Noemí Velasco
Manzanares
En medio del despliegue de flores, ramos y coronas en las tumbas de los que mueren con honores, el cementerio municipal de Manzanares acogió ayer un pequeño homenaje, sencillo y sin grandes aspavientos, pero con las emociones a flor de piel, a los fusilados en esta localidad entre junio de 1939 y noviembre de 1940, una vez terminada la Guerra Civil española. Más de una treintena de familiares de los condenados en su mayoría por defender ideas como la “libertad” y la “democracia” frente al Franquismo acudieron a la convocatoria de la nueva plataforma Memoria Histórica Manzanares, que surge como espacio de encuentro para recuperar esa parte de la “memoria colectiva” acallada durante décadas, dignificar a sus familiares muertos y en definitiva impulsar un proceso de exhumación en las dos fosas comunes que existen en el campo santo de la ciudad. Entre versos que hablaban de tapias marcadas por “balas asesinas”, de un “olvido lleno de memoria” y de la infancia de “los hijos y los nietos de la sangría”, los asistentes depositaron un clavel rojo por cada uno de los 279 fusilados que están documentados.
El portavoz del colectivo, José Luis de Gracia, explicó a Lanza que “este tributo a los fusilados en Manzanares durante la posguerra surge del intercambio de experiencias entre dos familiares”, que deciden dar un paso más para impulsar “un proceso de dignificación y reparación frente a la injusticia”. Gracia indicó que “el número de fusilados en el registro del libro de Antonio Bermúdez, que es el que nos da la base histórica, es 264”, aunque la suma de los nombres que aparecen en las losas de las dos fosas comunes es 279. Una fosa es la mayoritaria, con unos 240 cuerpos distribuidos en 15 losas, y luego hay otra en la que están enterrados los que no aceptaron recibir la extremaunción, “de manera que no fueron dignos de ser enterrados en el campo santo y lo hicieron en una parte exterior aledaña al cementerio, tras el conocido como muro de la vergüenza”, eliminado ya durante la etapa democrática por lo que ya todos están dentro de los límites de las instalaciones. La plataforma también confirmó que hay personas de toda España, muchas de Membrilla, La Solana y Valdepeñas, pero también de León, Huelva o Guadalajara.
La recogida de testimonios, la recopilación de esos pasajes de la “historia social y colectiva, que se transmite de una generación a otra y que marca la identidad del pueblo”, es la siguiente fase del proyecto, aunque en último término José Luis de Gracia confirmó que pretenden “iniciar un proceso de exhumación, individualización y dignificación”, similar a los que se están produciendo por toda España.