P.- José Manuel Caballero, ¿qué coste personal ha tenido ser el presidente de la Diputación de Ciudad Real?
R.- Las horas, aunque siempre le he dedicado mucho tiempo a la actividad política y no me da pereza. Mi mujer y mis hijos, dos mayores que tengo de 15 y 12 años y el pequeño de 2, son quienes más lo padecen. Ese sería el coste, pero lo hago muy gustosamente y me considero un privilegiado, lo digo sinceramente, porque soy feliz con lo que estoy haciendo. Me siento muy satisfecho de esta oportunidad que nunca podré agradecer lo suficiente a los ciudadanos y al PSOE.
P.- ¿Cómo han llevado estos dos años en su casa?
R.- Con resignación, unas veces con más alegría que otras. Pero mi mujer y mis hijos me apoyan, igual que mis hermanos y mi madre que se sienten orgullosos de lo que hago.
P.- Siendo máximo responsable de la institución provincial, ¿ha llorado?
R.- Me he emocionado con el asesinato, a manos de sus maridos, de dos mujeres en Daimiel y Campo de Criptana. Y se me han escapado las lágrimas por ser casos especialmente graves en los que la violencia machista se cobró también la vida de los hijos de esas mujeres asesinadas. La incomprensión de que se puedan producir esos hechos me ha afectado profundamente.
P.- ¿Y ha reído José Manuel Caballero?
R.- Mucho, me lo he pasado muy bien, sobre todo cuando voy a pueblos más pequeños. La última vez ha sido esta semana inaugurando un velatorio, aunque parezca que el tema no es para reír pero me hace gracia lo contentos que se ponen los vecinos cuando lo ven aunque el final siempre es el mismo “qué bien está, es impresionante, pero ojalá no lo tengamos que utilizar”.
Además, en este caso yo soy supersticioso con la muerte, de los que toca madera y no le gusta ir nunca al cementerio ni a funerales, pero ya llevo dos y no me acostumbro a que en estos lugares haya una placa con mi nombre. Espero que nunca la haya en un cementerio como sí les ocurre a un vicepresidente de la Diputación, por lo que si alguna vez arreglamos uno, pediré que en ese caso mejor se olviden de la placa -bromea sonriendo-.
Máximas satisfacciones
P.- ¿Ser presidente de la Diputación de Ciudad Real es lo que esperaba?
R.- Aunque no se puede superar la emoción de sentarte en el Congreso de los Diputados con 25 años junto a personalidades como Felipe González o Alfonso Guerra, de todas las responsabilidades políticas que llevo, esta es la que más satisfacciones me está proporcionando porque, como le decía durante la entrevista, aquí miras a los ojos de la gente. Tienes la posibilidad de mejorar la vida de las personas de manera muy directa.
P.- ¿Cuál es el momento más especial con el que se queda?
R.- Con los afectos, los abrazos y los besos de los vecinos de los pueblos que he visitado. Es increíble el cariño de la gente humilde que cree que eres importante para ellos, pero no por protocolo o porque te vean en los medios de comunicación, sino porque actúas para mejorarles la vida. Estamos hechos de carne y hueso y son los afectos lo que más me interesa.