Según el Diccionario de la Real Academia Española: córcovo es el salto que dan algunos animales encorvando el lomo. Pero ahora no quiero hablar de animales sino de bodegas de Castilla-La Mancha. Y el salto que están dando las bodegas de nuestra región tiene diferentes modalidades: grandes cooperativas que se fusionan creando grupos potentes para la comercialización, búsqueda de la calidad desde las bodegas unidas a un territorio en los pagos, desarrollo de importantes sectores industriales que introducen técnicas de control y elaboración de calidad o búsqueda del cuidado en bodegas de pequeña o mediana escala que avanzan en una producción cada año mejor. Y una de estas bodegas que desarrollan su actividad en esta escala familiar o de formato reducido es la bodega J. Mejía de Valdepeñas.
Los cuatro ingredientes del avance de estas bodegas, en mi opinión, se pueden concentrar en lo siguiente: instalaciones con tecnologías modernas que cuidan la calidad de la producción a partir de uvas cuidadas, elaboración con un saber hacer de generaciones que combina la nueva tecnología con el conocimiento de tiempos pasados, el aprovechamiento, como recurso propio, de sus instalaciones históricas y una imagen de comercialización y diseño actuales.
Las nuevas instalaciones y buena elaboración
Bodegas Corcovo ha introducido en el espacio tradicional de su bodega las nuevas tecnologías de tratamiento a la llegada de la uva, depósitos de acero inoxidable con cuidado de temperatura y elaboración detallada de cada variedad de uva. Una moderna nave de vinificación y fermentación equipada con equipos de última generación donde se elaboran los vinos de una forma muy personal con cuidados esenciales y con una atención singular del enólogo.
Depósitos cada uno de ellos con sus identificaciones que tratan de seguir la trazabilidad, ahora exigida a los vinos con denominaciones de origen. Una nave en la que los grandes depósitos verticales a ambos lados con sus bocas de control inferior y las pasarelas que recorren su acceso superior definen esos espacios tecnológicos de las nuevas instalaciones. En este caso con unas barricas de roble en su centro y un gran depósito abierto para airear el vino y disfrutar con su presencia en los momentos de vendimia. Tienen también laboratorio, nave de embotellado, nave de almacén, oficinas, salas de cata y una moderna y atractiva vinoteca donde se comercializan todos los vinos que elaboran.
En los viñedos propios se cultivan uvas de las variedades airén, tempranillo, syrah y verdejo. De ellos reciben un millón de Kilos de uva que producen en torno a los 600.000 litros de vino de las diferentes variedades cada año. Bodegas Mejía e Hijos nace en 1994 como un proyecto renovado. incorporando los cuidados de elaboración y crianza de los vinos. Los viñedos se cuidan con atención, se plantan nuevas variedades y se definen las condiciones de cada lugar para obtener uvas de la mejor calidad. Y desde la uva, su recogida cuidada y su tratamiento individualizado comienza el proceso de elaborar un vino de calidad que cada día mejora en su saber hacer y en el resultado del vino que se produce. Una bodega que se renueva de manera total en 1994 pero que tiene en su base el saber hacer desde las últimas décadas del siglo XIX.
Instalaciones históricas
Pero junto a esta propuesta de futuro han sabido incorporar los valores de una bodega con años de historia. La puerta de acceso a la nave donde ahora se sitúan los depósitos de acero inoxidable tiene la inscripción 1884 que corresponde al momento en que surgen importantes bodegas de la ciudad con una comercialización más intensa y la presencia del ferrocarril como sistema para hacer llegar los vinos al resto del país.
Desde esta nave, reformada y modernizada con estructuras metálicas y revestimientos aislantes, se pasa a la nave con depósitos de hormigón que tiene su doble altura para poder controlar el vino desde la boca de las grandes tinajas. Una espléndida estructura de madera cubre este espacio con una fila de tinajas a cada lado y pasarelas que van dejando huecos que hacen visible la altura general del espacio. La gran altura de las tinajas de hormigón y la nave estrecha, en comparación con la altura, dejan visiones sugerentes desde la parte inferior del espacio. Las bocas de las tinajas ahora con tapas de color azul intenso acogen en su interior el vino que reposa en su interior. El contraste de esta nave con la de los depósitos de acero inoxidable establece el diálogo del tiempo y la convivencia de las diferentes tecnologías que los años van conservando en las bodegas de nuestra región.
Desde el patio de entrada, en una de sus laterales cubierto con una estructura de madera y teja árabe, arranca la escalera que baja a la cueva excavada en la caliza de Valdepeñas. Un largo recorrido lineal de 47 escalones que se curva al final del mismo con nueve escalones más de bajada lleva a unos 12 metros de profundidad. Allí una cueva de 30 metros de longitud y cinco de ancho alberga las barricas de roble a ambos lados de la misma, apiladas en cuatro alturas, para el envejecimiento del vino. La roca excavada tanto en paredes como en techo con casi tres metros y medio de altura, conforma ese espacio de silencio y de naturaleza que se ofrece en estos ámbitos subterráneos donde el vino envejece y gana en calidad.
Diseño y comercialización.
Y junto a una buena producción del vino es importante su adecuada comercialización con los ingredientes que ello requiere en el mundo actual. Presencia en las redes, buenos agentes de distribución y una buena imagen del producto. Corcovo ha apostado por una nueva imagen de calidad con un diseño sencillo y actual que asume las variaciones de colores para los diferentes productos.
En la tienda que se ha instalado en la entrada a las instalaciones de la bodega un amplio muestrario que presenta las variedades y las posibilidades del producto dentro de una necesaria unidad de marca. Un moderno edificio que acoge la exposición de los productos de la bodega y sirve de espacio de venta directa de los mismos, Corcovo, en diferentes variedades, que cambia los colores de las etiquetas y de los cierres dando un aspecto renovado a cada una de ellas. Diseños diferentes para los syrah y sus Corcovo 24 barricas, criados en barricas de roble. Botellas que cambian sus formatos, etiquetas y diseño general de las mismas. El cuidado de las cajas y de los embalajes acaban de conformar esta atención a su comercialización.
La visita a la bodega, con explicaciones amables y un recorrido tranquilo que acaba con la cata de uno de sus vinos es una excelente oportunidad para conocer todos estos aspectos de una bodega de Valdepeñas. Corcovo es el salto del animal, pero también es el salto de bodegas tradicionales que apuestan por avanzar por caminos de calidad en Valdepeñas.