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28 marzo 2024
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      Imagen de archivo del juego de 'Las caras' de Calzada de Calatrava / Vox
      Ricardo Chamorro, Milagros Calahorra y Emilia Martín, hermano mayor de la Flagelación
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      • LA Virgen del Mayor Dolor / J. M. B.
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      • Se realizó el Viacucis en el templo / J. M. B.
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      Hermandad Nuestro Padre Jesús del Perdón Miguelturra
      El concierto de música sacra que tuvo lugar en Villanueva de los Infantes / Lanza
      El Guardapasos se llenó de fieles este Jueves Santo / Elena Rosa
      La Hermandad de la flagelación tampoco pudo salir en procesión / Elena Rosa
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      Las Penas suspende su estación de penitencia / J.M. Beldad
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“Roma me ha llamado siempre la atención”

Daniel Cuadrado
Daniel Cuadrado en la Glorieta de María Cristina
Francisco Navarro / TOMELLOSO
Daniel Cuadrado acaba de publicar “Rex Aqvila”, una novela sobre las guerras pírricas

El Café de la Glorieta es un lugar excelente para una entrevista y más si es con un escritor. El local tiene cerca de treinta y cinco años, las paredes con zócalo de arpillera y las mesas de mármol. Son mesas, no veladores. Tampoco son lápidas de muerto como las del café de doña Rosa, aquel en el que trabajaba Consorcio López —que era de Tomelloso— de encargado y que sacó Cela en “La Colmena”. Las mesas de mármol son pintiparadas para una conversación literaria, dan mucho juego. Además, uno necesita escapar de su casa: hay albañiles y carpinteros, un completo cafarnaún, que diría Pla.  Atraco a móvil armado a Daniel Cuadrado, que acaba de publicar “Rex Aqvila”, su segunda novela “de romanos” para charlar un rato de la obra. La cosa se alarga y echamos más de una hora parlando de Grecia, Roma, los íberos y su maña con la falcata, los visigodos y de todo lo que tenga que ver con el mundo antiguo. Solo nos ponemos como premisa nuestro tiempo y como linde la Edad Media.

Daniel Cuadrado es muy joven. Menudo, fibroso, vivaz, con ojos grandes y charla tranquila; de vez en cuando colabora con este periódico. El libro, “Rex Aqvila” lo presentó hace poco en este mismo sitio. La charla comienza con una disquisición, pura escolástica como poco, sobre si se escribe Aquila o Aqvila y nos metemos en declinaciones y pronunciaciones de la lengua del Lacio. Me dice que «la novela originalmente se llamaba “El destino de Roma”, pero  la editorial consideró que ese nombre podría confundirse con un ensayo». Y le cambió el título, claro, ¿qué iba a hacer?, poniéndole el apodo de Pirro el Grande, el de Epiro. Y es que la novela está ambientada en las guerras pírricas «en las que Roma se jugó, efectivamente, su destino».

Victoria pírrica

En el tiempo en el que transcurre el libro, en el 280 antes de Cristo, «en Italia hay muchas tribus, los etruscos, los amitas, los epirotas…  En la época de “Rex Aqvila” los romanos controlan el centro de la península, han vencido a los etruscos y samnitas y buscan expandirse al sur, a las ciudades de la Magna Grecia y a Cartago que es donde está la “pasta”». Pero nos encontramos con que las ciudades de la Magna Grecia no pueden parar a estos romanos «y piden ayuda a Pirro, apodado “El Grande”, el mejor general de la época». El tipo llega con sus falanges y hace coalición con los griegos de la Península Itálica y Sicilia, muy dispersos. Pirro gana esa guerra con —como no puede ser de otra forma— una victoria pírrica. «Que es como ha quedado para la historia una victoria con un coste muy alto». Y es que el griego iba venciendo «pero el precio en hombres y material de las batallas no le compensaba. Él mismo, en la batalla de Ásculo dice que “otra victoria como esta y estamos perdidos”. Tácticamente vencía, pero estratégicamente era insostenible esa guerra». Y como uno no ha sabido nunca interpretar la diferencia entre táctica y estrategia, Daniel Cuadrado, amablemente me la explica, que no es otra que la primera es algo inmediato y la segunda busca un resultado a largo plazo.

Una novela coral muy documentada

La novela tiene una trama con varios personajes principales «al final me ha quedado una historia muy coral. El protagonista es un legionario romano, Publio, que se enrola medio obligado. Y se encuentra metido en la campaña más difícil de Roma hasta ese momento. Lógicamente también esta Pirro, el “Rex Aqvila”; una chica, ya que el amor también tiene sitio. Están los miembros del Senado, entre los que destaca Apio Claudio, el que hizo la “Vía Apia” y el primer acueducto de roma. Hay personajes secundarios, como el consejero de Pirro, Cineas, cónsules romanos o compañeros de armas del protagonista». La mayoría de los personajes secundarios fueron reales, me dice Daniel, por lo que deduzco un ingente trabajo de documentación para llevar a cabo la novela.

Y es que, me cuenta, «la documentación lleva más trabajo que la propia escritura. Antes de ponerte a contar la historia te tienes documentar». Un trabajo exhaustivo, ya que a la hora de narrar, por ejemplo, una batalla, el autor se informa del ejército romano de esa época. «Que no tiene nada que ver con lo que vemos en las películas de género, con los péplums, en los que aparece legionarios de brillante armadura. Tengo que ver como funciona un manípulo, que armas llevan… Y lo mismo con una falange, como se mueve, como la mandan. Igual ocurre con las ciudades, nombro muchas en la novela, intento recrear sus calles, sus monumentos…».

Las guerras pírricas fueron «una llamada de atención de los romanos al mundo, “estamos aquí, venimos dando guerra, hemos conquistado Italia y queremos más”». La campaña de Pirro fue, además, la primera vez que los romanos luchaban contra elefantes «de hecho fue la primera vez que hubo de esos paquidermos en Italia». Daniel tiene un conocimiento enciclopédico de batallas y guerras de la época clásica, me asegura que los elefantes de Pirro eran asiáticos —«por el contacto de Alejandro con la India»—, mientras que los posteriores, los que usó Aníbal en la batalla de Zama eran africanos «de una especia que los romanos extinguieron cazándolos para el circo».

El autor está muy contento con la novela «la editorial se ha portado muy bien conmigo. No he modificado nada, salvo el título. Está muy bien editado, a falta de las primeras críticas». Con “Rex Aqvila” Daniel Cuadrado retrocede a la época de la Republica desde su primera novela “Teotoburgo”, que ocurre en el año 9 de nuestra era.

Rex Aqvila
La novela Rex Aqvila

Roma me ha llamado siempre la atención

A Daniel Cuadrado le gusta el mundo antiguo en general «no sé cuando empezó esa afición. Tal vez con las pelis de época, que me gustaban mucho». Y especialmente «Roma me ha llamado siempre la atención. No sabría decir por qué, por los soldados, por los gladiadores…. Empecé a leer de crío sobre Roma, un amigo me prestó una enciclopedia en la que estaba la guerra de Aníbal y Escipión y me gustó mucho». Con 14 años, sus padres les regalaron un “Atlas Ilustrado de la Antigua Roma” «que me habré leído más de 20 veces. Cuanto más leo de Roma, más me gusta».

Y nos ponemos a comparar Roma con Grecia, a juicio del entrevistador, los latinos son, con respecto a los helenos como Napoleón con la Revolución Francesa. Son unos imitadores del mundo helenístico pero arrollan las conquistas democráticas de los del Peloponeso. «Roma, siendo una república conquista Grecia y la expolia, llevándose todo lo que puede. Es cierto que luego aparece el Imperio, pero no todos los césares eran tiránicos. Ahí está Trajano, que además era de Hispania, que siempre gobernaba en consenso con el Senado. Por otro lado están los cómodos o los nerones, que eran unas piezas de cuidado. Pero creo que la forma de gobernar tiránica se produjo más bien al final del imperio».

Hispanos en Roma

Y el otro “español” famoso, Adriano, para Daniel Cuadrado, no fue tan bueno como la imagen que nos ha llegado de él. «Al principio fue un buen gobernante, construyó muchos edificios e hizo infinidad de obras públicas, como el muro de Adriano. Pero tenía un “pronto” complicado. Llegó al poder por medio de un golpe de estado y los primero que hace al suceder a Trajano es mandar asesinar a los oficiales de éste. También ordenó matar a Apolodoro de Damasco, el mejor arquitecto de entonces, simplemente porque le dijo que el edificio que había diseñado se iba a caer. Tiene claroscuros».   Además, «Trajano lucho contra la corrupción que comía Roma. A los que pillaba les hacía devolver el dinero, los inhabilitaba y los mandaba al último rincón del imperio». Marcial y Séneca, son otros dos personajes de la futura España que repasamos. Un poeta irónico, amante de la buena vida y un filósofo, preceptor de Nerón.

“Mirar a Roma con ojos del siglo XXI es un error”

Vivimos, todos lo sabemos, en una época en la que lo políticamente correcto hace verdaderos estragos. Somos capaces de mirar y juzgar lo que ocurrió en Roma con los ojos y la mentalidad del siglo XXI. Eso, para el autor «es un completo error». Ahí están las luchas de gladiadores «tenían su fin, político incluso, eran útiles. No era poner a dos tíos a matarse, el pueblo se podía manifestar, como ocurre en “Gladiator”. El problema es juzgarlas con nuestros ojos». Hablando de gladiadores, me asegura que «la mayoría de ellos no moría en la arena». Y los aurigas eran las estrellas del momento «las carreras de cuadrigas era el deporte favorito de los romanos. Estos “pilotos”, fueses libres o esclavos, pertenecían a una clase social, los infames. Hubo un auriga, Diocles, que creo que era hispano, que ganó 1.400 carreras y quedo segundo en más de 1.000, que se reitró con muchos millones de sestercios. Era una superestrella por el que las matronas pagaban dinero por acostarse con él».

Inexorablemente llegamos a las pelis de romanos, que curiosamente Dani dice que le gustan. Aunque han creado una iconografía que no corresponde a la realidad. Así, «los legionarios no tenían cresta en el casco. La llevaban los centuriones y los tribunos y servía para que las tropas distinguiesen a su mando en el fragor de la batalla». Pero, a pesar de las incongruencias «si el cine sirve para que el público se interese por la historia, lo veo bien».

Alejandro, un punto de inflexión en la historia

Acabamos hablando de los bárbaros (visigodos, suevos, vándalos, alanos…) y de Alejandro Magno. «Un punto de inflexión entre la decadencia de las polis griegas y el auge de Roma. Sin Alejandro, todo lo posterior no habría existido. Es un personaje vital para la historia del mundo, ha sido la inspiración de todos los que le sucedieron, incluso para Napoleón. Tenía una visión global, quería un mundo sin fronteras, liderado por él, pero con cultura. La idea de Alejandro era buena, pero políticamente inviable».

“Rex Aqvila”, editado por Goodbooks, saldrá la próxima semana a la venta.

a venta.

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