“Los últimos serán los primeros” es una frase que solemos pronunciar en diversas circunstancias de la vida. Se trata de una de las influencias de la sabiduría bíblica en nuestra vida cotidiana, un préstamo bíblico a nuestra lengua.
La frase exacta de Jesús varía según los textos, pero podría expresarse de la siguiente manera: “Pero muchos primeros serán últimos, y muchos últimos, primeros”. La tradición sapiencial de Israel está repleta de dichos cortos, como refranes y proverbios, que brotan de la sabiduría popular. También Jesús fue un sabio que expresó su mensaje, no solo a través de parábolas, sino por medio de dichos cortos, fáciles de retener y cuyo carácter enigmático invita a la reflexión.
¿Qué significa, en concreto, este dicho de los últimos y los primeros? Seguramente, tiene muchas aplicaciones y puede abrirnos a distintas dimensiones de la vida. De eso se trata: de proporcionar un principio que nos ayude a interpretar los misterios del día a día.
El evangelista san Mateo ha tomado una parábola de Jesús, sobre la justicia de Dios que es siempre misericordia, y la ha insertado entre dos citas de este dicho sobre los últimos. De esta forma, intenta explicar con palabras de Jesús otras palabras de Jesús.
En la parábola de los obreros enviados a la viña, todos los jornaleros cobran lo mismo, aunque no han trabajado lo mismo. Pero el dueño paga a todos lo que contrató con los primeros: un denario. Por tanto, no es injusto con los que más han trabajado, pero es magnánimo con los que han trabajado menos. Si la justicia es un valor comparativo, el dueño de la viña se manifiesta injusto, pero si es una relación entre el dueño con cada uno de los trabajadores, no existe ninguna injusticia.
Jesús de Nazaret, con su parábola, es capaz de explicar la libertad de Dios sin romper con la idea de justicia más profunda de la historia bíblica. Él no ha venido a desdecir la palabra divina, sino a darle todo su alcance. El Nuevo Testamento no invalida el Antiguo: lo profundiza, lo amplía. La justicia y la misericordia de Dios no son incompatibles, al contrario: la misericordia es la justicia definitiva, como san Pablo supo comprender y predicar, aunque muchos no supieron entenderle.
Esta parábola de Jesús, plena y perfecta en su significado, sirve a Mateo para intentar explicar el significado enigmático de Jesús sobre los últimos y los primeros. En ambos casos –el dicho sapiencial y la parábola– aparece la sorpresa de Dios, su forma distinta de afrontar las cuestiones de la vida. El Dios íntimo que Jesús revela, su Padre, es mucho más grande que nuestra mente y nuestros valores, que nuestros conceptos y sentimientos.
Desde aquí abajo todo es dialéctica y se comprende en la separación. Desde Dios, es posible una perfecta coherencia, una comunión más honda. La gracia de Dios en la parábola, el tratar a todos más allá de sus méritos, es una de las formas de entender el dicho de Jesús; porque, además, el dueño empieza pagando a los últimos para que se mantenga la tensión hasta el final.
Pero la parábola no agota el dicho. De hecho, en la parábola, todos son iguales, los últimos son tratados como los primeros, pero no son tratados mejor. Quizá habría expresado mejor el misterio del dicho sapiencial de Jesús una parábola en la que los últimos reciben una paga mayor. Pero esta parábola no existe: san Mateo une dos mensajes de Jesús para que se iluminen mutuamente y nos hagan pensar.
¿Por qué es Dios así? ¿Por qué la vida aparece, a menudo, como injusta? ¿Por qué no todo es distribución igualitaria y mediocridad extendida? ¿Por qué existen las diferencias?
Al parecer, la solución no está en igualarlo todo, sino en pensar al revés, como en las bienaventuranzas: los pequeños son los primeros para que todos reciban el amor y comprendan su misterio.