El escritor montieleño Luis Fernando Redondo presentará su libro “13326”, compuesto por veintitrés relatos de diferente temática y extensión que tienen como nexo común Montiel, este sábado, 7 de octubre a las 18 horas en el Auditorio José Mota de Montiel.Se trata de una vuelta a las raíces de un autor que ha vivido por medio mundo y reconoce con este libro que el arraigo a su tierra jamás se pierde.
Cuando uno abandona su tierra a edad temprana, viaja alrededor del mundo y se establece a miles de kilómetros del lugar donde ha nacido, tiene tendencia a regresar de alguna forma. Si ese uno dedica su tiempo a escribir, nacen libros como “13326”, un libro homenaje a la tierra que vio crecer a Luis Fernando Redondo, hijo de Montiel.
“13326” se compone de una novela corta, «Escombros de amor», y veintidós relatos breves y microrrelatos con un denominador común, Montiel. Sus calles, sus plazas, sus iglesias, sus fuentes asoman en el libro, pero también su gente, personajes imaginarios de carne y hueso, y el lenguaje manchego, siempre presente.
Luis Fernando Redondo ha sabido reflejar el ambiente de Montiel y el mundo rural de su infancia. Con «Charolín y media suela» nos lleva a las primeras lecturas de un niño de pueblo. En «La seroja» nos adentramos en un duelo de navajas por la honra agraviada, con la luna como testigo, en un revival lorquiano con tintes manchegos. «Escombros de amor» nos descubre pasiones enterradas que reviven en protagonistas distintos. Una dulce historia de amor truncada que da pie a otra real, una especie de Florentino Ariza a la montieleña.
El autor y la ilustradora
Nacido en Montiel el 31 de marzo de 1971, ha pasado la mayor parte de su vida viajando a uno y otro lado del Atlántico. Desde hace cinco años reside en México D. F., donde, además de escribir, se dedica a la consultoría tecnológica.
Este es su segundo libro tras Memorias de mis pies (bookolia, 2015), un extenso libro sobre sus andanzas en el Camino de Santiago en el más crudo invierno.
Por su parte, la pamplonesa Concha Pasamar ha ilustrado algunos de los relatos que conforman el libro. Para dotar de la carga nostálgica que destila el libro, Concha ha utilizado tinta y se ha basado tanto en imágenes de Montiel como de otras composiciones clásicas de maestros del blanco y negro.
Además de este libro ha colaborado en otras publicaciones: Arrecife y la fábrica de melodías (bookolia, 2016), La niña rancia (2016), Romancero Gitano (2017) o Meraki Tanttak (2017) y han publicado reseñas en prestigiosas revistas de ilustración como Brightness.