Se reconoce como una “persona que ha amado mucho, quizás demasiado, y no siempre” ha sido correspondido y aprecia que el amor y el desamor han sido motores de su poesía vivencial, basada en experiencias tanto malas como buenas.
“No soy un poeta de ‘mesa camilla’, de esos que escriben ‘por aquí sale el sol, por aquí la luna y me voy a acostar porque van a dar la una’, asegura Joaquín Brotóns, que se considera un poeta “de vida vivida” y estima que su poesía es su “biografía”. El escritor valdepeñero, que afirma haber sido y ser “un hedonista, una persona que ha disfrutado mucho de la vida”, confiesa que desde que sufrió un infarto el año pasado escribe muy poco poesía. “A raíz de ese problema cardíaco no puedo disfrutar de nada, con lo que no tengo experiencias”, dijo Brotóns, que participó este lunes en el Aula de Poesía de la Facultad de Letras, donde leyó una selección de poemas de la antología ‘Pasión y vida’ que reúne cuarenta años de creación poética.
Elogiada su obra por relevantes autores como José Hierro, Pablo García Baena, Luis Antonio de Villena, Carlos Murciano y Vicente Núñez, Brotóns fue, con valentía, el primer castellano-manchego en escribir poesía homoerótica, lo que también le granjeó, dentro de la provincia de Ciudad Real, las críticas de detractores ante una temática que “no se trataba” en aquellos momentos, señaló el propio creador valdepeñero, que recordó que hasta 1995 estuvo en vigor la Ley de Peligrosidad Social del franquismo que se aplicaba a los homosexuales acusándoles de cometer delitos como el de escándalo público.
Brotóns ve en su poesía influencias de Cernuda, poeta que le ha interesado y “sigue interesando mucho”, y al que considera “el mejor de la Generación del 27”, además de haber sido capaz de hacer lo que no se atrevieron a hacer otros: escribió poesía homoerótica en unos tiempos en los que había que ocultar totalmente la homosexualidad. “Prueba de ello es que tanto Lorca como Alexandre, Emilio Prados y otros muchos poetas del 27 eran homosexuales pero entre líneas. Ninguno escribe con la claridad con la que lo hace Cernuda”.
No obstante, el poeta con el que más se identifica y quizás más haya podido influir en su obra es el griego Constantino Cavafis. En primer lugar, por su homosexualidad, y, en segundo lugar, porque procedía, como el propio Brotóns, de “una familia de ricos venidos a menos”. “Cavafis era hijo de un comerciante de algodón que llegó a poseer una gran empresa con sucursales y yo, modestamente, soy hijo de bodegueros de unas bodegas históricas de Valdepeñas como Bodegas Matías Brotóns SA”, que fundó su abuelo en 1920 y al frente de las cuales luego continuaron sus tíos Matías y Joaquín y su padre, hasta que cerraron en el 92, relató el poeta manchego, que apreció que el pleno del Ayuntamiento de Valdepeñas tuviera el detalle de, años después, dedicar una calle nueva a esta emblemática bodega.
Para el decano de Letras, Matías Barchino, Brotóns es un “clásico de las letras de Castilla-La Mancha” y un poeta de “muy largo recorrido” con una obra que, aunque se remonte a décadas atrás, sigue funcionando ya que se trata de una poesía que “mira a la eternidad”.