El poemario ‘Sublimidad de líricas cosechas’ del solanero Santiago Romero de Ávila, que fue ganador del LI Certamen de Poesía Rafael Fernández Pombo, ya está negro sobre blanco. La obra premiada en el concurso organizado por el Ayuntamiento de Mora consta de cuatro romances dedicados al trigo, al vino, a la aceituna y al azafrán, que se complementan con tres sonetos llenos de musicalidad.
Este prestigioso galardón poético se une a los numerosos premios cosechados por Santiago Romero de Ávila en su dilatada trayectoria. Fue elegido entre los más de ciento cincuenta trabajos presentados desde diferentes puntos de la geografía nacional. El jurado calificador fue unánime en conceder la máxima distinción del certamen al poeta solanero tras un arduo trabajo de lectura y estudio de todas las obras presentadas.
El flamante ganador del LI Certamen Nacional de Poesía Rafael Fernández Pombo tuvo un homenaje en el acto del pregón de la LXI Fiesta del Olivo de la localidad toledana de Mora, leyendo su obra y recibió un centenar de ejemplares editados de su laureada creación poética.
Versos que emanan de la tierra
El libro con la obra ‘Sublimidad de líricas cosechas’ canta al trigo con unos versos titulados ‘En la paz vertical de estos trigales’, también rinde culto al fruto de la vid con su composición ‘Vino de amor el vino de La Mancha’. Además, hay rimas dedicadas a la aceituna bajo el epígrafe ‘Benditos olivares’ y otras estrofas más sobre el azafrán que rotula ‘Azafranal de amor, campo morado’. Las cuatro obras están formadas por versos endecasílabos romanceados que varían la rima en cada una de ellas.
Finalmente, se incluyen tres sonetos: ‘Andante’, ‘Alegreto’ y ‘Final’ que el autor simboliza con el amanecer, el mediodía y el atardecer de una sinfonía incompleta ante un campo de azafrán, según especifica esta trilogía de versos en su título genérico ‘Estas rosas, de Dios, apasionadas’.
La publicación también cuenta con una breve semblanza del poeta solanero donde se pueden apreciar los múltiples premios y reconocimientos alcanzados por Santiago Romero de Ávila, además de un prólogo firmado por el poeta y escritor ciudarrealeño Francisco Mena Cantero.
