Haciendo un poco de historia sobre dicha cofradía cabe decir que se funda en el primer cuarto del siglo XVIII, -1725-, en el convento que por entonces regentaban los Padres Dominicos en la calle Compás de Santo Domingo y que en la primera mitad del XIX, por causas diversas, se enclava en la precitada parroquia. Reanuda entonces sus cultos, aunque desconocemos con qué imagen, estableciéndose ya en los primeros albores del siglo pasado, 1915, la obligatoriedad de vestir túnica, en Viernes Santo, de terciopelo morado con capillo y escapularios blancos. Con la talla actual, que representa el camino hacia el Calvario, gracias al por entonces cura párroco don Emiliano Morales, y salida de las manos de Antonio Illanes Pérez, lo viene haciendo desde 1942.
Volviendo a este 2018 hay que decir que tras casi un centenar de hermanos -de ambos sexos- que formaban en dos filas con alumbrado natural, cirios morados, y eléctrico en forma de artísticos faroles, aparecía precedido de un grupo de infantes y el correspondiente cuerpo de acólitos el trono de estilo barroco, obra de José Carlos Rubio, sobre el que resplandecía la imagen de Jesús cargado con la cruz sobre un precioso monte de claveles rojos y algunas rosas también rojas en el “cirineo”, o mecanismo que soporta el patíbulo de la crucifixión, conducido por treinta y cinco portadores, al que seguían numerosas personas con notable devoción manifestada en sus rostros.
Patrimonio
Durante el recorrido, y hasta regresar al templo de partida al filo de las tres y media de la mañana, lució la hermandad una buena parte de su patrimonio, tales que un par de gallardetes con más de cien años de antigüedad; el estandarte que los identifica; dos bocinas; la bandera de San Pedro; El Libro de Reglas; la vara de Secretario,…
Algo que certifica la expectación que despierta el desfile procesional de Jesús Nazareno es que a pesar de la baja temperatura que a todos nos sorprendió eran muchas las personas que “tomaron” calles y plazas para presenciar el transcurrir del cortejo cuya presidencia religiosa ostentaba el sacerdote de la referenciada parroquia, Pablo Martín del Burgo.