¿Cuándo comienza a ser vestidor? Porque se les denomina así, ¿verdad?
Se nos denomina vestidores. Hay unos cuantos en la ciudad. Antonio empieza con catorce años vistiendo a la Virgen del Perdón, de la Hermandad de la Coronación de Espinas de Ciudad Real, Fruto de un momento no esperado, porque aunque tenía una intención clara, nunca me había enfrentado a ello. La persona responsable de vestir a la Virgen por aquel entonces estaba enferma y dio lugar una cuaresma en la que me pidieron que si la podía vestir de hebrea. Y yo, como el que va a hacer quince veces el pino dije que sí. Y ahí empezó mi andadura como vestidor. En aquel momento lo hice como pude o como supe. Con el paso de los años todo se va aprendiendo, se va perfeccionando. Tomas como referencia otros vestidores, te vas fijando en ellos. Vas cogiendo tu propia dinámica de forma de vestir y tu propio gusto, y así es como al final llegas a conseguir ser un vestidor, que es lo que hoy en día yo me considero.
¿Cómo definiría su forma de vestir imágenes? ¿Qué elementos le caracterizan?
Dentro de la forma de vestir, que es un campo bastante acotado porque casi todo está hecho, yo me identifico con una forma de vestir que denomino “pictórica”, es decir, no me gusta vestir las imágenes con escuadra y cartabón, que quede todo exclusivamente perfecto, sino que tenga un toque de viveza en las telas. A la hora de poner un tocado o un manto, cuando la vean al completo, sea una cosa perfecta, pero imperfecta a la vez. Ese tipo de perfección no me gusta. Me gusta algo más pictórico.
Me gustan los tacados más sueltos. Al final la imperfección también es bonita. Tú no puedes tallar una tela. Cuando vas poniendo la tela, ella por sí misma tiene su propia caída, su propio apresto, que te facilita o no que vaya encajándose de una forma u otra esa forma de hacerle el tocado o ponerle el manto a la Virgen.
¿Qué imágenes viste?
A día de hoy soy el vestidor de la Virgen de la Esperanza de Ciudad Real, de la Virgen de la Esperanza de Miguelturra de la Hermandad del Cristo de la Piedad, la Virgen de la Estrella de la Hermandad de Longinos, y una devoción particular que tiene una familia en su casa, los cuales también confiaron en mí para vestir a su Virgen del Rosario. Anteriormente, he sido vestidor de la Hermandad de la Soledad, de aquí de Ciudad Real, en Sevilla, de la Hermandad del Divino Perdón de Alcosa, en Chiclana (Cádiz) de Afligidos, y otras hermandades que, de forma puntual, han ido depositando en mí esta labor.
¿Es una forma de trabajo, una profesión o una afición?
En cuanto a si es una profesión o una devoción, Antonio deja muy claro que es una mezcla de las dos cosas. En primer lugar destaca que es cristiano, y como cristiano la devoción le lleva a hacerlo. Es decir, no podría ir si no fuera de la mano mis creencias y mi religión con este trabajo. Porque al fin y al cabo es un trabajo. No podrían ir desunidas. Aunque suene un poco frío, me considero un colaborador de la Hermandad, una persona de confianza de la junta de gobierno que eligen y con los que se llega a un acuerdo y se trabaja para ello. Siempre acompañado de un grupo muy importante para mí como son las camareras. Ellas tienen todo preparado y listo, limpio y planchado, para cuando llego se empiece a vestir a la Virgen.
¿Cuánta gente compone este equipo?
Este equipo lo componen, normalmente, tres o cuatro mujeres de confianza de la Hermandad, que siempre han estado cerca de la imagen. Son las que llevan la labor de ser camareras y qué mejor que ellas que siempre han estado a su lado para saber dónde están las cosas, cómo se hace, etc…
¿De qué elementos consta la vestimenta de una Virgen?
Normalmente las vírgenes que visto son las denominadas de candelero. Son vírgenes que tienen sus manos y su cara tallada, articulado, pero la parte de abajo, por ejemplo, lo compone un bastidor que hace de su cuerpo. Una vez que la imagen está completamente despojada de todo, las camareras son las encargadas de ponerle las prendas más íntimas, como pueden ser las enaguas. Las enaguas son unos vestidos blancos, lisos, muy sencillos, que son los que dan forma a la parte interior de la Virgen. Días antes, en reuniones previas, hemos acordado lo que le vamos a poner. Una vez que lo tienen listo, se coloca la prenda que cubre la parte superior, lo que es la zona del pecho, y la parte de abajo, que esa falda o saya que cubre la parte inferior de la Virgen. También se colocan unos manguitos que van ceñidos a la muñeca y unas mangas que lo cubren. Ese sería el inicio.
Después se decide el tocado o rostrillo que se le va a poner, de qué tela va a ir puesto. Dependiendo de las fechas del año se pone de una forma u otra. El tocado puede ser de tela lisa o brocada y va colocado formando pliegues, o puede ser de encaje o tul bordado, que se hace con otras formas. Una vez hecho el tocado, se pone el manto, adaptando el tocado al manto para abrirlo y darle amplitud y vistosidad. Después se pondría una toca de sobremanto, que dependiendo también de las ocasiones se pone o no, y para cerrar el conjunto, se pone lo que son las joyas de la Virgen, es decir, la corona, la diadema, un aro, rosarios, un pañuelo, un broche, etc.
Siempre lo que más trabajo da a un vestidor y donde plasma su espíritu creativo es en la parte del tocado, en el rostrillo. Seguramente mucha gente pudiera tener intención de hacerlo pero no lo puede hacer, porque esto de ser vestidor es algo que te dan desde arriba. Te tocan y te dicen: “Tú vas a ser vestidor y vas a tener la gracia esa”. Yo no lo he elegido. Me lo han impuesto desde arriba, y como cristiano reconozco que es así.
¿Qué curiosidades esconden las imágenes en su interior y que no vemos habitualmente?
Cada imagen tiene en su interior, la firma del imaginero que la talló. Normalmente va en la parte trasera, o en la parte delantera, dependiendo del autor. Ha marcado ahí su sello. Algo que en el interior llevan las imágenes, que yo he visto, que me gusta que tengan, son esas formas de rezar sin que las personas estén. Las imágenes que yo visto contienen muestras de personas que están enfermas, o personas que han fallecido, o que necesitan que la Virgen les acompañe en ese camino porque están pasando por un mal momento. La Esperanza de Ciudad Real, por ejemplo, siempre ha llevado una medallita de cuna en su mano del niño del hermano mayor. Son cosas que no se ven pero que sí que están, y hacen mucho bien a los hermanos que sienten que la Virgen está más cerca de ellos con esos pequeños exvotos. No se hace de forma masiva, pero si alguien lo necesita por supuesto que se hace. Igual que si lo necesitan, en las hermandades en las que yo visto, los invito a que asistan a uno de los cambios que yo hago. Si esa persona está pasando por un mal momento, llámese como se llame, y necesita estar un rato más cerca de la Virgen, o de más intimidad, siempre me gusta decir a las hermandades que les diga a sus hermanos que si lo necesitan que se acerquen. Es una cosa íntima, pero sí que tiene ese paréntesis para estar cerca de su Virgen. Yo soy el vestidor, pero es su Virgen, la Virgen de su devoción.
¿Alguna vez se ha caído o desprendido algún elemento?
En las estaciones de penitencia son muchos los imprevistos que pueden surgir. Son muchas las “levantás” que se hacen, los movimientos que llevan los costaleros… Hay anécdotas como la caída de rosarios, de manos. Los priostes son los encargados de atornillar las imágenes y dejarlas seguras. En ese campo nunca ha habido problemas. Pero sí se ha dado el caso de que los brazos se han podido desplazar hacia abajo. Pero es fruto del continuo movimiento en la estación de penitencia, de la temperatura de esas semanas, pero todo queda en pequeñas anécdotas.
¿Cuántos vestidores son en Ciudad Real? ¿Vienen de fuera?
En Ciudad Real estaremos unos cinco o seis vestidores. Casi no vienen vestidores de fuera a nuestra Semana Santa. Entiendo, por otro lado, y es algo que siempre defiendo, que no todo el mundo puede ser vestidor, independientemente de la devoción que se le tenga a la imagen. Todas las personas que tienen devoción no están preparadas para vestir imágenes. Tienes que tener un gusto diferente, un criterio y un estilo definido, saber lo que quieres hacer y cómo se tiene hacer. Muchas veces sí que sorprende que algunas hermandades permitan que no estén sus imágenes como verdaderamente tienen que estar fruto del desconocimiento de la junta de gobierno en no aportar a la hermandad un vestidor y dejar en esas manos, aunque lo hacen con todo el cariño del mundo, esa tarea, pero hay que reconocer que no son especialistas en la materia.
¿Puede deberse a una falta de recursos económicos?
También pudiera ser una falta de recursos por parte de la hermandad, pero mi experiencia personal me dice que el tema económico pasa a un segundo plano. Nunca voy a dejar una hermandad sin vestir por ese tema, me parecería muy feo. Las cifras que cobra un vestidor no son elevadas. Se podría considerar como una ayuda a la persona que está haciendo ese trabajo. Cuando se da una recompensa económica a una persona el trabajo está más valorado por parte de la hermandad y va a ser un regalo que esta persona reciba, independientemente de la parte humana. Además, se tendrá la seguridad de que la imagen estará bien vestida, adecuada a esa hermandad, o a la idiosincrasia de esa hermandad, porque el vestidor, y hablo desde mi caso, cuando una hermandad me llama y confían en mí la responsabilidad de vestir a sus imágenes, sí que me gusta ahondar en la historia de esas imágenes, cómo se desenvuelve esa hermandad durante el año, cómo es esa hermandad durante su estación de penitencia, si es una hermandad de silencio, si es una hermandad que lleva música, todas esas variantes, que se estudian, da forma a la hora de vestir a las imágenes. Al igual que si durante el año tienen que hacer alguna adquisición de tocados, sayas, eres la persona que mejor puede aconsejar a la hermandad para decirles el estilo que mejor se adecúa en cada caso.
¿Hay vestidores de pasos de misterio?
Vestir pasos de misterio es mucho menos laborioso. Normalmente suelen estar vestidos por el prioste de la hermandad, o por personas que quieren colaborar en ello. Digamos que no es tanta la responsabilidad. Este año por cuestiones particulares la hermandad de La Flagelación me pidió que vistiera el paso de misterio, y encantado, soy hermano y lo que haga falta haría para mi hermandad. Pero destacaría que los pasos de misterio que todo debe estar bien puesto, y los complementos que llevan esas imágenes secundarias también tienen que estar pensados y no caer en detalles que pueden llamar la atención o estén fuera de lugar dentro de lo que es ese pasaje del misterio.
¿En qué vestidor se ha basado?
Pasé una temporada larga en Sevilla, diez años. Allí coincidí con Antonio Bejarano. Siempre me había gustado mucho como vestía las imágenes, su tema pictórico. Es un vestidor afamado en la ciudad de Sevilla. Si es bueno vistiendo, su calidad humana es aún mayor. Es un conjunto de habilidades que esta persona tiene y que han atraído a mis ojos de siempre. Otros vestidores también me han llamado la atención, pero ha sido él en el que yo más me he basado en cuanto a la forma de vestir.
El manto, en el caso de la Esperanza de Ciudad Real, al ser un manto tan grande y con tanta profusión de bordado, va colocado encima de una estructura metálica llamada “pollero”, la cual soporta todo el peso. La imagen nunca soporta el peso del manto. Aparte lleva unos mosquetones para que en las ‘levantás’ no se eleve demasiado. Este tipo de elementos, como son los mosquetones, se ponen a mantos profusamente bordados y de mucho peso, teniendo especial cuidado en que la imagen no sufra.
En el momento de vestir la imagen, ¿en qué piensa?
Es un momento muy íntimo, un diálogo. Lo primero que hago es mirarle a la cara y rezarle junto con las camareras. Después pienso en los hermanos de esa hermandad, en el privilegio que tengo de poder vestir la imagen. Cuando yo visto una imagen todos los hermanos están conmigo, de una manera metafórica, pero sí que los tengo presentes ahí. Te acuerdas de personas que lo están pasando mal, de las que ya no están con nosotros. Es la complicidad entre una madre y un hijo. Como cuando tu madre sale de casa y te dice, preguntándote, ¿voy bien? Y tú le dices, pues espera, que te voy a poner esto… Esa intimidad de una madre con un hijo.
¿Cómo definiría cada una de las imágenes que viste?
La Virgen del Rosario, que es una advocación privada, destacaría la intimidad, la devoción particular de una familia y el cariño desde un punto de vista no extrapolado a la calle. Una familia cristiana que tiene la mejor de las joyas en su casa.
La Virgen de la Estrella, destacaría el sitio donde está. Es la Virgen de los ancianos. Está en la residencia de ancianos de la calle Calatrava de Ciudad Real. Es la luz de esa estrella la que da alegría a esa familia de personas mayores. Es la gran desconocida y conocida por todos porque por desgracia no sale a la calle.
La Virgen de la Esperanza de Miguelturra es el gran descubrimiento para mí por encontrarse en la hermandad en la que está. El renacer de la alegría de la dolorosa de Miguelturra.
La Virgen de la Esperanza de Ciudad Real, la que me devolvió otra vez la alegría de volver a vestir a Ciudad Real. La Virgen de mis amistades. Desprende alegría, esperanza porque lo lleva en su cara y su gesto.
Es hermano de La Flagelación, ¿le gustaría vestir al Consuelo?
Me gustaría vestir al Consuelo. Tengo la suerte de tener a mi madre dentro del grupo de camarería de la Virgen. Algo de mí está ahí. Pero gracias a Dios tiene una vestidora que a día de hoy hace las funciones perfectamente y es ella la encargada de hacerlo. Como gustarme, pues claro. Cómo no te gustaría vestir a la devoción de tu casa y de tu gente. Pero que no es el momento, no lo es. Prado Alcázar hace una gran labor. Hasta que ella y la hermandad quieran será así.
