Desde una experiencia vital tan positiva como es el hecho de ser madre, la investigadora en Arte Mamen López Villacañas sintió después como los imperativos sociales, algunos de ellos en forma de norma, le fueron poniendo demasiados obstáculos en su camino.
Desde esta imponencia y frustración nació su proyecto de arte conceptual “Sin pecado concebida” que ha presentado esta mañana en la Escuela de Arte “Antonio López” ante un nutrido y joven público que ha disfrutado con la charla de esa mujer de Úbeda que primero descubrió el grabado y que acabó aterrizando en el arte conceptual que “era el marco donde yo mejor podía expresarme”.
Presentada por la profesora de Historia del Arte, Marisol Angulo, y rodeada de las magníficas fotografías que han expuesto los alumnos de esta rama en el vestíbulo del centro, con la mujer como reclamo principal, Mamen López, ha contado como ha ido enlazado su complicada experiencia de ser madre fuera del marco de la familia convencional con su proyecto.
“Sin pecado concebida es un proyecto que expresa como la vida cotidiana te recuerda constantemente que tú eres distinta. La maternidad siendo joven me marcó, estoy encantada con ello, y de hecho, ya con más años he vuelto a ser madre. Pero ahí está la sociedad con sus obstáculos burocráticos y de todo tipo recordando que eres madre soltera, una asociación de palabras que no me gusta en absoluto. En todo momento te dicen que has sacado los pies fuera del texto, que no encajas en este modelo de sociedad”.
Así, la artista ha ido contando, con cierta ironía y gracia andaluza, los problemas que tuvo para registrar a su hijo, “me obligaron a rellenar el hueco del padre, poniendo el nombre que fuera, yo insistía en que el niño llevaba mis apellidos, pero no podía ser. Un insulto monumental que casi me lleva a poner el nombre de Obama. Estuve a punto”.
Para López, el arte conceptual es “dar visibilidad a lo invisible” y ha hecho un repaso a algunos de los proyectos que más le han impactado, entre ellos, precisamente el de su hijo Daniel, “Los 49 trajes del emperador”, además de unos poemas visuales y dibujos creados por ella en las que intenta demostrar que “definitivamente se ha perdido el sentido de tribu, de comunidad”.
Al final ha mostrado unas fotografías con la exposición del proyecto en la Iglesia de San Lorenzo de su Úbeda natal. En unas catas arqueológicas con mucho encanto ha ido enseñando el proyecto que se compone de llamadas telefónicas al azar para dar los datos de la partida de nacimiento de su hijo sobre la que pesaba una absurda norma de publicidad restringida; unos bordados con esas palabras tan destructoras que ha escuchado tantas veces “madre soltera” o “bastardo” y unos trabajos que encargó a las hermanas de un convento en las que recuerda la terrible circunstancias de los expósitos, niños abandonados que acaban en instituciones de beneficencia, condenados toda la vida a avergonzarse de tal condición, “pero la que tiene que avergonzarse es la propia sociedad.
Las mujeres, solas o no, parimos para que la humanidad sea posible”. De este contacto fluido con las hermanas del convento nació el nombre del proyecto, “Sin pecado concebida”.