El recién ordenado obispo auxiliar de Madrid, el solanero Santos Montoya Torres, ofició su primera misa como prelado en la parroquia de Santa Catalina, en la que recibió el bautismo y celebró su primera comunión. Ese día pidió a Dios que nunca se seperara de él y ahora esas palabras cobran sentido.
Así lo declaró Santos Montoya, quien ofició la misa de una del domingo en la parroquia de Santa Catalina, completamente llena de fieles. En las primeras filas estaban sus padres y hermanos, además de familiares y amigos.
El párroco de Santa Catalina, Benjamín Rey, concelebró la misa, así como el párroco de Membrilla Raúl López de Toro. La celebración comenzó con unas palabras de Benjamín Rey, en las que presentó a los asistentes el libro de bautismo en el que está inscrito que el 2 de marzo de 1966, ocho días después de su nacimiento el 22 de febrero anterior, era bautizado por el sacerdote Zacarías Martín Gallego, así como la nota de su ordenación como sacerdote en Madrid el 18 de junio del 2000 por el cardenal Antonio Rouco. También agradeció que hubiera accedido a celebrar este misa en La Solana ocho días después de su ordenación.
Precisamente en su homilía el nuevo obispo agradeció las muestras de cariño que había recibido de los solaneros, primero en gran desplazamiento de los que fueron a Madrid el día de su ordenación, así como en el detalle del regalo del báculo que le han hecho con madera de algunos olivares del término, uno de ellos de su propio padre.
Como final de la misa, aunque la imagen de la Virgen de Peñarroya no se encuentra ahora en La Solana, los asistentes cantaron su himno y el nuevo obispo le ofreció su ministerio. Posteriormente recibió la felicitación de los numerosos fieles que llenaban el templo.
La nueva labor pastoral
Precisamente en declaraciones a los medios de comunicación Santos Montoya señaló que, aunque aún no le han asignado aún la labor a desarrollar, es mucho el trabajo que les espera en una diócesis tan grande como la madrileña.
Y sobre si podrá acudir, como lo ha venido haciendo cada año, a la celebración de la venida de la Patrona Virgen de Peñarroya al Castillo, declaró que todo dependerá de las ocupaciones que tenga encomendadas por el arzobispo de Madrid del que depende.