Noemí Velasco
Manzanares
La religión y la ciencia en su eterna disparidad se fundieron en un beso en un pregón fuera de lo común, que fue más allá de la tradición, las añoranzas del emigrante en tierras ajenas y del recuerdo del pasado, y que abrazó las ciencias naturales entre pinceladas de biología, química y medicina. El científico manzanareño Julián Gómez-Cambronero, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Wright State Univerity de Ohio en Estados Unidos, y uno de los investigadores españoles más punteros en el ámbito internacional relacionados con el estudio del cáncer, abrió en la noche del sábado las fiestas patronales en honor a Jesús del Perdón desde el Gran Teatro ante un buen número de representantes políticos y personas del ámbito parroquial y cofrade. El alcalde de Manzanares, Julián Nieva, junto a la directora provincial de Bienestar Social, Prado Zúñiga, y representantes de los grupos municipales del PSOE, PP, ACM y UPyD, acompañó a la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Perdón en el inicio de los festejos anuales.
El recuerdo de las palabras del Papa Francisco sobre la “humanidad” del Jesús doliente por parte de la hermandad abrieron una noche de fervor, que volvió a ser marco de vivencias pasadas, costumbres populares y reconocimientos, pero que miró hacia el futuro a través de la ambición de este manzanareño que descubrió la “llamada de la ciencia” cuando era adolescente, dispuesto a cuestionarse infinidad de aspectos de la naturaleza hasta llegar a la misma célula. El pregonero de 2015, en esta ocasión un hombre de letras, Jerónimo Calero, fue el encargado de introducir a Julián Gómez-Cambronero al principio de la velada, el responsable de acercar “su lado humano”; aunque sin dejar de hacer referencia a los continuos éxitos cosechados, hace poco al descubrir una proteína clave para el desarrollo del cáncer de mama y la metástasis, mientras que pasaban diapositivas con recortes de periódicos estadounidenses que hacían referencia a estos avances. “Aquí vemos al hombre normal, el vecino que va a la ermita, en el que existe humanidad aparte de genialidad”, destacó Calero, que dio al mismo tiempo pinceladas de su vida, de los profesores que le marcaron, de las reuniones literarias en el patio de su mujer, de sus colaboraciones en las revistas ‘Siembra’ y ‘Calicanto’, o de su interesante aportación a Manzanares con el diseño de una reproducción del sistema solar en el Parque del Polígono. El introductor fue tan generoso que incluso avanzó que con este manzanareño, que “como buen Quijote se aventuró” y “se alejó de los molinos”, España tiene la suerte de tener otro Severo Ochoa.
El olor a la uva del fermentado, los jaraíces en las cuevas, los carros chorreando hilos de mosto y el olor a canela en las casas para hacer primero mostillo y luego arrope en este mes de septiembre que supone “la culminación primordial” del fruto por excelencia de esta tierra, marcó el comienzo del pregón de este científico que demostró lo poco que ha olvidado sus raíces a pesar de haber hecho las Américas, porque “nunca podemos olvidar de donde venimos”, ni tampoco la tradición, porque “es el soporte de nuestra memoria común”. Los paseos por el Calicanto, las siembras del mes de abril, las tormentas de verano y el agosto de Lazarillo motearon las primeras frases de Gómez-Cambronero, que no pudo dejar de lado hablar de la ciencia, esa pasión a la que ha dedicado toda su vida. Su comunión con la naturaleza la realizó en el “horizonte infinito manchego”, entre pinos, sauces, juncos y álamos; el mismo lugar donde descubrió que la ciencia “hay que tocarla”, mientras que leía libros de Ramón y Cajal.
Aficionado a la “lectura, la investigación y la naturaleza”, Julián Gómez-Cambronero habló de su llegada a la Universidad Complutense, donde decidió dedicar su vida a la biología molecular y a la química, para saber el funcionamiento de la célula y siempre conectado con las patologías del ser humano. El científico habló del universo, de la ciencia ficción, de la película ‘Una odisea del espacio’ y su debate sobre la aparición de la inteligencia, y del libro ‘Cosmos’ de Carl Sagan; y mientras que introducía fotografías de sus familiares, hasta explicó las festividades que existen en Estados Unidos. La referencia al Día de Acción de Gracias americano brindó el mejor motivo para aludir a la hospitalidad propia de las fiestas de septiembre, esas jornadas en las que “es costumbre la acogida de los forasteros que vienen para recordar sus raíces”; por lo que antes de recibir una placa conmemorativa de la hermandad y de que la Banda Julián Sánchez-Maroto deleitara a los presentes con varias piezas, convocó a los vecinos a “a abrir de par en par sus puertas”, a la “meditación” y al “divertimento”.