocupado por asuntos como “el cambio climático, las nuevas pandemias, el fenómeno de la inmigración y las guerras locales”, problemas que no existían hace treinta años y sobre los que quiso llamar la atención de los jóvenes. “Que se preocupen por lo actual, no por lo pasado”.
Crisis económica
No tuvo reparos, en cambio, en hablar sobre la crisis económica y sobre la inquietud que le generaba que no supiéramos tomar nota de sus efectos para poder aprender de los errores. Es más, temía que volviera a pasar lo mismo que en crisis pasadas. “Hace poco que hablábamos de establecer mecanismos reguladores y mayor control al sistema financiero, pero ahora que la crisis parece acabar ya se habla de no ser tan estrictos por si los brotes verdes se secan”, señalaba.
Este diciembre, hemos llegado al 39 aniversario de la Carta Magna con un debate de fondo más agitado, si cabe, que en ediciones pasadas por la situación que se vive Cataluña –referéndum ilegal, declaración de independencia, aplicación del artículo 155…- y al hecho de que la Cámara baja haya dado luz verde a una comisión sobre el modelo territorial para abrir el debate sobre su reforma.
Ha sido por tanto la necesidad de acometer una reforma constitucional sin afectar a la soberanía nacional, en torno a la que ha girado la mayor parte de los discursos de los líderes políticos esta semana, de manera especial este 6 de diciembre. Todos han apelado a la urgente necesidad de lograr el máximo consenso para aprobar las modificaciones del texto constitucional, de la misma forma que fue posible hace 40 años, cuando España salía de uno de los períodos más difíciles de su historia. Pero hoy todos sabemos que este es otro momento y que conformamos una sociedad muy distinta a la de hace 40 años y asuntos de este calado requieren otra altura de miras, altas dosis de diálogo y menos soberbia.
Marco de convivencia
En el discurso institucional del Día de la Constitución, celebrado este martes en Ciudad Real, el presidente de la Diputación aseguraba que “si en 1978 fueron capaces de establecer un marco de convivencia a futuro tras una dictadura atroz, por qué ahora no podemos readaptar al momento actual, tan complejo y diverso, un texto que nos sirva para las próximas décadas”. Con la modificación de la Carta Magna, aseguraba, España mejoraría su modelo de convivencia y permitiría a más de la mitad de los españoles nacidos después de 1978 y que no votaron la Constitución seguir disfrutando “de décadas fructíferas, con bienestar, libertad y en paz”.
Voluntad política y altas dosis de consenso y generosidad fueron determinantes para quienes dieron forma a la actual Constitución como esa ley suprema del Estado que nos ha proporcionado uno de los períodos más largos de convivencia de este país. ¿Hoy serían posible?. Todos conocemos la realidad política de este país y sabemos cómo se tratan muchos artículos de la Constitución (vivienda, igualdad, pensiones, derecho al trabajo…) ajenos al modelo territorial. Para el periodista Iñaki Gabilondo el consenso en este país es ignorado, despreciado y la voluntad política está en los huesos.
Valgan estas lineas para expresar mi reconocimiento a la figura de Manuel Marín. Supo reconocer el valor del Estado sin complejos.
