Debido a las inclemencias meteorológicas, el Auditorio Municipal de La Encarnación se convirtió en el improvisado escenario que acogió el XXXVII Certamen Poético Internacional ‘Francisco de Quevedo’, que cada año celebra la Orden Literaria homónima en Villanueva de los Infantes, en el marco de la Feria y Fiestas.
El evento se celebra con ceremonial, usos y costumbres del siglo XVII y fue abierto por el maestro de ceremonias, Clemente Plaza. A continuación, tomó la palabra el Gran Maestre de la Orden, Juan José Guardia Polaino.
El miembro de la Orden Literaria, Antonio Gómez Rufo, presentó al mantenedor de esta edición, el periodista y escritor Víctor Claudín, quien durante su discurso fantaseó con el oficio al que se dedicaría Quevedo en la actualidad, haciendo a su vez una reflexión sobre la creación literaria, como ejemplo de luz y superación. “La creación se convierte en una necesidad, teniendo en cuenta que el hombre es una máquina de comunicación”. “Aquel que escriba poesía, o intente escribirla, sólo por el hecho de hacerlo va a ser mejor persona y cuantas más mejores personas haya, mejor será nuestra sociedad”, señaló Claudín.
Previamente, la Escribana Mayor de la Orden, Presentación Pérez, procedió a la lectura del acta del jurado, tras la cual, tuvo lugar la investidura y entrega de pergaminos a los premiados en cada una de las categorías, así como la lectura de trabajos.
Poemas
La primera en subir al escenario fue la poetisa Maribel Marín Jiménez, natural de Huelma (Jaén), ganadora del Premio “El Buscón” para menores de treinta años, con su poema “Musas danzando descalzas”.
A continuación tomó la palabra la poetisa Julia Flores Arenas, natural de Villarrobledo (Albacete), ganadora del Premio Tema Libre, dedicado al poeta Rafael Simarro, por su trabajo “Relámpago de luz en su memoria”.
Desde La Envía-Vícar (Almería), llegó el poeta Antonio García Vargas, ganador del Premio Don Francisco de Quevedo, por su poema “El idioma secreto de los párpados”.
Corona
Por último, respetando el ceremonial tradicional de este acto, los caballeros de la Orden Literaria, acompañados de las Damas, abandonaron el Auditorio para llevar la corona de flores al busto de Don Francisco de Quevedo que se encuentra en la Plaza de San Juan.
