Así viene a cumplirse ahora los 317 años de la Guerra de Sucesión que enfrentó al pretendiente Borbón, es decir Felipe V y el austriaco archiduque Carlos por el trono de España. En efecto, a la muerte de Carlos II sin descendencia, se convirtió en una guerra europea sobre el territorio de España. El rey Carlos fallece el 1 de noviembre de 1700, pero antes de morir Carlos, había designado al arzobispo de Toledo Fernández Portocarrero como regente. En 1702 la Gran Alianza (Austria, Inglaterra, Holanda y Portugal) declaran la guerra a Francia y España. Comenzando así la conocida Guerra de Sucesión.
Tras larga ofensiva bélica, el nuevo rey, Felipe de Anjou , nieto de Luis XIV de Francia y bisnieto de Felipe IV, fue coronado con el título de Felipe V. Acababa así la dinastía de los Habsburgo y llegaba al trono español la dinastía de los Borbones.
El ascenso al trono español de Felipe V representaba la hegemonía francesa y la temida unión de España y Francia bajo un mismo monarca. Este peligro llevó a Inglaterra y Holanda a apoyar al candidato austriaco, que, por supuesto, era sustentado por los Habsburgo de Viena. Las diversas potencias europeas se posicionaron ante el conflicto sucesorio español.
Por otro lado Felipe V, representaba el modelo centralista francés, apoyado en la Corona de Castilla, mientras que Carlos de Habsburgo personificaba el modelo foral, apoyado por la Corona de Aragón y, especialmente en Cataluña. La guerra concluyó con la firma del Tratado de Utrecht en 1713, que estipuló lo siguiente:
-Felipe V era reconocido por las potencias europeas como rey de España pero renunciaba a cualquier posible derecho a la corona francesa.
-Los Países Bajos españoles y los territorios italianos (Nápoles y Cerdeña) pasaron a Austria. El reino de Saboya se anexionó la isla de Sicilia.
-Inglaterra obtuvo Gibraltar y Menorca, y también el derecho a comerciar con las Indias españolas y el “asiento de negros”, permiso para comerciar con esclavos en las Indias).
Durante la guerra, la reina Mª Gabriela de Saboya en calidad de Gobernadora (el rey se hallaba defendiendo Nápoles), se dirigía al concejo de Ciudad Real, rogando con el mayor interés la ayuda de la ciudad “…estando—decía—la armada de Inglarerra en las costas de Andalucía, habiendo empezado el desembarco en aquellos parajes, de cuyo progreso pueden resultar los mayores inconvenientes más graves… y para bien de estos dominios espero continuéis con el celo que se han experimentado en otras ocasiones… contribuyendo con el mayor socorro… Yo la reina, septiembre de 1702…”
La reacción de Ciudad Real no se hace esperar, pues como lugar de fundación realenga, y siempre al lado de la corona, no escatimó jamás ayudas y sacrificios. (sic). La reina responde en octubre: “Concejo, Justicia, Regidores de la ciudad de Ciudad Real, el Servicio de 24.000 reales que vuestro amor y celo me han hecho en la presente vigencia del desembarco de los ingleses, ha sido mi Real Gratitud y Estimación, esperando de vuestra lealtad, que en ocasión de tales circunstancias en que se interesa nuestra Sagrada Religión y defensa de estos dominios y mi Real Servicio, no le quedará a vuestra firmeza por ejecutar por todo ello que conduzca al fin de exterminar estos herejes de la Andalucía, siempre experimentareis mi Real ánimo muy inclinado a favoreceros y haceros merced. Madrid 5 de octubre de 1702. Yo la Reina (sic).
A través de documentos en archivos toledanos, y en un legajo de 39 folios numerados, que por el año de 1917 existía en la Biblioteca Provincial de Toledo, sabemos de los atropellos sufridos en las villas de Daimiel, Almagro, Villarta de San Juan, etcétera… llevados a cabo por tropas inglesas, italianas y alemanas, que vinieron en auxilio del archiduque Carlos.
En otro orden de cosas, nos hallamos en Ciudad Real en 1706, donde se encontraban internados 107 prisioneros italianos y alemanes, entre los que se contaban 7 coroneles, 4 tenientes coroneles, 10 capitanes, seis tenientes, 9 alféreces, 3 sargentos mayores 21 sargentos, perteneciendo el resto a soldados de tropa. Todos estos militares consumían 90 panes diarios, con cargo al Consistorio. Un documento con el número 329 (caja núm.10), depositado en el antiguo Archivo Municipal “Elisa Cendrero” de donde copié todo hace veinte años. El citado legajo, señala “ Que D. Jacobo Filz James, duque de Berwick, mariscal de Francia, envía al alcalde de Ciudad Real la recomendación, para dar cuenta de ellos… y los cuide…”, en el dicho documento vemos también relación de gastos de alimentación, originados por los dichos prisioneros de guerra, llamado entonces “pan de munición”. También observamos en la documentación consultada, los numerosos intentos de fuga de los prisioneros.
Desde luego, ignoramos en qué lugar fueron internados en Ciudad Real los dichos militares. Pero al margen, hay un hecho curioso sucedido en 1706, el 30 de enero de ese año, en plena Guerra de Sucesión, el rey Felipe V autorizaba a los miembros de la Santa Hermandad Vieja de Ciudad Real, portar armas cortas de fuego, hasta entonces prohibidas, para persecución de fugitivos, gitanos, bandoleros forajidos y maleantes, etcétera, dentro del término de la provincia-intendencia de Madrid. Desde entonces, un buen número de madrileños desearon pertenecer a la antigua institución ciudarrealeña.
*Miembro de Número de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales