Noemí Velasco
Puertollano
Ligada a la naturaleza desde pequeña, desde que dio sus primeros pasos en la isla inglesa de Wight entre gallinas, conejos, terneros y una gata que cumplió los veintiún años, llegó a Puertollano a finales de los años ochenta, cuando su sueño era aprender idiomas y conocer de lleno una sociedad española que la conquistó al igual que que los cielos azules del invierno manchego, la misma que ha asistido a su incansable entrega en la lucha contra el maltrato animal dentro del tejido asociativo de la ciudad como uno de los pilares fundamentales de la protectora de animales y plantas Huellas. Karen Caws es hoy en día uno de los baluartes fundamentales de la ciudad minera dentro de la defensa de los derechos de los animales y una de las personas más comprometidas en la concienciación, desde el firme convencimiento de que “un viaje de 1.000 millas empieza con un sólo paso” y de que “un sólo gesto” puede contribuir al cambio.
En las vísperas de la celebración del Día de la Mujer Trabajadora, Karen Caws habla de su llegada a Puertollano, como profesora del Instituto Fray Andrés, “en 1988 tras estudiar idiomas modernos en Inglaterra”. Desde el principio Puertollano le fascinó, aunque la ciudad industrial poco tenía que ver con la isla que la vio crecer, “en medio del campo, en una vivienda en la que eramos casi autosuficientes”, como nieta de abuelos granjeros e hija de un ingeniero naval muy ecologista. Después de hacer sus prácticas en el Fray Andrés, Karen decidió echar raíces en Puertollano, donde primero empezó a dar alguna clase extraescolar y donde, después de hacer un máster de lingüística aplicada tras dejar de lado la investigación del lenguaje de signos que en un principio la atrajo, decidió poner una academia en la calle Velázquez, que este año cumple los diecisiete.
Como profesional de la enseñanza, Karen comenta que “nunca noté que como mujer tuviera que hacer más esfuerzos a la hora de desarrollar mi carrera, quizá porque ha sido un ámbito más abierto al género tradicionalmente”, y admite que “en un principio el que fuera mujer generaba más confianza a la hora de dar clases a los niños”. Como autónoma añade que “tuve que trabajar muchísimo igual que los hombres”. Sus alumnos y sus familiares españoles fueron las primeras amistades en esa ciudad en la que decidió integrarse de forma plena, “aunque con el tiempo también he llegado a tener amigos ingleses o americanos”. El paso que marcó la vuelta a sus orígenes en la comarca fue su regreso al campo en el año 2000, en Villamayor de Calatrava, a veinte kilómetros de la ciudad, lugar donde ha creado su hogar, sin agua corriente, ni luz, con un generador y la indiscutible compañía de nueve perros y cinco gatos, donde ha creado su propio pedazo de ‘isla’.
Demostrada su tremenda atracción por la naturaleza, esa que la mantiene “sana física y psíquicamente”, según explica, “donde veo llegar los pájaros, el paso de las estaciones y los cambios diarios de la vegetación, donde me realizo como persona”, Karen Caws fue la candidata perfecta para formar parte de la creación de la protectora de animales y plantas Huellas de Puertollano en 2011, organización que la ha convertido en persona pública siempre como voluntaria al frente del albergue canino. Aunque de joven ya participó en campañas de voluntariado de la Cruz Roja y en diferentes cuestaciones solidarias, Karen sorprende al confesar que ha sido en España donde ha desarrollado su papel como activista en la defensa de los derechos de los animales. Así pues, siempre tuvo afición con “todo lo relacionado con la naturaleza”, pero hasta su integración en Huellas no formó parte de ninguna organización parecida.
Originaria de un país en el que admite que en “los años setenta ya era normal esterilizar gatos” y en el que los ‘refugios’ más grandes de perros pueden tener una cantidad de animales similar a la que puede llegar Puertollano, Karen comenta que “los casos de maltrato y el continuo abandono es lo que más me ha chocado”. Cuenta que ella antes iba “al teatro, al cine, me relacionaba con todo el mundo, pero no me podía esperar esta realidad, y sobre todo la indiferencia de la ciudadanía ante este tipo de casos”. Habla del abandono de galgos, de podencos, de la saturación del albergue canino, de la falta de voluntarios y de los últimos casos de maltrato, que considera que “siempre han existido, aunque ahora a través de las redes sociales son más visibles”. Destaca que Huellas “es un proyecto a largo plazo, porque es necesario un cambio radical”; y por eso se pregunta hasta cuando va a tener fuerzas, “porque hay veces que no damos abasto, hay mucho trabajo para las pocas personas que estamos totalmente comprometidas”, y destaca la importancia de que la protectora se convierta en una organización sólida por sí misma.
La reivindicación de Karen Caws en el Día Internacional de la Mujer es que “cada persona luche con ganas y pasión en lo que crea, que luche por sus sueños, porque todo se puede conseguir”; y por esta razón piensa en la relevancia de concienciar a los niños en los colegios y también en la importancia de colectivos como la nueva Plataforma Medioambiental de Puertollano, que “unan a gente dispuesta a luchar contra el maltrato animal y que manden un mensaje claro a los que maltratan: que no vamos a dejar que pase”. Después de asistir a una concentración en la ciudad por el mismo motivo con alrededor de 200 personas, Karen considera que “hay esperanza” y sueña con un día “en el que el albergue canino sea un sitio de paso para animales perdidos, esterilizados, con chip, no un hogar en el que perros abandonados viven durante toda su vida”.