A pesar de que la llegada de un tiempo más inestable y los días más cortos ya avisan del final del verano, para muchos el ‘acontecimiento’ que marca ese adiós definitivo es el mover las agujas del reloj en la madrugada del sábado al domingo del último fin de semana de octubre, en este caso en la noche del sábado al domingo 30. Un cambio que no parece terminar de convencer a los ciudarrealeños, fundamentalmente por el incremento del coste energético -al tener que encender la luz de los hogares y los negocios antes-, por el recorte de horas de luz de la tarde -aunque se ganen por la mañana pero el día a día sigue comenzando a la misma hora-, y porque en muchos casos dificulta la conciliación al salir de trabajar, o de las actividades extraescolares en el caso de los niños, cuando ya no hay luz.
Aunque pierdan una hora de sueño por el camino, la mayoría de ciudarrealeños prefiere el cambio horario de marzo al de octubre porque el disponer de más horas de luz al día garantiza mejor y más negocio -en general- y más tiempo para hacer cosas -distinto sería si los horarios españoles se adaptaran a los europeos y a las cinco o las seis de la tarde hubieran terminado todas las jornadas laborales-.
Así lo piensa, por ejemplo, el presidente de la Asociación Comercial de Ciudad Real, Lorenzo Serrano, quien considera que el hecho de tener una hora menos de luz solar hace que el cliente tenga más “pereza” a la hora de ir a comprar cuando ya ha anochecido.
“Contar con una hora menos de luz al día resta posibilidades de ventas ya que, si al frío le sumamos que anochece antes, la gente prefiere quedarse en casa, por lo que mantener el horario de verano sería mucho más beneficioso para el pequeño comercio”.
Además, Serrano aclara que al menor tiempo disponible para hacer ventas se suma el incremento de los costes energéticos de mantener abiertos los negocios, unos costes que notan también en el sector hostelero, como confirma la gerente de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería y Turismo, Cristina Miranda, si bien matiza que la incidencia en sus negocios del cambio horario tampoco es muy notable.
“Preferimos el horario de verano porque la luz invita a estar más en la calle, pero este atraso de una hora en el reloj no afecta significativamente al sector” señala Miranda, que agrega que sí es cierto que hay un aumento del coste energético “como en todos los hogares y negocios porque nos vemos obligados a encender las luces antes, sin embargo creo que es algo residual teniendo en cuenta que en los negocios de hostelería hay maquinaria funcionando las 24 horas del día como los botelleros, las cámaras frigoríficas…”.
Malo para conciliar
Este cambio horario tampoco supone precisamente una ayuda en el caso de la conciliación familiar y laboral, ya que muchas mujeres ahora saldrán casi de noche o de noche en lo que a la luz se refiere.
En este sentido, la secretaria de Organización de CCOO, Esther Serrano, explica a Lanza que “el cambio de hora, salvo que fuera acompañado de una racionalización de los horarios laborales, no tiene mucho sentido en nuestro país, donde el mercado laboral se caracteriza por jornadas partidas y el presentismo. Quizá en el pasado, cuando eran los hombre los que copaban el mercado laboral y se tendía al pluriempleo, los horarios diferenciados de verano e invierno tenían algún sentido, pero con la incorporación de la mujer al mercado laboral lo perdieron por completo”.
En opinión de Serrano, que considera que tampoco se produce un ahorro energético significativo como se usó como argumento al consolidar este cambio horario, a partir de la noche del sábado “las mujeres tendrán una hora menos para conciliar, al menos para hacerlo con la luz del día, y así será hasta que no exista una corresponsabilidad plena, por lo que sería más acertado mantener el horario estival como reclaman en otras comunidades autónomas de España”.
Rendimiento académico
Uno de los colectivos más sensibles a los cambios horarios es el de los niños, a los que a partir de ahora resultará más complicado disfrutar de los parques y los columpios, especialmente si tienen actividades extraescolares.
Precisamente en el caso de los alumnos, aunque no hay estudios científicos sobre la incidencia del cambio de hora en el rendimiento escolar, sí los hay sobre la llegada del otoño y sobre disponer de menos hora de luz, que es la consecuencia más inmediata de este cambio horario.
En este sentido, la doctora Ana Isabel Callejas, profesora del departamento de Psicología de la Facultad de Educación de la UCLM, explica que el cambio horario no afecta directamente al rendimiento académico aunque sí lo hace el hecho de que a partir del próximo domingo haya menos horas de luz ya que eso redunda en un cansancio físico mayor “aunque al final todas las personas nos adaptamos”.
La doctora Callejas señala que, a la hora de estudiar, la luz influye en la agudeza visual y en la capacidad de concentración, por lo que el horario de verano resulta más positivo al alargar las horas de luz por la tarde.
“En la mayoría de los centros educativos ya hay jornada intensiva, pero en los que la tienen partida o en el caso de los niños que realizan actividades extraescolares, al final acaban las clases cuando apenas hay luz y ese es el momento en el que tienen que estudiar o hacer los deberes” indica la profesora de la UCLM, quien agrega que a esto se suma que el otoño es una de las épocas del año en las que más se tiende a los estados de melancolía.
Por ello, propone algunas medidas naturales para mejorar esta situación como el consumo diario de chocolate o cacao -moderado siempre-, “además de buscar actividades que cada uno saben que les animan y obligarnos a sonreír con más frecuencia, aunque no nos apetezca pero como un ejercicio más porque en esta época los músculos tienen a estar más serios”.
Finalmente, y aunque considera que sería más positivo mantener el horario de verano, Ana Isabel Callejas concluye que, en condiciones normales “aunque depende de cada persona, su salud y su empeño en adaptarse”, una semana o diez días suelen ser suficiente para adaptarse al nuevo horario que trae consigo el otoño.
Sea como sea, todos hemos cambiado ya el reloj, algo que algunos han aprovechado para dormir una hora más o, quizá, salir una hora de más de marcha. Y a partir de hoy, nuestras tardes parecerán más cortas.
Los principales trastornos para la salud se producen en el sueño
Los sectores de la población más afectados por los cambios de horario son los niños y las personas mayores, debido a que tienen unos horarios más establecidos en cuanto a rutina diaria. Pero no es esta la única razón.
El sueño juega un papel fundamental en los ritmos circadianos -es decir, del ritmo seguido a lo largo del día, con el objetivo de poder regular el organismo- y aunque puede afectar a cualquier segmento de la población, hay algunos más sensibles que otros.
Así, un cambio de horario –en especial cuando se avanza la hora- puede llevar a niños en edad escolar a que les cueste levantarse para ir al colegio.
En contraposición, en personas mayores suelen tener mayores dificultades para conciliar el sueño, lo que altera tanto la hora a la que se van a dormir como a la que se despiertan.
El sueño guarda una gran relación con los hábitos saludables, y de hecho el insomnio es uno de los principales problemas a los que se enfrenta la sociedad. Según los últimos datos aportados por la Sociedad Española de Neurología (SEN) en el 2015, 4 millones de españoles adultos sufren insomnio crónico y entre un 25-35% de la población adulta lo padece de manera transitoria. Afortunadamente, actualmente hay gran cantidad de medidas que pueden ayudar a solucionar los problemas del sueño, como la terapia conductual-cognitiva, el tratamiento que da mejores resultados según la SEN.
Como la prevención es siempre la mejor medicina, hay consejos que ayudan a adaptarse al nuevo cambio de horario y a fomentar el descanso, especialmente a quienes son muy sensibles a esta clase de situaciones
Entre esas recomendaciones se encuentran el ejercicio -que aumenta los niveles de serotonina y hormonas relacionadas con los ciclos de vigilia-sueño-; ir a dormir y levantarse a la misma hora -se acostumbras al organismo a una rutina no solo a nivel psicológico, sino también físico-; intentar dar algunos paseos al aire libre -la exposición a la luz solar después del cambio de horario permite al cuerpo asimilar mejor el cambio-.
ALGUNAS CURIOSIDADES SOBRE EL CAMBIO HORARIO
– El cambio de hora es más reciente de lo que muchos creen. Hasta el siglo XX, España regía el tiempo por el sol, de forma literal. La hora civil oficial hacía referencia al Meridiano de Madrid, pero cada provincia tenía una hora local diferente dependiendo de sus coordenadas. Así, Galicia tenía una hora diferente a las Islas Baleares, porque un gallego ve salir el Sol unos 50 minutos más tarde que un balear.
– Desde los años 40 del siglo pasado, a decisión de Franco, el horario en España está vinculado al meridiano por el que se rige la hora en Berlín. La directiva Europea 2000/84 unificó las fechas de cambio.
– Durante la Guerra Civil Española, los relojes vivieron su caos particular dentro de la catástrofe que sufrió el país. El 2 de abril de 1938, la zona Republicana sumó una hora al GMT y 28 días más tarde, otra más. En la zona Nacional, sin embargo, sólo sumaron una hora el día 26 de marzo. El final de la guerra no conllevó una sincronización horaria. La España republicana empezó el año con una hora de adelanto respecto a la hora del Meridiano de Greenwich, que volvió a recuperar el día oficial del fin del conflicto, el 1 de abril de 1939.
– Como excepción, el cambio horario se dejó de aplicar en los años os años 1920, 1921, 1922, 1923, 1925, del 1930 al 1936, 1941, 1947, 1948 y el período entre 1950 y 1973.
– En Baleares, de momento, este año se ha presentado una declaración institucional en el parlamento pidiendo que se mantenga el horario de verano porque consideran que pertenecer al uso horario de Greenwich responde a “decisiones políticas de carácter industrial obsoletas”. El texto defiende que se trata de tener un horario lógico, racional y natural que ensalzan los beneficios de mantener el horario de verano relacionados con la salud, la economía y la familia.