J.M. Izquierdo/Ciudad Real
Tomasa N.M. sufrió dos pérdidas familiares muy cercanas, muy dolorosas, de las que hacen replantearse la vida a las personas. El 14 de abril de 2009 firmó un contrato para comprar una vivienda en Miguelturra, su pueblo. No sabía que el estallido de la burbuja inmobiliaria iba a marcar su vida desde entonces, que le iba a afectar de lleno y le iban a volar todos sus ahorros.
El último capítulo, por ahora, de esta historia se escribió este martes en la Sección Primera de la Audiencia de Ciudad Real, donde quedó vistó para sentencia el juicio contra el dueño de Promopic S.L.U., Ángel Jesús M.R., la promotora que le iba a entregar una casa en una nueva urbanización a cambio de 90.000 euros, que ella entregó sin más. Siete años después no tiene ni casa ni su dinero.
El fiscal pide para Ángel Jesus 3 años de prisión por estafa, la acusación particular eleva la petición de pena a 5 años. La defensa considera que no hay estafa, que se trata solo de un “incumplimiento civil” y solicita su absolución.
Cuando se quedó viuda y perdió a otro familiar muy próximo, lo primero que pensó Tomasa fue en destinar los ahorros “de toda una vida”, dijo este martes, a comprar una vivienda en Málaga, donde vivía una de sus hijas, ya que su hijo se había trasladado a Ciudad Real capital.
A partir de ahí, se puso en contacto con el director director de Unicaja en Miguelturra en este tiempo, al que consideraba como un amigo, para pedirle consejo sobre su intención, sin que este le diera respuesta.
Tras varios contactos, le habló de una nueva urbanización en Miguelturra -31 viviendas en la calle Picasso, 7-, para que viera si le convenía.
Los problemas de Ángel Jesús con esta urbanización venían ya de antes En 2007, había alcanzado un acuerdo con La Caixa para que le financiara el 70 por ciento del total, algo más de 4 millones sobre 6 totales.
En junio de 2008, según la versión dada por Ángel Jesus, la entidad financiera “corto el grifo” del dinero y empezó el follón. Habló con varios estamentos de la entidad, en Ciudad Real, en Toledo, en Madrid, pero la obra estuvo parada durante varios meses en el verano de 2008.
De manera renqueante, las obras continuaron a partir de ocutbre de ese año. Al propietario de Promopic se le ocurrieron varias ideas para seguir con las obras. Entre ellas, vender tres viviendas a mitad de precio para lograr liquidez y seguir pagando a los proveedores, entre otros, a la constructora.
Una de estas casas es la que le ofreció a Tomasa, tras haber hablado esta con el director de Unicaja. Ángel Jesús y Tomasa firmaron el citado contrato el 14 de abril de 2009. En el se recogía la compra de la vivienda, pero no se hacía referencia a la hipoteca que la casa tenía con La Caixa, que tendría que subrogarse esa hipoteca.
En el juicio, Ángel Jesús sostenía que no hubo ocultación de la realidad ni engaño -clave para que el delito pueda ser considerado estafa-. El acusado pasó la pelota a la víctima cuando llegó a decir que lo normal era que ella se hubiera hecho algunas preguntas cuando vio que el preció de la vivienda era la mitad de lo normal.
Tomasa negó que, en cualquier caso, hubiera recibido alguna información sobre las verdaderas intenciones del dueño de Promopic, entre ellas, pagar las obras dado que ya no le llegaba el dinero de la financiación bancaria.
El fiscal, Luis Huete, y el abogado de la acusación particular, ejercida en nombre de Tomasa, Javier Panadero, incidieron en sus conclusiones finales en este supuesto engaño.
También en otro hecho. El dinero que le entregó Tomasa se hizo a través de cuentas de Ángel Jesus en Unicaja, no en La Caixa.
Ambas partes negaron que el dinero, en todo caso, fuera para continuar con las obras. Con los extractos bancarios intentaron confirmar que ese dinero de Tomasa, en realidad, fue a parar a cuentas privadas del acusado y cuentas de otras empresas que tenía en Unicaja, para salvar descubiertos que había en ellas y, según Ángel Jesús, era dinero que se le adelantaba para que fuera pagando las certificaciones de las obras a La Caixa.
Panadero fue un poco más allá y trató de demostrar que, incluso, el dinero que el promotor recibía de La Caixa para realizar las obras, también lo dedicaba para gastos personasl, coche de alta gama, pago de lo gastado en tarjetas de crédito, etc.
El acusado se defendía pasando toda la responsabilidad de lo sucedido a partir de 2007, cuando empezaron las obras, a La Caixa y su decisión de parar en un momento dado la financiación.
Negó que tuviera la más mínima intención de engañar. El, su aboado, Eutimio Fernández, ponían de parapeto a los otros dos adquirientes de las otras dos viviendas a mitad de precio, que no han presentado queja alguna.
“Sí La Caixa no hubiera parado la financiación, hoy no estaríamos aquí”, repitió en varias ocasaciones. Todo su esfuerzo iba en dirección a termianr las obras y entregar las viviendas. Inlcuida la demanda que, a finales de 2011 puso contra La Caixa, caso que perdió, dado que en juzgado y en el posterior recurso se le dio la razón al banco.
La defensa llamaba a declarar al arquitecto, al aparejador, al constructor, a un abogado que también adquirió una plaza de garaje y una vivienda para demostrar que, sus testimonios, la buena intención del acusado.
Sobre la mesa quedó que había llegado a un acuerdo, que luego evidentemente, no se ha cumplido, para que los tres primeros se quedaran cada uno con una vivienda como forma de pago por sus trabajos.
En abril de 2016, las casas siguen siendo propiedad de Promopic. No se sabe porqué La Caixa no ha ejecutado la hipoteca sobre ellas que conllevaba el crédito.
Desde que empezaron los problemas apenas se avanzó un 20 por ciento con las obras prueba para las acusaciones de que no había intención de acabar. Luego la empresa se disolvió, en lo que parece un ejemplo típico de a lo que llevó la burbuja inmobilizaira.
