Aglomeraciones en centros comerciales, personas cargadas de bolsas con regalos, inmensos mercadillos artesanos, amplias avenidas con luces de colores, reyes, pajes y ‘papás noeles’ a pleno rendimiento. Las plataformas mediáticas han creado un mundo donde el consumismo y la lluvia de multitudes parecen definir la Navidad.
Sin embargo, las estampas de la calle Preciados, la Puerta del Sol y los centros comerciales poco tienen que ver con el peregrinaje que protagonizan en estas fechas millones de personas en España a los pueblos, con calles solitarias y comercios “de toda la vida”, donde el ambiente cercano y familiar suple el derroche de medios.
Enclavada en el Campo de Montiel, la comarca que tanto inspiró a Cervantes y Quevedo, Torre de Juan Abad representa quizás la verdadera Navidad, la del potaje de garbanzos, los villancicos al belén, los “maitines” (sin rezo) entre amigos y, también, la vara de aceituna. La alcaldesa, María del Señor Fresneda, y un buen grupo de vecinos hablan de sus fiestas.
La Navidad está presente desde que el intergeneracional Coro y Rondalla Esteban Guijarro, con integrantes que van desde los 20 a los 80 años, ofreció su concierto de villancicos en la Casa de Quevedo en los primeros días de diciembre, canciones conocidas, pero con laúd y guitarra, como propios de la tierra. Unas cuantas “cortinas de luz” dan ahora la bienvenida en este pequeño pueblo de poco más de mil habitantes.
Los preparativos de las Pascuas empezaron mucho antes y, como no podía ser de otra forma, implicaron a todo el pueblo. Un belén luminoso, que ha costado 3.150 euros, es la gran novedad de esta Navidad y la construcción del portal en la plaza del parador obligó a la Corporación al completo a agarrar los pinceles a la luz de la Luna.
Llegan los “porteros” de la calle Ibiza
En cada fiesta, Reyes, Semana Santa, las fiestas patronales, María del Señor Fresneda confirma que “Torre de Juan Abad duplica población” y ante tal despliegue de gente para cumplir con el estribillo del turrón El Almendro, el Ayuntamiento gastó ya el año pasado unos cuantos euros en comprar un gran árbol de luces de ocho metros de altura, “digno de cualquier gran ciudad”.
La llegada de los “porteros de la calle Ibiza” comenzó el pasado viernes y a estas horas las luces en las viviendas, el humo de alguna chimenea y el jolgorio del encuentro ya debe de haber invadido este tranquilo pueblo. Los vecinos cuentan que “hace unos veinte años un gran número de torreños emigraron a Madrid” y acabaron de porteros en esta céntrica calle que conecta con el Parque del Retiro.
Potaje de garbanzos y “arroz con duz”
Frente a los langostinos y el asado, las amas de casa explican que la tradición en Torre de Juan Abad obliga a las familias a reunirse al mediodía en Nochebuena en torno a un “potaje con garbanzos, con sus panecillos”, y que no falte en la mesa “bacalao embarrao” –rebozado-, tortilla de patatas y merluza.
En los pueblos del campo de Montiel no falta el turrón, ni los bombones, ni lo hará el roscón, pero es imprescindible también un buen plato de “arroz con duz”. Paqui y Mari Carmen explican que “es parecido al arroz con leche, pero sin lácteos y además lleva colorante”, de manera que es amarillo.
De comida también hablan Francisca y Juan Antonio, del Hogar del Jubilado, la asociación más numerosa del pueblo con casi 200 socios. Volcados en la agricultura, a pesar de que dominan los minifundios, aparte de la construcción y del discreto comercio local, la recogida de la aceituna es un habitual entre los vecinos por estas fechas, donde la Navidad también significa remolque, sacos, varas y al descargadero.
Además de las rifas y las cestas típicas de estas fechas, los jubilados son los encargados de preparar los ingredientes de la “botijuela”, tortillas de harina para el fin de la aceituna, que llegará una vez terminen las fiestas. “Estamos a la altura de grandes municipios en cuanto a actividades y participación del vecindario”, añade María del Señor Fresneda.
Los Reyes Magos visitarán las veinte casas con niños
Si llenar la barriga es propio de la Navidad, también son las fiestas infantiles y en Torre de Juan Abad no han faltado, ni lo harán en los próximos días. El paje real hizo una primera parada en la localidad para recoger las cartas de los 65 alumnos del colegio durante la chocolatada organizada por el ampa, que incluyó un espectáculo de magia y villancicos, pero además ‘Divertilandia’ ha traído este fin de semana colchonetas y talleres.
La siguiente cita será muy llamativa, pues el paje real repetirá su paseo el 30 de diciembre por las calles y esta vez lo hará subido en camello. Los pequeños torreños y los que han llenado de bullicio estos días las casas de los abuelos además tendrán el honor de recibir el próximo 5 de noviembre los regalos de Oriente en sus casas. La alcaldesa confirma que cada año los Reyes Magos visitan unas “veinte viviendas”.
La despoblación de la España rural es un común y este año apenas han nacido “cuatro o cinco niños” en Torre de Juan Abad, pero el Ayuntamiento y los vecinos están comprometidos en “hacer atractivo el pueblo para fijar población”, que los vecinos tengan al alcance servicios de grandes ciudades. Un ejemplo es la pista de hielo que acogerán del 3 al 7 de enero.
El reloj del Ayuntamiento da las campanadas
Grandes discotecas no existen en la zona, pero el “cachondeo” juvenil es posible en Torre de Juan Abad, donde las “juntas” en vez de maitines son típicos en Nochevieja y sobre todo en Nochebuena, donde el Año Nuevo se festeja en los bares y donde este año querían crear una “Puerta del Sol en pequeño” en la plaza del Ayuntamiento.
El reloj de Canseco, que lleva en la casa consistorial desde 1866 y que da “las doce campanadas al tiempo”, era capaz de aglutinar hace años a muchas familias para tomar las doce uvas, con champás y confeti. La tradición de momento ha desaparecido, pero el Consistorio no renuncia a repartir roscón y chocolate caliente en Reyes.
“Quién está lavando y tendiendo en el romero, y tendiendo en el romero, la Virgen está lavando y tendiendo en el romero, los pajarillos cantando y el romero floreciendo”, cantan algunas componentes del coro rociero de Torre de Juan Abad. Primero lo hicieron con los abuelos de la casa tutelada y en el belén.
Entre algunas curiosidades, el coro rociero nació hace tres años por parte de unos vecinos con sangre autóctona de Torre de Juan Abad y Alhambra, que emigraron en su juventud a Valencia, y que han decidido pasar la jubilación en un ambiente tranquilo y sosegado, aunque no lo sean sus palmas, que prometen recorrer en los próximos días parte de la comarca, Cózar y Almedina.
Una Navidad en familia y para compartir
“Cercana”, “alegre”, “con encanto”, así es la Navidad de Torre de Juan Abad, una época para visitar la escultura en honor a Francisco de Quevedo, “señor de la villa”, para contemplar las casas solariegas de fachadas encaladas, para reír con Forges en el Centro Internacional del Humor Gráfico y para maravillarse con el órgano barroco, considerado como “uno de los instrumentos más importantes de Europa”.
La Navidad en los pequeños pueblos de La Mancha es como el terreno, “llana” y “sencilla”, pero garantiza ese ambiente de “fraternidad”, “amistad” y “solidaridad” que en definitiva mueve a la ciudadanía en estos días lejos de las grandes aglomeraciones, que introduce ambiente en forma de euros al comercio local y que insufla vida en el frío invierno.