La luz de las antorchas portadas por caballeros, doncellas, campesinos, artesanos, arqueros, músicos y danzantes iluminó el casco antiguo como antaño en una noche para recordar la historia. Los vecinos de la Encomienda de Manzanares volvieron este viernes a coger el sayo medieval para repetir el viaje al siglo XIII que cada año moviliza a más ciudadanos. Más de 300 personas participaron este año en la procesión de las antorchas, no sólo colectivos, sino decenas de ciudadanos a nivel particular
La inauguración del mercadillo medieval en el Paseo Príncipe de Asturias y los castillos hinchables de la Plaza del Gran Teatro anunciaron por la tarde las VI Jornadas Histórico-Turísticas ‘Manzanares medieval’, al igual que los escaparates de los comercios y la continua cruz de calatrava en los balcones y a pie de calle, también iluminada en el suelo de la calle Virgen del Carmen.
Los personajes medievales, danzantes de tejidos vistosos, caballeros de semblante serio con cota de malla, los artesanos con la mejor gastronomía de esta tierra, los tamborileros con su ritmo ensordecedor y los arqueros cargados de flechas, entre un sinfín de personajes más en este pueblo que fue de pastores y menestrales, empezó a las ocho su despliegue con una temperatura veraniega.
Con luces apagadas y suelo aromático lleno de hierbas, los figurantes pasearon en el silencio de la noche por la calle Carmen, la Plaza de Santa Cruz o la Orden de Alcántara, al calor del Castillo de Pilas Bonas, esa fortaleza que marcó la frontera de la Orden de Calatrava. En las aceras y plazas, la multitud se agolpó desde las nueve y media de la noche para ver el paso de la recreación histórica entre antorchas y cirios.
Los figurantes van en aumento en las recreaciones
Vendimiadoras, picapedreros, apicultores, alcaide, comendador, fraile, freires, sargento de armas y los aspirantes a alcaldes hidalgos y pecheros no faltaron a la cita, sobre todo los últimos, cuya elección ha dotado de sentido estas jornadas que tienen que ver mucho con la historia y la tradición de Manzanares.
El ligero viento volvió a mecer los estandartes de infantería con la cruz de calatrava en rojo, en recuerdo de la sangre derramada por los freires en defensa de la fe cristina, y también otros nuevos como el de los forzudos, el de los tambores medievales El Traspaso, el grupo Parva del Colegio La Candelaria o los de carpinteros y pastores, grupos gremiales pertenecientes al colectivo Fideles Ordini, que cada año recupera más historia con la recreación de oficios tradicionales.
Callejas dedica el pregón a los “fundadores” de la villa
Comprometido con el desarrollo cultural de Manzanares, Pedro Antonio Callejas Herrera, como escribano, fue el encargado de inaugurar las Jornadas Medievales y lo hizo “en memoria de los fundadores de esta villa” en la segunda mitad del siglo XIII.
Ante la presencia de la concejala de Cultura, Silvia Cebrián, y de los también ediles Gemma de la Fuente y Miguel Ramírez, el pregonero indagó en la historia, en las vidas de “esa gente pobre que llegó a esta tierra pobre y llana buscando libertad”, y en las primeras décadas de esa “modesta aldea” que en el siglo XXI mueve a miles de personas.
Con pluma en mano, Pedro Antonio Callejas recordó las calles de barro en invierno, hierbajos en primavera y polvo en verano, las noches iluminadas por candiles y antorchas, y las viviendas de tapial de adobe ante los muros de un Castillo que ha sido testigo a lo largo de ocho siglos de historia.
El pregonero destacó la importancia de la supervivencia de estas jornadas histórico-turísticas, “fruto del trabajo de gente humilde y trabajadora”, al igual que lo fueron los fundadores de la villa, con el fin de revivir y recordar la historia de la hoy convertida en ciudad.
