José Esquinas, ex presidente del Comité de Ética para la Agricultura y la Alimentación de la FAO denunció este jueves en Ciudad Real la falta de voluntad política de los gobiernos del primer mundo a la hora de erradicar el hambre, ante la amenaza que representa para la seguridad del planeta.
“El hambre y la pobreza son el caldo de cultivo de la inmigración ilegal e influyen en la violencia internacional”, aseguró Esquinas a lanzadigital.com antes de pronunciar una conferencia sobre agricultura, desarrollo sostenible y ética para el Tercer Milenio en el ciclo de Jornadas contra la Pobreza que está desarrollando la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM).
Esquinas recordó las palabras de John Kennedy hace 54 años, al reconocer la diponibilidad de medios y capacidad para eliminar el hambre de la faz de la tierra en esa generación, un objetivo que no sólo se ha incumplido sino que ha pasado de “ser una tragedia a una amenaza”.
“Antes, el hambre era una cuestión de generosidad y ahora tiene efectos inmediatos que son peligrosos”, advirtió Esquinas, que vinculó la seguridad alimentaria (por la falta de acceso a los alimentos) a la seguridad mundial.
“Quien deja su país y arriesga su vida en una patera o intenta saltarse las concertinas asesinas para llegar a Europa, argumentó, lo hace porque el riesgo en su país es mayor”, una tragedia que es necesario, a su juicio, abordar “para reducir peligros y garantizar la seguridad del planeta”.
Quien fuera director de la Cátedra de Estudios Hambre y Pobreza de la Universidad de Córdoba, enmarcó la crisis alimentaria en un mundo globalizado en el que las leyes del mercado se han impuesto a la propia conservación de la biodiversidad, una relación que está provocando graves desequilibrios territoriales y el aumento de la población malnutrida.
“En 2008 hubo una crisis alimenaria monumental y los precios de los alimentos básicos se triplicaron en seis meses, lo que hizo que el hambre en el mundo y el número de muertos subieran un 20% y que hubiera revueltas callejeras, que causaron la caída de gobiernos”, esgrimió, al igual que en 2011 otro escenario similar “encendió la mecha de la revolución árabe”.
Estos son dos ejemplos que, según Esquinas, ponen de manifiesto la necesidad de intervención por parte de los gobiernos “para prevenir conflictos y guerras”.
“Estamos en una casa común, ilustró, y si hay goteras en la cocina (símil de zonas en vías de desarrollo como África) está en peligro toda la casa”, por lo que “es ridíciulo, absurdo y estúpido cerrar la puerta y poner clavos para que no entren en el comedor porque se van a cargar la puerta y se va a llenar el Mediterráneo de cadáveres”.
“No tiene ningún sentido la actitud nacionalista y cerrada de Europa” porque “somos ciudadanos del mundo, y tenemos que cuidar de él conjuntamente, respetando la gran diversidad cultural y la identifición local”.
Para una de las voces más eruditas sobre desarrollo y agroalimentación en el planeta “no tiene ningún sentido la actitud nacionalista y cerrada de Europa” porque “somos ciudadanos del mundo, y tenemos que cuidar de él conjuntamente, respetando la gran diversidad cultural y la identifición local”.
A su juicio si el siglo XX “fue el de la normalización y estandarización”, la presente centuria “tiene que ser la de la diversificación”, pues de lo contrario “no la acabaremos”.
Para ello, hay que atajar las consecuencias del cambio climático con modelos de diversidad biológica como unos sistemas agrícolas que “se adapten a nuestras necesidades para afrontar un futuro incierto”.
Proyecto en Etiopía
Previamente, la jornada de este jueves, delebrada en la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Agrónomos, se abrió con la presentación de un proyecto de cooperación internacional e interuniversitario, financiado por la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), para promover el desarrollo agrario en una comarca rural de Etiopía.
Los profesores Elisa I. Cano, de la Facultad de Ciencias Sociales de Talavera de la Reina; Elena Urquía Grande, de la Universidad Complutense de Madrid; y Julián Chamizo, de la Universidad Autónoma, hablaron de la iniciativa solidaria iniciada en 2015 y desarrollada en 2016, que ha permitido formar a agricultores etíopes y poner en marcha explotaciones sostenibles para su autoabastecimiento.
Según explicaron, a través de conocimientos teórico-prácticos impulsaron la construcción de pozos y el inicio de prácticas agrícolas entre la población local de la región de Muketuri, a 47 kilómetros de Adís Abeba, para el cultivo de cereales y verduras (acelgas, espinacas, remolacha, patatas o calabacines) y “para alimenar las familias”.
Posteriormente, en otra fase “verificamos el trabajo de los agricultores”, en colaboración con las misioneras de San Pablo Apóstol, y les enseñaron a controlar sus recursos, incluidas algunas nociones de contabilidad para saber equilibrar ingresos y gastos, y para vender sus excedentes en los mercados.
La financiación del proyecto alcanzó los 14.000 euros (en dos partidas anuales) y, según dijeron, fortaleció el desarrollo agrícola de los poblados de Muketuri, Gimbichu, Mechela y Yate, a través de unas pautas para constituir y mantener microempresas y para mejorar las fuentes de financiación de los cultivos.
También costearon las semillas para las cosechas y el costo de los inputs.
