Con afecto, a don Antonio-Lorenzo Ruiz Serrano
Dice el conocido refrán castellano, -seguro que usted lo habrá oído muchas veces-, que “al borrico muerto, la cebada al rabo”, o lo que es lo mismo, que en numerosas ocasiones se rinden homenajes y se conceden reconocimientos a las personas cuando aquellas ya no los pueden disfrutar.
Por eso deseo, a través de estas líneas, hacerle llegar los parabienes que me encarga mi madre, la paciente de su cupo en el centro de salud de Severo Ochoa de Ciudad Real, Isabel Martínez Muñoz, por la concesión de ese primer premio al mérito profesional que no hace mucho recibía usted a iniciativa del Colegio de Médicos.
Es usted, y afortunadamente lo constata la reacción de muchos de sus pacientes, uno de esos profesionales que escuchan y saben escuchar; de esos médicos de familia, -de “cabecera”, se decía en otros tiempos-, que tienen la capacidad de compaginar la ciencia con la humanidad;… Porque ya le conocemos desde hace años estamos convencidos, -mi madre, mi hermana y yo-, de que con usted, don Antonio, no se corre riesgo de que los galardones le hagan cambiar su forma de ejercer la medicina, o de atender a quien en usted encuentra referente, sino todo lo contrario, ya que con toda sencillez ejerce la docencia médica con quienes le son confiados para desarrollar tal menester.
Su afecto, su trato, su cercanía,… que indudablemente comparten otros muchos profesionales del campo laboral sanitario, creo, -creemos-, que han sido merecidamente valorados en su trayectoria como médico de familia, y quiera Dios que sigan siéndolo por muchos años. Por eso, y desde la más absoluta sinceridad y en nombre de los tres, ¡enhorabuena, don Antonio!