“Las nuevas tecnologías van a tener un protagonismo esencial en toda la dinámica de la escuela y la sociedad”, pero hay que saber determinar “lo que un alumno debe aprender y debe tener en su cabeza” y lo que puede obtener en el ordenador, porque, en estos momentos, se están “confundiendo” los propósitos. “Se está creando la impresión de que para qué lo voy a aprender si lo puedo encontrar y eso está dando unos problemas enormes porque puedes tener toda la información que quieras al alcance de un click pero si no la comprendes no te vale para nada”, destacó ayer el filósofo y ensayista toledano José Antonio Marina, que participó en las I Jornadas de Educación de los Marianistas.
A juicio de Marina, en estos momentos, se está planteando un problema educativo que hace unos años hubiera parecido absolutamente inconcebible: “¿Es necesario comprender lo que estás utilizando?”
En este sentido, resaltó que hacia donde van las nuevas tecnologías es a “dar la impresión de que te permiten hacer las cosas aunque no entiendas nada”, lo que “nos sitúa en un estado de vulnerabilidad tan sumamente peligroso que si no cuidamos este asunto podemos llegar a una situación socialmente muy complicada”, en relación, por ejemplo, a la toma de decisiones.
Los sistemas de inteligencia artificial están avanzando a una velocidad “tan pasmosa” que se encargan de hacer cosas que hasta hace muy poco “pensábamos que sólo podía hacer la inteligencia humana”. Así, por ejemplo, “una parte importante de los artículos de las revistas económicas la escribe un ordenador y no una persona” y “en las últimas elecciones de EEUU, hubo un grupo -todavía pequeño- que propuso como candidato a la Presidencia a Watson que es el programa de inteligencia artificial de IBM porque estaba convencido de que podía gobernar mejor que una persona”.
Decidir
Estos ejemplos reflejan “una tendencia de hacia donde va el mundo” y, en estos momentos, “tenemos que decidir qué es lo que tienen que saber nuestros alumnos para comprender y tomar buenas decisiones, porque si no para qué vale tener toda la información al alcance de la mano cuando no entiendes lo que lees”, expuso Marina, que subrayó que la educación debe basarse en estos dos pilares centrales: “tienen que comprender y saber tomar decisiones”, alrededor de los cuales se deben organizar los currículums y programas.
Marina resaltó que el sistema educativo debe mejorar porque tiene que acomodarse a las necesidades de “un mundo que es muy cambiante. Se está imponiendo una ley muy evidente pero de la que no somos conscientes de que cualquier persona, institución, empresa o sociedad para sobrevivir necesita aprender al menos a la misma velocidad con la que cambia” el entorno, y “si quiere progresar necesita aprender a más velocidad. De manera que en un mundo que está cambiando tan sumamente y con tanta velocidad o cuidamos mucho la manera de aprender, el qué aprender y la velocidad con que se hace o corremos el riesgo en España, donde perdimos el tren de la ilustración y volvimos a perder el de la industrialización, de que podamos perder el tren de la sociedad del conocimiento y convertirnos en el bar de copas de Europa”.
Por estos motivos, resaltó, “tenemos que acelerar, organizar y tener muy claro qué es lo que en este momento deben saber los alumnos y cómo debemos enseñarlo”.
Por encargo del ministro de Educación, Cultura y Deportes, Íñigo Méndez de Vigo, Marina elaboró con su equipo de trabajo el Libro Blanco de la Profesión Docente, partiendo de la base de que “todos los datos que tenemos nos dicen que la mejor manera y la imprescindible de mejorar el sistema educativo de un país es mejorando la formación de la profesión docente”.
Posteriormente, Marina elaboró con su equipo la hoja de ruta para alcanzar un pacto educativo, estableciendo para ello seis meses -aunque lamentó que no se esté agilizando-, para después hacer una nueva Ley Educativa que se debía crear en un plazo no mayor de un año y medio, con lo que en dos años se podría alcanzar una Ley educativa con “la vocación de durar como mínimo una generación entera, no como hasta ahora”, expuso el también pedagogo, que subrayó que “los vaivenes no son buenos”. Para que un sistema educativo tenga efecto tiene que tener estabilidad en la formación de los profesores y en los programas a poner en práctica para poder evaluar si han funcionado o no. Lo que sucede es que “se cambian con tanta rapidez que no podemos evaluar y ver lo que funciona o no. Estamos en un estado de innovación permanente que hace que no podamos saber si lo estamos haciendo bien o no”, señaló Marina, que subrayó que “esto no afecta sólo a los padres que tienen hijos en edad educativa, sino a la sociedad entera porque el futuro, no sólo de convivencia, de nivel político y social, sino también económico, depende de cómo seamos capaces de organizar el sistema educativo, y como lo hagamos mal nos vamos a empobrecer todos económica y humanamente”.
Toda la tribu
“Para educar a un niño hace falta la tribu entera y la tribu debe estar interesada en que el niño se eduque bien porque de eso va a depender su futuro”, recordó Marina.
Sobre la generación de talento como objetivo de la educación versó su intervención en la Jornada educativa de los Marianistas, de quienes comentó que han protagonizado un papel “muy relevante” en los últimos años de la historia del país en la faceta de dirigir y aplicar proyectos educativos en centros de formación y a través de la Fundación de la que depende la Editorial SM que ha sido “pionera en la mejora de los materiales educativos, libros de texto y material auxiliar”.
Así mismo, la Fundación, con una editorial con una “influencia potentísima en Iberoamérica”, ha impulsado “estupendos proyectos” de ayuda educativa a las personas y naciones más necesitadas.