“Él anduvo todo aquel día, y al anochecer, su rocín y él se hallaron cansados y muertos de hambre; y que mirando a todas partes, por ver si descubriría algún castillo o alguna majada de pastores donde recogerse, y adonde pudiese remediar su mucha necesidad, vió no lejos del camino por donde iba una venta, que fue como si viera una estrella, que a los portales, si no a los alcázares de su redención, le encaminaba”.
Así relata Miguel de Cervantes el capítulo II de ‘El Ingenioso Hidalgo de Don Quijote de La Mancha’, en el momento que Alonso Quijano sale, a lomos de Rocinante, en busca de aventuras caballerescas y encuentra una venta (que a él le parecía castillo), de la que saldría nombrado caballero. Venta, que según el cartógrafo Tomás López, en el mapa de la Ruta del Quijote del año 1780, la situaría en lo que se conoce actualmente como Venta de Borondo, situada en el término municipal de Daimiel y limitando con los de Almagro, Manzanares y Bolaños.
Construida en el Siglo XVI sobre una villa romana, es una construcción sencilla a doble altura, que cuenta con un patio interior y un torreón que hacía las funciones de las actuales luces de neón de los bares de carretera, es decir, un tipo de reclamo a los viandantes que caminaban por los caminos que pasan por la venta: Camino de Almagro (antiguo camino real entre Almagro y Alicante) y el camino del Pardillo, según algunos textos posible vía romana entre Toledo y Andújar.
Cervantes, gracias a su obra, hizo que este tipo de edificios en la actualidad sean considerados monumentos históricos de la arquitectura típica de La Mancha. Por ello, en el año 2007 la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha declaró esta venta como Bien de Interés Cultural (BIC) en la categoría de ‘monumento’. Si bien, justo cuando la Venta de Borondo cumple diez años como BIC, su estado es desolador, pues el paso del tiempo continúa haciendo mella en sus antiguas y ya débiles estructuras y su torreón –la parte más deteriorada del edificio y más espectacular– pende, literalmente, de un hilo.
La Ley 4/2013 de 16 de Mayo de Patrimonio Cultural de Castilla-La Mancha, la cual regula las catalogaciones BIC, indica que los inmuebles catalogados como BIC “gozarán de especial protección y tutela los bienes integrantes del Patrimonio Cultural de Castilla-La Mancha declarados de interés cultural, atendiéndose de un modo especial a todos aquellos que caracterizan la Región y que son específicos de las experiencias culturales de Castilla-La Mancha”. No obstante, desde su declaración como BIC en el año 2007, la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha no ha realizado ningún tipo de mejora para preservar dicho inmueble.
Esperanza en su conservación
Con la intención de preservar la venta cervantina en octubre de 2016 un grupo de daimieleños preocupados por el actual estado del inmueble decidieron crear una asociación –Asociación Cultural Venta de Borondo y Patrimonio Manchego- con el objetivo “de alzar la voz” por la conservación de este Bien de Interés Cultural.
Actualmente esta asociación, formada por una treintena de personas, se ha puesto como meta “crear conciencia social” entre los vecinos de Daimiel y de la provincia, dejando constancia de los “problemas” que sufre la venta y del riesgo inminente de derrumbe si no se toman medidas de carácter urgente, según explicó a Lanza el presidente de la asociación e ingeniero de edificación, David Cejudo. Unas medidas de urgencia que se cifran en torno a los 60.000 euros que asegurarían la “supervivencia” del inmueble para los próximos 20 años.
A partir de esa actuación, Cejudo asegura que se podrían establecer “diferentes fases y cantidades” para su rehabilitación total, tal y como la Junta de Comunidades está realizando en el monasterio cisterciense de Bonaval en Guadalajara.
Aunque lejos de los 60.000 euros que reclaman, la Asociación Cultural Venta de Borondo recibió el pasado mes de abril de la Fundación Soliss una cuantía de 6.000 euros y actualmente está a la espera de recibir 13.000 euros de la subvención del área de influencia socioeconómica de parques nacionales, la cual se encuentra “preconcedida”. Un total de 19.000 euros que destinarán, principalmente, a la rehabilitación del torreón “si llegamos a tiempo”, pues Cejudo teme que se derrumbe debido al mal estado en el que se encuentra.
Gracias a la labor de los miembros de la asociación, que trabajan de manera altruista en la conservación de este espacio, se ha mejorado notablemente el inmueble, pues a lo largo de este año se han realizado diferentes trabajos, como el encalado exterior del edificio o las labores de desbroce del patio interior de la venta y los alrededores. Labores de embellecimiento que no solucionan los “graves problemas” que sufre el edificio y que sólo se solucionan con financiación.
Además de velar por la conservación del inmueble, la asociación, en su corto periodo de vida, realiza diversas actividades para concienciar a la ciudadanía, en especial a los vecinos de Daimiel, sobre el valor que tiene la Venta de Borondo. Actividades que van desde visitas guiadas, rutas senderistas por su entorno, actividades literarias y un largo etcétera de acciones que no tienen otro fin que el de dar visibilidad al estado actual de la venta y hacer llegar a los responsables de las administraciones y tomen conciencia.
Consenso entre los propietarios de la venta para su cesión
Otro de los principales objetivos que la asociación cultural ha conseguido es el de “negociar” con los siete propietarios del inmueble su cesión gratuita a cualquier administración que quiera hacerse cargo de la venta, pues los propietarios, según Cejudo, no tienen medios económicos para hacerse cargo de la conservación.
“La Junta de Comunidades es la principal responsable porque fue quien la catalogó como BIC”, por lo que deberían de ser ellos quien debería hacerse cargo de la cesión, comenta Cejudo. Si bien, tanto los propietarios como la asociación están dispuestos a cederla a cualquier otra administración que considere que merece la pena conservar el edificio.
El tiempo corre y cada segundo que pasa sin que ninguna administración “se moje” por la conservación de la Venta de Borondo, el edificio corre el riesgo de que quede reducido a una montaña de escombros al pie del camino que une Almagro con Manzanares, al tiempo que Cervantes se revolvería en su tumba por haber perdido parte del soporte geográfico real de su gran obra maestra, El Quijote.