La procesión en honor de San Blas, que se organiza en la parroquia de San Pedro, se ha celebrado este sábado al mediodía con la participación de numerosos niños, acompañados por sus familias, así como de los jóvenes del Grupo Scouts de la parroquia y de los que participan en las diferentes catequesis.
La afluencia de personas ha sido mucho mayor que cuando esta procesión se realiza en un día de diario. Sin temer al frío, cientos de personas han querido acompañar al obispo de Sebaste, patrono de enfermedades de la garganta y laringólogos, al que han implorado su protección frente a anginas y catarros.
A las doce en punto salía de la parroquia de San Pedro el cortejo que, ya desde hace algunos años, organiza el sacerdote Pablo Martín del Burgo. Este año el recorrido se ha ampliado, de modo que después de pasar por la calle Ramón y Cajal, plaza del Pilar, plaza de Cervantes, calle Bernardo Mulleras, plaza Mayor, en lugar de regresar al punto de salida por Carlos Vázquez, la procesión se ha dirigido a la calle María Cristina para tomar Cruz, Paloma y Ruiz Morote.
Portado en andas por adolescentes del Grupo Scouts San Pedro
La imagen ha sido portada en andas por adolescentes del grupo Scouts de San Pedro, quienes se han ido turnando con la carga. La procesión la abría el estandarte de San Blas y tras él, el numeroso séquito de personas que han querido acompañar al protector de la garganta. Una vez de regreso en el templo, los asistentes a la procesión han tenido ocasión de contemplar y besar la reliquia de San Blas de Sebaste (actual ciudad turca de Sivas) que se conserva desde el siglo XVI en la iglesia ciudarrealeña.
Según la tradición, Blas de Sebaste, que además de obispo era también médico, era conocido por su don de curación milagrosa, que aplicaba tanto a personas como a animales. Salvó la vida de un niño que se ahogaba al clavársele en la garganta una espina de pescado. Este es el origen de la costumbre de bendecir las gargantas el día de su fiesta, el 3 de febrero.